Qué es una ciclocalle y en qué se diferencia de un carril bici

Ciclismo Urbano 25/05/23 14:28 Sergio P.

A menudo los dirigentes de los distintos ayuntamientos, con el auge de la bici como actor importante en la movilidad urbana. Propuestas que habitualmente se centran en la construcción de carriles bici tratando de emular a los países del norte de Europa, sin pensar si es la mejor solución a la estructura de nuestras ciudades o si existen otras alternativas como son las ciclocalles.

Ciclocalle o como legitimar a la bici en la circulación

¡Carril bici, ya! Llevamos décadas escuchando este mantra por parte de aquellos que dicen apostar por la bici como protagonista de la movilidad urbana. Carril bici porque es lo que hacen en lugares como Países Bajos, Bélgica, Dinamarca o Alemania, y allí hay muchas bicis. Décadas sin ni siquiera plantearse si es la opción que necesitan los ciclistas en sus desplazamientos.

Incluso, en los países bajos están empezando a comprobar que los carriles bici tal como los conocemos no son lo ideal en muchas ocasiones y que a menudo crean más problemas de los que resuelven, a los casi 300 ciclistas muertos el año pasado en este país nos remitimos, por lo que han empezado a implantar las llamadas fietsstraat, o calles con tráfico calmado en donde la bicis comparten el espacio con los vehículos motorizados.

Desde los círculos que defienden la segregación del ciclista critican esta solución bajo el dogma de que bicis y coches jamás pueden circular juntos y consideran que es una forma de falsear las cifras de kilómetros de carril bici construidos sin plantearse que en ningún momento las ciclocalles pretenden ser carriles bici sino una opción de legitimar a la bicicleta en el tráfico.

Más allá de los carriles bici

Habitualmente se tiene a llamar carril bici a toda vía que incluya el símbolo de una bicicleta. Sin embargo hemos de diferenciar entre lo que es o no carril bici. Esencialmente hay una palabra que se asocia a este tipo de vías: segregación, es decir, separar a las bicis de los vehículos motorizados.

Dentro de las vías ciclistas, el término genérico que engloba a los lugares creados para la circulación de bici encontramos diversas tipologías. Por un lado las aceras bici, que son vías construidas ocupando parte del espacio peatonal y, por tanto, compartidas con quienes caminan. Una de las opciones más habitualmente usadas por los ayuntamientos al suponer poca afectación al tráfico pero, por contra, atenta contra el espacio reservado a la parte más débil de la circulación, los peatones que supuestamente gozan de prioridad frente a las bicis aunque la realidad dicta que no es así.

Cuando las vías ciclistas se sitúan a nivel de calzada, efectivamente, se denominan carriles bici. Entre ellos encontramos diversas tipologías, desde aquellos que son apenas una banda pintada en uno de los laterales de la calzada hasta aquellos que están totalmente protegidos y separados de la misma sin ninguna interacción con el tráfico como los que se pueden encontrar en zonas interurbanas.

Por último, tendríamos las denominadas pistas bici que serían trazados completamente independientes a las carreteras y que se destinan al uso por parte de las bicicletas. En España el ejemplo más claro de pistas bici serían las denominadas vías verdes que aprovechan antiguos trazados ferroviarios para construir vías ciclistas.

Por su parte, las ciclocalles proponen otra solución. Frente a la segregación, las ciclocalles apuestan por la integración de la bici en el tráfico y el compartir el espacio. Para lograrlo se apoyan en una señalización específica y en el calmado de tráfico en estas vías mediante la limitación de velocidad ya sea por señalización o aplicando medidas como pasos de peatones elevados o semáforos que eviten los excesos por parte de los vehículos motorizados.

Una opción que fue implementada en muchas ciudades tras el boom ciclista que produjo el final de los confinamientos por la pandemia y con el que muchos ayuntamientos provocaron el equívoco al denominarlos como carriles bici. De hecho, desde los colectivos pro carril bici se acuñó el término despectivo de timocarril para definirlos sin pararse a pensar que ni son carriles bici ni pretenden serlo sino que son una apuesta por legitimar la circulación de la bici integrada en el tráfico algo que, por otra parte ya recogen las leyes vigentes y que, en mayor o menor medida, amplían las ordenanzas de circulación de cada municipio, quienes cuentan con la competencia para la regulación del tráfico en su entorno.

La bici es un vehículo

Si una ciudad fue pionera en la integración del a bici en el tráfico esa fue Madrid, que desde hace años cuenta con una Ordenanza de Movilidad Sostenible en la que se garantiza la circulación de la bicicleta de igual a igual con el resto de vehículos, algo que, para aquellos que ven inconcebible que bicis y coches convivan en el mismo espacio resulta poco menos que una herejía.

Sin embargo, aspectos tan sencillos como que las bicis tenían la obligación de utilizar la totalidad del carril por el que fueran circulando, la señalización en estos carriles con grandes pictogramas que recordaban al coche este hecho o la implantación del sistema de bicis públicas Bicimad, hicieron común que en una ciudad enorme como es Madrid, habitualmente calificada como jungla de asfalto, las bicis se convirtieran en una imagen habitual pese a que se la siga calificando como hostil en los círculos partidarios de las vías segregadas.

Y es que desde estos ámbitos se suelen citar ejemplos que han apostado plenamente por la segregación como Sevilla, Valencia o Barcelona. Ciudades que han invertido ingentes cantidades de dinero en vías ciclistas sin pararse a pensar si realmente su presencia hace que los conductores dejen su coche por la bici. Claro que hay más bicis en estas ciudades aunque, a menudo, en detrimento de otros medios de transporte mucho más democráticos como son caminar o el transporte público. Es realmente ínfimo quienes renuncian a su coche en favor de la bici. Sin embargo, se sigue confundiendo el objetivo. Estos colectivos hablan siempre de más bicis, pero ninguno habla de menos coches.

Utilizar lo existente

Entre las ventajas de las ciclocalles habría que destacar una clara: son infraestructuras que ya existen y en las que no se hace más que priorizar el uso por parte de las bicis mediante la correspondiente señalización y, en muchos casos, la limitación del tráfico motorizado permitido a residentes y servicios.

Se trata de una solución sencilla para unas ciudades que a no más tardar van a tener que implantar Zonas de Bajas Emisiones para poner coto a la incipiente contaminación que sufren, provocada por la incidencia del tráfico rodado.

Aparte, al ser vías ya existentes se evita la construcción de vías con trazados imposibles como los que habitualmente realizan las vías ciclistas y se detiene a invasión que continuamente, cada vez que se construye una vía ciclista, se produce del espacio del peatón.
Por otro lado, la última modificación del Código de Circulación, que fijaba una limitación a 30 km/h de todas las vías urbanas con un carril por sentido, hace que la convivencia entre bicis y vehículos sea más sencilla, claro está, siempre que los ayuntamientos implementen medidas para el cumplimiento efectivo de esta limitación, ya sean reductores, radares, semáforos, pasos de peatones elevados o cualquiera de las múltiples soluciones existentes.

buscando

Newsletter

Suscríbete a nuestro newsletter y recibe todas nuestras noticias. Mountain bike, consejos sobre entrenamiento y mantenimiento de tu bike, mecánica, entrevistas...

¡Estarás al tanto de todo!