Los ciclistas profesionales cambian las concentraciones en altura por hoteles con habitaciones de hipoxia
En la pretemporada 2022 el contrarrelojista Victor Campenaerts y el prometedor clasicómano Florian Vermeesch, del equipo Lotto-Soudal, hicieron el check-in en un resort de Denia, pasaron la noche a la altura de la cima del Teide y, por la mañana, se fueron a entrenar al nivel del mar.
¿Magia? No, es lo que ofrece el nuevo Syncrosfera alicantino, y otros establecimientos similares, que están creando una polémica tendencia en el pelotón. Porque, cada vez más, los ciclistas profesionales están cambiando las concentraciones en altura por hoteles con habitaciones de hipoxia.
Considerados doping en países como Italia o Noruega, pero permitidos en muchos otros, cada vez son más populares. ¿Quieres saber cómo funcionan?
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El concepto de las cámaras hipóxicas, que permiten reproducir las condiciones de la altura rebajando el contenido de oxígeno en el aire (y aumentando los glóbulos rojos), es desde luego curioso, aunque no particularmente novedoso. Empezaron a popularizarse a principios de los años 2000, pero generalmente, hasta el momento, se trataba de una especie de tienda de plástico que recubría la cama del deportista.
Hace tres años, te hablamos de que Mathieu Van der Poel usaba una. También el propio Campenaerts las ha empleado con frecuencia, y se cuenta que, durante el confinamiento de 2020, incluso llegó a dormir a una altitud simulada de 10.000 metros, donde hay tan poco oxígeno que supone incluso un riesgo para la salud.
Pero, en declaraciones al periódico belga Het Nieuwsblad, el rodador de Lotto-Soudal aseguraba estos días que el hotel es mucho más cómodo: "Cuando duermes en una cámara de hipoxia, tienes que poner un orinal al lado de la cama, para no salir del plástico si te entran ganas de ir al baño". Aquí, no solo el servicio está a la misma altura que el resto de la habitación, sino que el dúo (al que después se unió otro pro del mismo equipo, Brent Van Moer) hasta puede comer a 3.000 metros. "Tenemos cuatro habitaciones, y utilizamos una como salón, para pasar más tiempo en una cuota más alta", decía el actual posesor del Récord de la Hora al medio belga Sporza.
La altitud se controla con una pantalla, igual que el aire acondicionado en cualquier hotel. "Normalmente, simulo unos 3.000 metros, pero si hemos tenido un día muy duro de entrenamientos, lo bajo a 1.500 para que mi cuerpo descanse mejor. Eso no lo puedes hacer en el Teide. No puedes coger y, después de entrenar, decir: vale, hoy duermo a mitad de montaña", apuntaba en Het Nieuwsblad.
Evidentemente, estos 'hoteles de altura' están pensados para sustituir a las concentraciones en lugares como Sierra Nevada, Canarias, Colombia o Ruanda, donde en principio tenían previsto ir los del Lotto-Soudal. Y ofrecen ciertas ventajas respecto a estos sitios naturalmente elevados; sobre todo porque, en los últimos años, se ha impuesto la tendencia a dormir en altura y entrenar abajo. La mayoría de ciclistas bajan en coche a Granada desde Sierra Nevada para coger la bici, y Alejandro Valverde ya ni siquiera duerme arriba, sino a media altura, a unos 1.600 metros.
Kolobnev y Valjavec, ex ciclistas y hoteleros (de altura)
La idea genial de Syncrosfera, además, está en presentarse como un resort wellness para deportistas de alto nivel, con su propia clínica, piscina y servicios de fisioterapia, estudio biomecánico, test de VO2 Max... Y todo esto, nada menos que en la costa alicantina, donde la mayoría de equipos profesionales del pelotón internacional realizan las concentraciones de inicio de temporada, en estos meses de invierno.
De hecho, el UAE Emirates de Tadej Pogacar también se ha hospedado en este hotel (aunque, por extraño que parezca, desde la estructura aseguran que ninguno de los corredores usó las habitaciones de hipoxia), y el Alpecin-Fenix de Van der Poel y el Groupama-FDJ de Thibaut Pinot tienen previsto quedarse en él. Los medios belgas incluso hablan de que el Real Madrid y el Barcelona tendrían reservas para los próximos meses, aunque no parece haber nada que lo confirme.
Detrás de este negocio está un viejo conocido del mundo del ciclismo: el ruso Alexandr Kolobnev. Gregario de Joaquim Rodríguez en Katusha, fue un ciclista notable: ganador de la primera edición de Strade Bianche (cuando aun se llamaba Monte Paschi Eroica), segundo en los Mundiales de 2007 y 2009, medalla de bronce en Pekín después de que Davide Rebellin fuera desposeído por dopaje... Aunque lo que más parece recordarse de él es aquella Lieja-Bastogne-Lieja de 2010 en la que se rumorea que Vinokourov le ofreció 150.000 euros por dejarse ganar (algo que llegó a los tribunales y nunca pudo probarse, todo sea dicho). Retirado en 2016, decidió montar este hotel en Denia.
Por cierto, otro establecimiento con habitaciones hipóxicas ya existe desde hace años en las montañas de Eslovenia, muy cerca de la frontera con Austria, y también lo regenta un ex ciclista. Se trata de Villa Triglav, al que el periodico italiano La Repubblica se refirió una vez como 'Gran Hotel Doping'; una referencia al caso en que se vio envuelto en 2009 su propietario, Tadej Valjavec. Este fue uno de los primeros ciclistas eslovenos que conocimos (junto con Andrej Hauptmann), y llegó a entrar en el top 10 de Tour y Giro antes de su retirada en 2010.
Por ahora, sin embargo, las cámaras o habitaciones de hipoxia están permitidas por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). En 2006, el comité ético de este organismo planteó prohibirlas por considerar que "probablemente sean contrarias al espíritu del deporte", pero finalmente se descartó tomar esa medida. Quienes sí las consideran doping son países concretos, como Italia o Noruega. Pero, dado que son legales en España, Francia, Bélgica u Holanda, cada vez está más extendido su uso entre los profesionales. ¿Estamos ante un nuevo paradigma en el ciclismo, o la presencia de algo tan visible como el hotel de Kolobnev en nuestro país hará que la AMA se replantee el asunto?