¿Puede Biniam Girmay ser la primera estrella negra del ciclismo?
Nació en Asmara, la capital de Eritrea, en el año 2000, empezó a dar pedales a los 13 años y ahora, a los 21, va camino de hacer historia en el que es (digámoslo con claridad) uno de los deportes más blancos que existen a día de hoy. Biniam Girmay puede convertirse en la primera gran estrella negra del ciclismo. Tiene el talento, tiene las piernas, tiene la ambición, y ya ha demostrado que puede aguantar la presión de echarse un equipo a las espaldas. Tendrá 25 años cuando se dispute el primer Mundial en su continente, en Ruanda. ¿Estamos ante el Lucho Herrera de África?
África, un continente olvidado
La realidad es que, a partir del pequeño grupo de países de Europa occidental que lo coparon hasta los años 70, el ciclismo de carretera se ha ido abriendo al mundo poco a poco en las últimas cuatro décadas. Han entrado progresivamente estadounidenses, sudamericanos, australianos y europeos del Este. Incluso kazajos. Pero aun hay pocos profesionales negros, y todavía ninguno ha llegado a la categoría de crack.
De hecho, el Tour de Francia llevaba más de un siglo de historia cuando, en 2011, el francés Yohann Gene se convirtió en el primero en disputarlo. Al año siguiente, el eritreo Daniel Teklehaimanot hizo historia en la Vuelta a España, abriendo camino a los africanos negros. Y hubo que esperar a 2015 (hace solo 7 años) para que ese hito se cumpliera también en el Tour, con el propio Teklehaimanot y su compatriota Merhawi Kudus.
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Como se ve, ha sido solo en los últimos 10 años cuando el pelotón ha empezado a nutrirse de corredores de tez oscura, sobre todo provenientes de Eritrea (una antigua colonia italiana donde hay verdadera pasión por las dos ruedas): los citados Teklehaimanot y Kudus, Natnael Berhane, Amanuel Ghebregzabhier o el joven Natnael Tesfatsion, casi todos ellos pasados a profesionales con el hoy desaparecido equipo africano Qhubeka. También hay que contar al sudafricano Nic Dlamini.
Y, aunque todos tienen sus triunfos (los más importantes quizá sean el Tour de Turquía vencido en 2013 por Berhane y la clasificación de la Montaña de Dauphiné, que se llevó Teklehaimanot en 2015 y 2016), por ahora, ninguno de ellos ha llegado a la categoría de estrella, ni de líder de un equipo, ni en grandes vueltas ni en clásicas (sí, es cierto que Chris Froome nació y creció en Kenia, pero también que ha disfrutado de los privilegios de tener la piel blanca y un pasaporte británico). Al menos, hasta que llegó Biniam Girmay.
Clasicómano y sprinter que va bien para arriba
Tras empezar a correr en bici a los 13 años en su Asmara natal, a los 18 Girmay llamó la atención del World Cycling Center (WCC), el equipo fundado por la UCI para ayudar a promocionar a corredores de países sin una gran infraestructura ciclista. Se trasladó así a Aigle (Suiza), al lado de la sede del organismo, y empezó a competir en carreras europeas en categoría junior. Aquel año, él fue uno de los pocos capaces de batir en alguna ocasión a Remco Evenepoel en su intratable campaña como junior.
Pero fue al año siguiente cuando de verdad explotó. Ganó una etapa de cada una de las dos grandes competiciones africanas, el Tour de Ruanda y La Tropicale Amissa Bongo de Gabón. Y luego disputó el Tour del Porvenir, donde quedó quinto en la última etapa de montaña... eso, a pesar de ser más bien un sprinter. Aunque lo cierto es que el eritreo se maneja bien cuando la carretera se empina, e incluso tiene dotes para entrar en esa categoría tan borrosa de los 'puncheurs'; hombres con gran punta de velocidad pero que prefieren finales en repechos o en grupos más o menos reducidos. Como Alejandro Valverde, Diego Ulissi o Julian Alaphilippe.
En 2020, Girmay pasó a profesionales con el modesto equipo francés Delko y, tras vencer de nuevo en Gabón, tuvo la oportunidad de correr en lugares como la Étoile de Bessèges, la Vuelta a Burgos, la París-Tours o el Scheldeprijs. Hasta que, en 2021, llegó su gran año. Con el anuncio de la desaparición de Delko, fichó por Intermarché-Wanty-Gobert, donde comenzó con un prometedor Tour de Polonia, en el que hizo varios buenos puestos. Y, en septiembre, obtuvo su primera victoria en el circuito élite europeo: la Classic Grand Besançon-Doubs, donde se impuso a Andrea Vendrame o Nairo Quintana.
Un mes después, se convirtió en un auténtico héroe nacional, al conseguir la primera medalla para Eritrea en un Mundial de Ciclismo (y la primera para todo el continente africano). Con su plata en categoría Sub-23, Biniam Girmay pasaba, de la noche a la mañana, a ser uno de los nombres más repetidos en los mentideros ciclistas, y una de las promesas con más 'hype' para 2022. Incluso las autoridades de su país (uno de los más pobres de África, y controlado por una férrea dictadura) le organizaron un desfile a su regreso de Flandes.
¿Un campeón del mundo africano en Ruanda 2025?
Sin embargo, la presión no ha podido con este joven corredor, que actualmente vive en San Marino junto a sus compatriotas Berhane, Tesfatsion y Ghebreigzabhier. No hizo falta esperar mucho para verle triunfar entre los mayores. Ya en la Challenge de Mallorca, en su segunda carrera de la temporada, venció el Trofeo Port d'Alcúdia. Fue en el sprint de un grupo reducido, después de que el ritmo del equipo Movistar descolgara a varios de los velocistas puros en el Coll de Sa Batalla. Pero, aun así, se adelantó con aparente facilidad a hombres como Ryan Gibbons, Giacomo Nizzolo, Michael Matthews o Pascal Ackermann.
Para esta temporada, sus objetivos pasan por debutar en el Giro de Italia (donde tendrá diversas oportunidades) y por un intenso calendario de clásicas que se adaptan a sus capacidades: Milán-Sanremo, Amstel Gold Race... Eso sí, seguramente tenga que trabajar en ellas para el gran fichaje del equipo belga este año: el noruego Alexander Kristoff. Aunque eso también significa que podrá aprender de él, como decía el propio Biniam en la concentración de inicio de temporada: "Aprovecharé la experiencia de Kristoff en carreras como la Milán-Sanremo, que él ya ha ganado".
De hecho, nuestro protagonista es solo uno de los cinco sprinters con que cuenta Intermarché-Wanty-Gobert este año (junto a Kristoff, Gerben Thijssen, Boy Van Poppel y Andrea Pasqualon), por lo que tendrá que compartir los focos. Pero su sueño, en realidad, es convertirse en un gran clasicómano, y su monumento favorito es la París-Roubaix. En la que este año, en principio, no participará... excepto que haya cambio de planes.
Eso sí, la mirada de este hombre que puede convertirse en la primera estrella negra del ciclismo ya está puesta más allá de 2022. Concretamente, en 2025, cuando Ruanda organizará el primer Mundial de Ruta en tierras africanas. Al anunciarse, Girmay lo compartió con gran entusiasmo en sus redes sociales. Para entonces, tendrá 25 años, quizá la edad perfecta para un sprinter.
Y sabe que, a menos que lleguen nuevos talentos, él puede ser la gran esperanza del continente para hacerse con una medalla de oro. El primer campeón del mundo negro coronado en el corazón de África sería un momento inolvidable e icónico para el mundo de la bicicleta. Y uno que cambiaría la historia para siempre.