Comer hidratos por la noche es malo ¿mito o realidad?
Tradicionalmente se ha desaconsejado en prácticamente todas las dietas el consumo de hidratos de carbono antes de ir a dormir con la creencia de que su ingesta, al no ser estos consumidos durante el descanso nocturno se transformarán en grasas, perjudicando el tan necesario control de peso. Un mito que poco a poco se va desterrando de las pautas nutricionales.
Cenar hidratos de carbono no te va a hacer engordar. Te explicamos por qué.
Los hidratos de carbono son, dentro de los macronutrientes, la principal fuente de energía del organismo máxime si pretendemos mantener un adecuado rendimiento sobre la bici. Pero el control del peso también es otro parámetro esencial para el ciclista y, a menudo, muchas dietas milagrosas a las que se suele recurrir abogan por la reducción radical de este nutriente sin tener en cuenta que las grasas, por muy abundantes que sean, no resultan suficiente para nuestras salidas en bici, sobre todo en esos días en los que la intensidad se eleva.
En el caso concreto de prescindir de los hidratos de carbono por la noche, estaríamos cometiendo un error que perjudicará nuestra recuperación si hemos entrenado por la tarde y, si lo vamos a hacer por la mañana, amaneceremos con los depósitos completamente vacíos y dependiendo únicamente del desayuno, comida que vamos a tardar varias horas en digerir y asimilar hasta que los nutrientes estén disponibles.
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Aparte, el cuerpo necesita hidratos de carbono durante la noche, tanto para alimentar a las neuronas como para favorecer la segregación de distintas hormonas como la melatonina y el cortisol, necesarias para conciliar correctamente el sueño y tener un descanso adecuado.
Obviamente, si nos hinchamos de hidratos de carbono, como esos ciclistas que devoran cantidades ingentes de pasta la noche antes de una marcha, sí que, además de llenar los depósitos de glucógeno vamos a tener un exceso que no vamos a consumir por la noche y que el cuerpo tendrá que almacenar en forma de grasas, en un proceso que, por otra parte, supone una actividad extra que puede perjudicar nuestro descanso.
Como en todo, en el punto medio suele estar la virtud, recurriendo a un aporte suficiente de hidratos de carbono y, ya que no los vamos a necesitar de forma rápida, reducir al mínimo el aporte de azúcares en favor de hidratos complejos de asimilación más progresiva.
La ingesta y procesado de los hidratos de carbono, como con cualquier otra comida, requiere al organismo un esfuerzo de procesado por lo que, como indicamos antes, puede perjudicar nuestro descanso. Por ello, procuraremos cenar con tiempo suficiente antes de ir a la cama para que el cuerpo pueda digerir correctamente la cena.
Una buena cena debería de priorizar las proteínas que serán de gran ayuda en el proceso de regeneración que se produce durante el descanso mientras que, entre los hidratos de carbono podremos elegir patata o algún otro alimento que aporte hidratos de carbono complejos que se absorberán de forma lenta y progresiva lo que, además, evitará picos de insulina que, por ejemplo, puedan hacer que nos despertemos a media noche con una sensación de hambre atroz.