¿Puede un coche autónomo elegir matar a un ciclista?
Desde que el pasado marzo una mujer muriese a causa del impacto de un coche autónomo, el debate ético en torno a la forma de actuar de estos vehículos en casos de conflictos de este tipo se ha abierto por completo. El coche autónomo y el ciclista entran en conflicto cuando el automóvil decide salvaguardar a su conductor a costa de impactar a un objeto cualquiera, aunque este sea una persona en bicicleta, mucho más vulnerable.
El accidente más grave entre un coche autónomo y un ciclista
En aquel accidente, el coche autónomo sí que reconoció a la ciclista, pero lo hizo tarde, después de identificarla 6 segundos antes pero no actuar por automatizarse como un objeto identificable. Solo en el último segundo identificó la bicicleta y decidió frenar, pero los 5 segundos precedentes se los pasó barajando opciones sobre qué hacer. Lo que hizo fue provocar una víctima mortal, y por eso se empezaron a poner en entredicho las decisiones que podría tomar el coche autónomo en determinados contextos.
Los dilemas éticos sobre los coches autónomos
Normalmente, esto se trató de una excepción: el coche autónomo no identificó a la bicicleta y cuando lo hizo ya fue tarde. Pero el dilema es mucho más importante: en caso de elección obligada ante un accidente inminente, cómo puede una máquina resolver conflictos éticos. El ejemplo más evidente que se suele poner es el de un coche autónomo que debe decidir entre tener un accidente con otro vehículo, o evitarlo invadiendo con ello zonas de circulación de peatones o carriles bici, por ejemplo. ¿Qué haría en estos casos?
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No son dilemas nuevos y de los coches autónomos con los ciclistas. En milésimas de segundo los conductores han tenido que decidir en un acto reflejo si chocar contra un elemento fijo, como un muro, pudiendo herir a los pasajeros del coche; o dar un volantazo para invadir zonas peatonales, pudiendo a su vez herir a los viandantes. Son dilemas éticos históricos que se resuelven en apenas fracciones de segundo y que los coches autónomos deben trabajar también para convertirse en elementos seguros en circulación.
El coche autónomo y el ciclista: una relación por estudiar
Dilemas como este se han expuesto en grupos de investigación para desarrollar la tecnología de los coches autónomos. Es sorprendente comprobar que los resultados varían incluso en función del país que responde. Pero la respuesta general fue que las personas que irían en el interior del coche autónomo prefirieron salvaguardar su propia vida al resto de opciones. Incluso si el resto de opciones ponía en juego más de una vida.
Pero lo que no se puso en práctica en todos estos experimentos fue la relación entre el coche autónomo y el ciclista. Y es que se tomaron a los ciclistas como meros peatones, obviando así cualquier particularidad del transporte en bicicleta y su coexistencia con los coches autónomos en muchos tramos de vía.
Y es que las bicicletas y otros tipos de transportes están creciendo y potenciándose en las ciudades cada vez más, y necesitarán que los coches autónomos identifiquen sin dudarlo su presencia. Los expertos indican que las bicicletas son el elemento más difícilmente identificable, ya que pueden ser pequeñas, se mueven no sólo en línea recta, y pueden cambiar de velocidad bruscamente.
Sistemas como Bike Sense ya avanzan en este hecho, avisando al conductor e incluso frenando si detecta un ciclista cercano, e impidiendo que se pueda abrir la puerta y no ocurra el famoso dooring. Las compañías de seguros también están atentas.
El objetivo final está claro: que el coche autónomo reduzca los accidentes, confiar más en la máquina, que respeta los límites de velocidad, no bebe alcohol, no experimenta ningún tipo de distracción y, sobre todo, responde mucho más rápido que el humano. Si esta realidad consigue aplicarse al coche autónomo al tiempo que respeta a los ciclistas, posiblemente el beneficio sea general y los ciclistas, cansados de verse vulnerables en estos accidentes e imprudencias, se sentirán más seguros.