5 imprescindibles que debes ir preparando para la temporada de otoño-invierno
Los meses de verano, los preferidos por la mayoría de los ciclistas, van tocando a su fin. La reducción de horas de luz, la llegada del frío y de las jornadas lluviosas nos obligan a ser previsores para poder seguir disfrutando de la bici y mantener nuestra rutina de entrenamientos que nos permitan llegar a la próxima primavera en una forma óptima.
Prepara todo lo necesario para sobrevivir a un invierno ciclistas
Aunque el dichoso cambio climático alargue los famosos veranillos más de lo habitual, tarde o temprano el frío y la lluvia acaban llegando, como también es inevitable que hasta el 21 de diciembre las horas de luz disponibles se vayan acortando paulatinamente lo que, combinado con nuestra actividad diaria, hace en algunos casos muy difícil mantener nuestra rutina ciclista.
Como en todos los aspectos de la vida, estar preparados para una situación y planificar cómo vamos a afrontarla nos permitirá que, una vez que esta se presente, poder afrontarla de la mejor manera posible, en este caso, pudiendo mantener la regularidad prevista en nuestras salidas en bici y en nuestra preparación de cara a los retos que tengamos previsto afrontar cuando llegue la próxima primavera. Estos son algunos de los aspectos que debes de tener en cuenta de cara a los meses invernales.
Luces
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Si somos de los que no concebimos la bicicleta si no es en el exterior, o le damos un uso urbano en nuestros desplazamientos al puesto de trabajo, no nos va a quedar otro remedio en algún que otro momento que pedalear en condiciones de poca luz. Incluso, aunque no nos veamos en la necesidad de pedalear de noche, es posible que las condiciones meteorológicas, como pudimos ver en la etapa inicial de La Vuelta a España 2023, reduzcan la visibilidad.
Es por ello que resulta tremendamente recomendable, por nuestra propia seguridad, utilizar siempre luces en nuestra bici. Ya sea modelos de uso diurno que nos permitan ser más visibles ante el resto de usuarios de la vía o, si no nos queda más remedio que pedalear de noche, potentes luces que sean capaces de iluminar. En cualquier caso, aseguraros de que se trate de modelos de calidad con la suficiente capacidad de iluminación y autonomía para cumplir con su función a lo largo de nuestras salidas. Aquí podéis ver algunos ejemplos que encajan con ese critério.
Neumáticos para el invierno
El frío, la suciedad que se acumula en las carreteras con las lluvias hacen que el agarre de las cubiertas sobre el asfalto sea menor durante estos meses y que resulte más fácil pinchar. Por ello, y teniendo en cuenta que es un periodo del año en el que nos vamos a centrar más en entrenar que en buscar el rendimiento no es una mala idea optar por alguno de los modelos específicamente creados para entrenamiento o cubiertas orientadas a cicloturismo con que las distintas marcas cuentan en sus catálogos.
Neumáticos que además están diseñados para proporcionar una mayor durabilidad sin que las prestaciones de agarre y rodadura se resientan en exceso respecto a los modelos tope de gama, además de incluir elementos específicos para prevenir los pinchazos como bandas de protección más gruesas en su carcasa o un compuesto de goma más resistente a los cortes.
En el caso de pedalear por los caminos, ya sea sobre la gravel o sobre la mountain bike, debemos tener en cuenta que, aunque no haya llovido recientemente, el terreno suele estar más blando y no es raro encontrar barro en los senderos. Por ello, no está de más abandonar las cubiertas de perfil redondeado y pequeños tacos de ínfima altura, destinados a buscar la mejor rodadura sobre terreno compacto y, en su lugar, optar por modelos con un taqueado más prominente que aseguren, no sólo un buen agarre sino que el barro se expulse fácilmente de la cubierta en vez de quedarse pegado a ella.
Guardabarros
Pedalear con lluvia, o tras ella, resulta inevitable durante los meses de invierno. Por suerte, es fácil equipar nuestra bicicleta con guardabarros gracias a las múltiples opciones existentes en el mercado, lo que nos permitirá un pedaleo mucho más cómodo sin ser regados por el agua o el barro que desprenda la rueda trasera de nuestros acompañantes y la delantera propia; o acabar con toda la parte posterior completamente sucia y encharcada.
Para situaciones puntuales pueden bastar los sencillos guardabarros que se colocan en los raíles del sillín, los también denominados como “salva culos” que no son más que una pequeña lámina plástica con la forma adecuada para fijarse en los raíles sin moverse. Su protección es limitada pero suponen una importante diferencia cuando rodamos con lluvia o barro.
Si nuestras rutas incluyen de forma habitual este tipo de condiciones, no nos quedará más remedio que utilizar algún modelo más contundente. En el mercado encontramos multitud de diseños que se colocan de forma más o menos fija en la bici aunque, sin duda, la solución óptima sería optar por los modelos que las marcas crean de forma específica para sus bicis y con los que nos aseguramos un montaje perfecto y sin movimientos o roces indeseados.
La máxima protección la deberíamos buscar en nuestra bicicleta urbana, que habitualmente utilizaremos con ropa de calle que, seguro, no queremos que se mache. Es por ello que este tipo de bicis suelen equipar modelos de guardabarros completos que cubren la mayor superficie de rueda posible y a muy corta distancia para que no se produzca ni la más mínima salpicadura.
Ropa específica de invierno
Contar con un buen fondo de armario será esencial para poder disfrutar del pedaleo durante el invierno sin que nuestras rutas se conviertan en un auténtico suplicio. Para el otoño, o durante todo el invierno si vivimos en zonas más cálidas, puede bastar con contar con manguitos y perneras que complementen nuestras equipaciones veraniegas. Sumaremos a este equipamiento un chaleco que nos protegerá del viento y el frío más intenso a primera hora de la mañana o última de la tarde.
Por supuesto, no debemos olvidar contar con una buena selección de camisetas interiores que mantengan el sudor alejado de nuestra piel de forma que no se escape el calor.
Cuando las temperaturas comienzan a descender de forma más intensa toca recurrir a prendas más específicas. Evidentemente todo comenzará por un buen culotte largo, aunque, salvo que vivamos en lugares realmente gélidos, evitando aquellos modelos que incluyan membranas de protección, que habitualmente resultan excesivas al generar calor constantemente las piernas con el movimiento de pedaleo. En esta prenda será más importante buscar aquellos modelos que mejor se ajusten a nuestra fisionomía para evitar que se desplacen y nos puedan provocar molestias.
En la parte de arriba si que resulta más complicado acertar con la ropa adecuada dada la amplísima oferta disponible en el mercado. Desde maillots largos de entretiempo con tejido térmico para las condiciones menos exigentes hasta gruesas chaquetas con membranas protectoras que también nos garantizan aislamiento cuando la lluvia hace su aparición. Es por ello que no se puede dar un consejo general de cómo vestirse, aunque sí una pauta, utilizar el sistema de capas, prefiriendo varias finas que podamos ir quitando y poniendo en función del nivel de actividad y la variación de temperatura que una gruesa que no nos permita ninguna versatilidad.
Si nos toca pedalear en condiciones de lluvia habremos de buscar también prendas diseñadas para esto. La elección entre la socorrida chaqueta tipo gabba, que permite pedalear a gran intensidad gracias a su gran transpiración, o un chubasquero de membrana que ofrece plena protección dependerá del nivel de esfuerzo realizado y de la cantidad de lluvia que tengamos que soportar. De todos modos, la mayoría de prendas invernales incluyen membranas capaces de aguantar al menos una lluvia leve así como acabados y tratamientos hidrorepelentes.
Por último, no nos debemos olvidar de los pies y manos, la parte más sensible del cuerpo cuando pedaleamos. Mantenerlos secos y calientes deberá ser una prioridad. Poco nos valdrá llevar la mejor chaqueta si tenemos los pies como dos témpanos de hielo, el frío acabará apoderándose de nosotros. Unos buenos guantes y cubrezapatillas con membrana cortavientos y que presenten cierta resistencia al agua será uno de los elementos más importantes de nuestra equipación.
Rodillo
Y llegamos al coco, el que ha sido durante prácticamente toda la historia del ciclismo identificado como una especie de potro de tortura hasta el punto de que muchos ciclistas preferían salir a montar en bici bajo un intenso aguacero que pedalear apenas una hora mirando a la pared.
A decir verdad, poco tienen que ver los rodillos de ahora con los de hace décadas salvo si nos referimos a los modelos tradicionales de 3 rulos que también han evolucionado para proporcionar un uso más seguro.
La tecnología ha venido al rescate con los modernos rodillos interactivos en los que la resistencia magnética es controlada de forma electrónica. Esto hace posible que podamos conectarlos al ordenador y, a través de aplicaciones como Zwift, poder simular de forma realista el terreno por el que pedaleamos, endureciendo la resistencia en las subidas o suavizandola en terreno favorable o cuando rodamos a rueda de otro ciclista.
Un tremendo avance en el ciclismo indoor que ha dado lugar incluso a la celebración de campeonatos de ciclismo bajo este formato. Sin embargo, este tipo de rodillos plantea el problema de tener que realizar un desembolso considerable por lo que habrá que valorar si preferimos pedalear en la calle en condiciones difíciles o, durante estos meses, elegimos la comodidad de nuestra ‘habitación del dolor’ donde podremos realizar unos entrenamiento tan efectivos como los que haríamos en el exterior.
Por otra pare, si sólo pretendemos tener un rodillo para salvar algún día puntual o calentar antes de una carrera, las marcas aún disponen en sus catálogos de modelos asequibles. En el caso de utilizar un rodillo de los que presionan la cubierta trasera la recomendación es sustituir esta por un modelo específico aunque también nos puede servir una cubierta vieja ya que el desgaste que generan en la goma es importante.
Aquí, los modelos tradicionales de tres rulos se han convertido en los preferidos a la hora de calentar antes de una carrera y que, con buen desarrollo también nos pueden servir para salvar algunos entrenamientos. Además este tipo de rodillos ocupan un espacio mínimo en casa y nos permiten mejorar nuestro dominio de la bici a la vez que hacen más entretenida la sesión de entrenamiento al requerir toda nuestra atención.