Bicicletas de Gravel vs Ciclocross ¿qué diferencias hay?
Así, a ojo, no es muy sencillo distinguir entre una bicicleta de ciclocross y una gravel. Esto responde a que las dos tienen manillar con caída, las dos cuentan con un cuadro rígido ‘de carretera’ y las dos lucen cubiertas con tacos. Pero eso no significa que sean iguales. Hay diferencias, que responden a la función de cada una. Aquí abajo repasamos algunas de las principales.
Ciclocross y gravel, dos propósitos muy distintos
Lo primero que hay que saber es que, mientras las bicis CX están diseñadas para las carreras de esta disciplina (alrededor de una hora de altísima intensidad con curvas muy cerradas y habitualmente tramos que superar a pie), las gravel, surgidas hace unos pocos años, son más ‘todoterreno’ y buscan adaptarse a jornadas más largas y a casi cualquier tipo de superficie.
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Pero eso determina una serie de diferencias, empezando por la geometría del cuadro. Este suele ser más corto en cross, con unas vainas especialmente reducidas y una posición del ciclista más erguida, para hacer que la máquina sea lo más reactiva posible. También será muy ligera (para facilitar echársela al hombro) y aerodinámica.
Las gravel, por su parte, se centran menos en estos aspectos, y presentan una geometría más relajada, habitualmente con un eje pedalier más bajo. Porque se supone que sobre ellas pasarás varias horas, a una velocidad más reducida, en lugar de realizar un esfuerzo concentrado. Además, el tubo superior en estas suele estar más inclinado, mientras que en las CX es recto, como en carretera.
El enfoque ‘profesionalizado’ en el ciclocross también impone un ancho máximo de las ruedas. Las reglas de la UCI no permiten más de 33 mm, por lo que la mayoría de estas bicicletas (también la tuya, aunque no la compres para competir a ese nivel) vendrán preparadas para ese ancho. Las otras, sin embargo, montan hasta de 50 mm. Eso, sin contar con que las cubiertas también suelen ser diferentes. Las de CX son más finas y ligeras, mientras que las de gravel tienden a ser más resistentes.
Los desarrollos, un detalle revelador
Si no sabes lo que es la bici que tienes enfrente, quizá lo más útil sea echarle un vistazo rápido a los desarrollos que monta. La mayor parte de las de ciclocross son monoplato, y tampoco tienen una gran amplitud en lo que a coronas se refiere. ¿Por qué? Porque, simplemente, las características de los circuitos no lo exigen, y sería añadir peso de manera inútil.
Así que, si es biplato, casi seguro será una gravel. Ahora bien, también las hay de este segmento con un solo plato. Pero, en este caso, contará con un cassette bastante importante. Si es monoplato y no cuenta con mucha variedad de piñones, apostamos a que estás ante una CX.
Otros detalles
Pero no hemos acabado de jugar a ‘las siete diferencias’. Por ejemplo, el manillar por lo general es más estrecho en ciclocross (hasta 50 cm) que en gravel. Y estas últimas llevan muchos más accesorios. Guardabarros, bolsas de bikepacking y varios portabidones, por ejemplo, son territorio exclusivo del gravel.
De hecho, las de cross llevan un portabidones o, a veces, ninguno. No porque sus usuarios sean superhombres que no beben, sino porque se supone que, en una hora de esfuerzo, no da tiempo a vaciar más de un bidón.
Todo esto, claro, sin entrar en el reino de las curiosísimas monster gravel, ese híbrido de MTB, gravel y cross de las que ya te hemos hablado con anterioridad. Ahora que ya sabes cómo distinguir estos dos tipos de bicicletas, solo te queda decidir por cuál te vas a decantar.