Julian Alaphilippe Campeón del Mundo 2020
Comenzaba el día raro con las primeras bajas antes de comenzar incluso la carrera. El protocolo de seguridad de la UCI funcionaba y detectaban el positivo de Lutsenko. El corredor de Astana se quedaba en cuarentena y no tomaba la salida.
Cómo transcurrió la jornada del Campeonato del Mundo 2020
Tras la primera baja, por coronavirus, empezaba la jornada con un par de vueltas al circuito con algún conato de fuga, pero poca cosa. Nada que asustase. Paso Por la Cima Gallisterna con Suiza a la cabeza que reducía cualquier fuga. Obviamente, Suiza confiaba en Hirschi, aunque acabaría desinflándose. Esa fuga, sin ningún español, no tenía mucha credibilidad e incluso poco a poco los corredores se iban desinflando y bajando el ritmo, descolgándose y siendo absorbidos por el pelotón.
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Realmente, hasta a falta de 100 kilómetros, la cosa no se puso seria. El pelotón imprimió un ritmo infernal y poco a poco los corredores menos finos se fueron descolgando. ¿Y quién estaba endureciendo la carrera? Cómo no, el equipo francés que a la vez resguardaba a Alaphilippe en su interior. Le estaban preparando la carrera perfecta a Alaphilippe, algo que a la postre les saldría de caramelo. A 70 kilómetros de meta este ritmo terminó por finiquitar la escapada. El bloque arcoíris se dirigía al tramo final y el grupo se había reducido bastante.
Mientras tanto, los corredores salvando situaciones complicadas, como el cambio de bici de Pogacar a unos 60 kilómetros de meta, que hizo que perdiese contacto con el grupo de cabeza. Pero el esloveno, actual ganador del Tour de Francia, demostró su fortaleza y se reenganchó. De hecho, incluso pegó un ataque a unos 40 para meta. El esloveno fue de los más combativos, de haber maillot rojo se lo hubiese llevado.
Pero Dumoulin y Landa se encargaron de echar por tierra las aspiraciones de Pogacar. Muy bien el español, que se unió a un grupito fuerte formado por Nibali, Landa, Van Aert y Urán. Gallos en alto. Pero entre ellos, en la última ascensión a la Gallisterna, emergía la grandísima figura de Alaphilippe. Faltaban unos 15 para meta y aún había esperanzas por detrás de cogerle.
Pero ya sabemos cómo baja el tipo. Abrió 4 segundos más bajando y se plantó en los últimos 10 kilómetros con unos 13 segundos de ventaja. Las indecisiones por detrás presagiaban su victoria también.
Y lo que se preveía en la última media hora se hizo realidad. Así como los sueños de Alaphilippe.
Alaphilippe se cubre de oro en el Campeonato del Mundo de Imola
Impresionante ver cómo Julian Alaphilippe entraba en meta. Por muchas razones. Por el gran corredor que es. Porque este circuito le iba al pelo, aunque el año pasado también partía como favorito y acabó derrotado. Porque ha hecho historia y porque nadie duda de que se lo merece. Pero sobre todo, verle entrar a meta fue emocionante porque entró llorando.
Gestos de rabia, manos a la cabeza, golpes al aire y lágrimas en el rostro del francés. Recordemos que su padre falleció hace escasas semanas durante la celebración del Tour de Francia. Seguro que lo tenía en mente cuando apretaba en las últimas curvas de este circuito de Imola que fue un escenario a la altura del campeón.
Brillantísimo Alaphilippe, que pasa a formar parte del exclusivo club de los arcoíris.
Por detrás, en el grupo perseguidor, con Van Aert no peleó nadie. Se llevó una plata sobrada en el sprint. Así que sólo faltaba por dirimir el bronce, que se colgó Hirschi. El suizo fue de más a menos en el sprint, pero le valió para conservar el metal ante la mordiente que se le venía encima. Entraron a 24 segundos finalmente.
Buen papel de España, aunque como siempre, falta un corredor con perfil ganador. Un campeón. De hecho, ese aura de campeón sólo lo conservó Valverde, que entró a 53 segundos y fue el primer español en cruzar la meta.