Balaclavas y cascos imposibles, la última tecnología para ahorrar décimas de segundo
La importancia de la aerodinámica en el ciclismo actual de competición tiene su máxima expresión en las pruebas contrarreloj donde las soluciones para arañar segundos al crono resultan cada vez más espectaculares y llamativas, en especial, en lo que refiere a los cascos aerodinámicos.
Cuando estética y aerodinámica no van de la mano
En estos últimos días, quienes seguimos las carreras ciclistas hemos podido disfrutar de dos contrarrelojes, la individual que abría la competición en Tirreno-Adriático y la innovadora prueba por equipos que planteada por la organización de París-Niza. Una disciplina bastante ninguneada en los últimos años y que, sin embargo representa la máxima expresión del esfuerzo del ciclista y donde la influencia de material en el resultado final sube muchos enteros respecto a las habituales pruebas en línea.
Con las bicis constreñidas en su desarrollo por las normas fijadas por la UCI, pese a la mayor permisibidad concedida a las marcas en los últimos años, los equipos tratan de mejorar la aerodinámica del propio ciclista que, no olvidemos, supone el 80% de la resistencia ofrecida al avance respecto a la bici.
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A un intenso trabajo invernal para lograr la posición de menor coeficiente aerodinámico y que a su vez permita desarrollar toda la potencia contenida en las piernas del ciclista, se le unen las mejoras en los monos de crono con tejidos extremadamente aerodinámicos y cortes ceñidos al máximo y, el que sin duda es el aspecto más llamativo, el casco aerodinámico, uno de los elementos que más influencia tiene en la mejora de la aerodinámica.
El casco aerodinámico cumple la función, no sólo de ofrecer una superficie perfilada que penetre al viento, sino también de guiar el flujo de aire que lo rodea para que continúe ceñido al cuerpo del ciclista de la forma más progresiva posible para evitar al máximo que se generen turbulencias que aumenten el arrastre aerodinámico.
Tradicionalmente esto se conseguía con alargados cascos con la clásica forma de gota de agua que se alargaban hasta seguir la línea de la espalda del ciclista. Sin embargo, la limitación entonces a la hora de analizar la penetración al viento no mostraban que, en cuanto la cabeza se movía de esa posición ideal o entraba en juego el viento lateral, su eficacia bajaba muchos enteros.
Carenados para la cabeza
Así se podría calificar la evolución de los cascos aerodinámicos de contrarreloj en los dos últimos años. Una tendencia que sin embargo inauguró años atrás POC, con el lanzamiento de su modelo Tempor, un casco que acabó saliendo de su catálogo en una época donde la tendencia era modelos redondeados y que ha vuelto a la palestra con la nueva tendencia de integrar el casco en el cuerpo del ciclista al máximo posible.
El Tempor, utilizado por los ciclistas de EF Education-EasyPost que, por cierto, se están marcando un notable inicio de temporada, rompía con todo lo conocido en su momento con un diseño cuyo perfil crecía a lo ancho para guiar de forma más eficiente el flujo hacia los hombros del ciclista.
La pasada temporada, el desarrollo de cascos de contrarreloj volvió a la palestra con la llegada del casco Specialized S-Works TT5, no sólo por la llamativa balaclava que incorpora, destinada por un lado a hacer más aerodinámica la cara del ciclista, sobre todo en lo que refiere a las orejas, sino también logra un flujo limpio de aire de ventilación por el interior del casco, sin las turbulencias generadas por el pelo del ciclista. Además, ayuda a que el ciclista mantenga la cabeza en la posición más aerodinámica. A ello hay que sumarle, al igual que en el caso del POC, una estructura más ancha y con unos laterales que bajan más buscando el mismo objetivo, una mayor integración en los hombros del ciclista para que la transición sea más suave.
Un enfoque diferente es el de Kask con el nuevo casco que utilizan los ciclistas de INEOS Grenadiers. Un casco que también crece en anchura aunque y, aunque mantiene un diseño compacto y redondeado, también busca guiar adecuadamente el flujo de aire hacia los hombros del ciclista pero usando un método diferente. Lo consigue gracias a su enorme visor que cuenta con unas pequeñas aletas deflectoras para tal fin.
El último en incorporarse a esta nueva tendencia de cascos radicales es el Sweet Protection Redeemer 2Vi Mips que utiliza el Uno-X. Un casco mucho más prominente en la parte frontal y que exige del ciclista una posición de cabeza y cuello más alineada. Su principal innovación la encontramos en esta parte frontal donde se sitúa una generosa entrada de aire cuya misión no es de ventilación sino aerodinámica, acelerando el flujo de aire que va por el interior para dirigirlo adecuadamente a la salida del mismo hacia los hombros.
Detalles de equipamiento que pueden marcar la diferencia en una disciplina tan tecnológica como la contrarreloj y que contrasta con los modelos con diseños más o menos tradicionales que aún seguimos encontrando en muchos equipos de la máxima categoría.