11 cosas que los ciclistas hacen mal en carretera
Cuando montamos en bici, a menudo olvidamos que conducimos un vehículo con sus derechos y obligaciones. Es hora de hacer autocrítica y analizar lo que solemos hacer mal los ciclistas
Los 11 pecados del ciclista en carretera
Cuando salimos a pedalear todos somos conscientes de los peligros de la carretera: coches que no respetan la distancia de seguridad, asfalto en mal estado, arcenes sucios, etc. Sin embargo, en muchas ocasiones, no somos conscientes de que somos nosotros mismos quienes nos ponemos en peligro por nuestra forma de actuar. Estos son los principales pecados que suele cometer el ciclista en carretera:
1. Colarse en rotondas y cruces
Vamos rodando tranquilamente y vemos que, delante de nosotros, varios coches se encuentran parados esperando para entrar en una rotonda por la que en ese momento circulan otros vehículos. Sin embargo, como vamos por el arcén, seguimos pegados a la derecha, sobrepasamos a los coches que esperan y entramos de golpe a la rotonda sin apenas poder comprobar si vienen otros vehículos o, incluso parando a mitad del carril porque hemos descubierto demasiado tarde que no nos da para pasar.
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Se trata de una situación tremendamente peligrosa y que, sin embargo, vemos repetirse constantemente. A esto le hemos de añadir que, si en el momento que sobrepasamos por la derecha a los vehículos detenidos, estos arrancan, la tendencia es a cerrarse a la derecha para acceder a la rotonda con nosotros en su ángulo ciego.
Por nuestra seguridad, no cuesta nada levantar el pie según nos vamos acercando y esperar nuestro turno. Perderemos unos segundos, pero nos protegemos frente a un más que posible accidente.
2. Circular apelotonados cuando vamos en grupo
La norma vigente es perfectamente clara en lo referente a cómo deben de circular los grupos ciclistas cuando ruedan por la carretera: “Las bicicletas, podrán circular en posición paralela, en columna de a dos, orillándose todo lo posible al extremo derecho de la vía, colocándose en hilera en tramos sin visibilidad y cuando formen aglomeraciones de tráfico”.
Sin embargo, no es extraño ver grupetas que ruedan apelotonadas, ignorando la norma y ocupando la práctica totalidad del carril. Una situación que se convierte en especialmente peligrosa cuando pedaleamos por carreteras sinuosas donde la visibilidad de excasa.
3. Saltarse semáforos y pasos de peatones
Aunque, por suerte, cada vez son menos, todavía sigue siendo bastante habitual ver en los pasos por poblaciones como muchos ciclistas de carretera ignoran los semáforos en rojo o no hacen ni amago de detenerse ante un peatón dispuesto a atravesar un paso de cebra.
De nuevo, no debemos olvidar que conducimos un vehículo por vías públicas cuyo funcionamiento está regulado por la Ley de Tráfico que establece unas normas de obligado cumplimiento. Estas normas generan un flujo de circulación predecible y para todos igual de forma que resulte más complicado encontrarse ante una situación sorpresiva que pudiera derivar en un accidente.
Obviar los pasos de peatones y semáforos sólo puede conducir a que atropellemos a alguien o seamos nosotros los que acabemos embestidos por otro vehículo. Nuevamente, son tan sólo unos segundos de pausa en nuestra ruta.
4. Ir escuchando música con auriculares
Estamos ante otro caso en el que el Código de Circulación resulta bien claro: “queda prohibido conducir y utilizar cascos o auriculares conectados a aparatos receptores o reproductores de sonido”.
Sin embargo, aún seguimos viendo a quienes salen a pedalear con ellos en la orejas sin valorar el peligro que eso supone cuando circulamos en bici.
Cuando les preguntas se suelen defender con la excusa de llevo la música bajita o solo llevo puesto un oído.
Ninguno de esos argumentos es válido ya no porque lo prohíba la ley sino porque conducimos un vehículo de dos ruedas que requiere de todos nuestros sentidos. Llevar música en los oídos, más allá de impedirnos percibir lo que sucede a nuestro alrededor, en especial por la parte trasera donde la vista no llega, y por tanto, anticipar situaciones, también nos impide estar concentrados en la conducción de la bicicleta.
5. No ser visibles
Última hora de la tarde o primera de la mañana. El sol está bajo sobre el horizonte y nos ciega al dirigirnos hacia él por lo que apenas podemos distinguir siluetas a unas decenas de metros. Si, además, combinamos con ropa negra, el resultado es que los conductores no saben que estamos allí hasta que prácticamente están encima de nosotros. Ya no hablamos de quienes se ven obligados a montar en bici de noche cuando llega el invierno y se lanzan a su lugar de entrenamiento sin luces o con unas insuficientes, o simplemente tenemos que atravesar un túnel en nuestra ruta.
La principal medida de autoprotección a la hora de evitar atropellos es hacer notar nuestra presencia al resto de usuarios de la vía con la mayor antelación posible. Es por ello que trataremos de elegir ropa más llamativa o, si no es el caso, utilizar luces potentes como las específicas para uso diurno que nos hacen visibles desde distancias muy amplias.
También es recomendable, si tenemos intención de salir en las últimas o primeras horas del día elegir la ruta para que llevemos el sol a nuestra espalda cuando se encuentre bajo.
6. Circular por aceras
Cuando atravesamos un pueblo o una ciudad no es extraño ver a quienes no dudan en subirse a la acera para evitar un embotellamiento o acceder a la terracita donde tomar el café. Otra vez, nos olvidamos de que conducimos un vehículo con todas sus consecuencias.
La acera es el lugar exclusivo para el peatón, la parte más débil de entre todas las que intervienen en la circulación por las vías públicas. Por mucho cuidado que pongamos, si ocupamos el espacio del peatón podríamos arrollar a uno, imaginad el caso de que sea un niño o una persona de avanzada edad los daños que les podríamos provocar.
Todos sabemos que es un fastidio caminar con las calas y las zapatillas de carretera, pero ningún peatón ha de tener que soportar la ocupación de su espacio ni que les pongamos en un riesgo innecesario.
7. Cortar las rotondas
Este pecado en realidad no es sólo ciclista. Una inmensa mayoría de los conductores buscan siempre que pueden trazar las rotondas de la manera más recta posible, lo que implica obviar la división de carriles cuando hay más de uno.
El problema cuando lo hacemos en bici es que somos un vehículo mucho más frágil y sólo hace falta que venga un coche o una moto circulando por un carril interior, fuera de nuestro ángulo de visión, para que la colisión sea inevitable.
A la hora de trazar las rotondas, procuraremos no cerrarnos al interior de las mismas, tomando como referencia la línea de separación de los carriles. Sin embargo, también huiremos de la parte totalmente externa que suele acumular suciedad por efecto del giro de los coches.
Si no vamos a tomar la primera de las salidas y hemos de continuar girando, marcaremos con la mano izquierda para que los coches sean conscientes de nuestras intenciones y no nos corten la trayectoria, al igual que haremos con la mano derecha cuando vayamos a salir para que se percaten los que nos sigan.
8. No respetar la línea continua en los descensos
A la hora de bajar puertos, cuando la velocidad aumenta, no son pocos quienes se motivan y comienzan a trazar de la misma forma que ven en televisión. El caso, es que cuando lo hacemos nosotros existe una sutil diferencia: el tráfico está abierto.
A menudo encontramos curvas que se cierran más de lo debido y quienes se abren al carril contrario aprovechando al máximo la carretera para evitar tener que parar y volver a lanzar la bicicleta.
De nuevo nos encontramos ante una situación en la que directamente estamos cometiendo una infracción que, además, nos puede colocar en grave peligro dada la reducida visibilidad con la que suelen contar las carreteras de montaña.
Ni que decir, que si deseamos adelantar a un coche que circule más lento lo haremos cuando esté permitido como haríamos con cualquier otro vehículo.
9. Reparar en el arcén
Una de las averías más típicas sobre la bici es, sin duda, el pinchazo de una de nuestras ruedas. Cuando se produce, lo habitual es que todos los compañeros del grupo paran a esperar mientras sacamos el repuesto, sustituimos la cámara perforada, volvemos a inflar, etc.
El problema en estos casos es que muchos se paran directamente en el lugar donde se ha producido, quedando los ciclistas expuestos en pleno arcén a un posible atropello.
Cuando nos encontremos en esta situación, lo ideal es tratar de rodar lo que sea posible hasta encontrar algún camino que salga en algún lateral, más fácil de valorar si nos movemos por terreno conocido, donde poder salir de la carretera y solventar el problema con total seguridad.
Si no nos es posible llegar hasta uno, saltaremos el guardarrail y haremos la reparación en la cuneta. El caso más extremo de que no se pueda usar la cuneta, no nos quedará más remedio que caminar con la bici en la mano hasta alcanzar un lugar donde podamos realizar la operación en condiciones de seguridad. Nunca en la propia calzada.
10. Circular en modo carrera
A todos nos gustan los piques con los compañeros de grupeta, demostrar quien es el más fuerte y tener batallitas que contar durante las cervezas tras la ruta. Pero, en ocasiones, volvemos a olvidar que la bici es un vehículo con derechos, sí, pero también con unas obligaciones y unas normas que respetar en la carretera. A menudo, estas guerras suponen que pasemos por alto esas normas, llegando a generar situaciones de riesgo.
No os vamos a decir que no os midáis frente a los amigos, estaríamos eliminando gran parte de la salsa del ciclismo de carretera, sin embargo, sí os pediríamos que eligierais el escenario adecuado.
Un tramo semiurbano con mucho tráfico, cruces constantes, rotondas, etc. no parece ser el mejor lugar para echar carreras. Por el contrario, una carretera perdida en medio de Castilla, con total visibilidad y por la que no pasan ni media docena de coches diarios puede ser el escenario perfecto para sentirnos deportivos.
De la misma forma, cuando toca entrenar con intensidad conviene elegir el lugar más adecuado. Ponerse a hacer series en una subida con mucho tráfico y que al terminar tengamos que cambiar de sentido para bajar antes del siguiente intervalo no parece demasiado práctico. O tener que mantener los vatios que corresponden cuando tenemos que estar pendientes de cruces y rotondas.
11. Usar el móvil
No hay más que echar un vistazo a Instagram cada fin de semana para descubrir multitud de fotos y vídeos grabados móvil en mano incluso por ciclistas profesionales.
El uso del móvil cuando se va conduciendo un vehículo está totalmente prohibido por la legislación vigente por el grave riesgo que supone, mayor aún sobre una máquina de dos ruedas en la que el equilibro y la atención constante son vitales.
Si vamos pendientes de encuadrar una foto o un vídeo no lo vamos del bache que hay unos metros más adelante o de la curva que se cierra en medio de la bajada y, todo ello con el manillar agarrado sólo por una mano lo que nos dificulta dirigir la bici y frenar.
A vece un poco de autocrítica no está mal ¿reconoces haber caído en alguna de estas conductas o crees que hay alguna que debíamos haber incluído? Te leemos en nuestras redes sociales