Cómo le afectará a Pogacar estas exhibiciones de cara al Tour de Francia
El impresionante inicio de temporada de Tadej Pogacar pone sobre la mesa el debate de si el esloveno no estará hipotecando su rendimiento en el próximo Tour de Francia en el que tratará de recuperar el entorchado que le arrebató Jonas Vingegaard en la pasada edición, en muchos casos, sin tener en cuenta el valor real de las victorias conseguidas hasta el momento por el ciclista de UAE Team Emirates.
Que le quiten lo bailado a Pogacar
Estaba tardando en llegar el debate sobre la planificación de temporada de Tadej Pogacar y cómo pueden afectar los esfuerzos de esta primera parte del año al rendimiento que pueda tener a lo largo del Tour de Francia para el que, no olvidemos, aún quedan más de dos meses.
Para entender esta inquietud que estos últimos días han poblado las redes sociales tenemos que ponernos en el contexto del ciclismo de las últimas décadas. Un paradigma que estrenó Lance Armstrong en los años 90 y en el que el Tour de Francia, la carrera más importante del mundo, tenía total prioridad sobre todas las demás, reduciendo al mínimo las apariciones en competición enfocando estas como meros entrenamientos con dorsal en los que ir afinando el punto de forma de cara a la gran cita del mes de julio.
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¿Cuántos días debe descansar un ciclista a la semana?
Un paradigma que se contrapone con el que nos ofrecían desde los años 50 algunos de los ciclista más míticos de todos los tiempos: los Coppi, Bobet, Anquetil, etc. grandes nombres que han escrito la historia de este deporte y que tuvieron su máximo exponente en la figura de Eddy Merckx, el ciclista total que no sólo era capaz de ganar en cualquier terreno sino que ambicionaba la victoria sin especulaciones cada vez que se ponía un dorsal. Una filosofía que fue perdiéndose en la especialización con el pasar de los años y que únicamente ciclistas de la talla de Bernard Hinault o Sean Kelly consiguieron mantener viva durante los años 80.
Tras décadas de un ciclismo encorsetado, un soplo de aire fresco ha llegado con la última generación de portentos que vuelven a contar con la ambición para ganar en cualquier tipo de carrera y no rehuyen ningún reto por complicado que parezca. Generación que tiene como máximo exponente a un Tadej Pogacar que empieza a tener un palmarés de auténtico miedo.
Con dos Tour de Francia ya en su haber, el esloveno no se obsesiona con seguir acumulando maillots amarillos sin con alcanzar récords en la ronda gala pese a que no desdeñe esta carrera. Sin embargo, tal como se ha dejado entrever en declaraciones tanto suyas como de sus técnicos, la ambición de Pogacar pasa por seguir haciendo cosas nuevas, ganando en sitios donde no lo ha hecho antes y plantearse retos nuevos cada día.
El año pasado nos sorprendía con su presencia en las clásicas del adoquín, inimaginable hace unos años para un ganador del Tour. Rozó la victoria en nada menos que el Tour de Flandes, espina que un año después se ha sacado venciendo en su propio terreno a los más grandes del momento en este terreno, gente como Van der Poel y Van Aert que se han criado entre adoquines.
Se planteaba este año también la disputa de la Milán-San Remo, nada más alejado de las características de un escalador como él en una clásica que históricamente se ha definido como una prueba para velocistas, y de nuevo, ahí estuvo raspando la victoria que, estamos seguros, tarde o temprano acabará logrando merced a su ambición y prodigiosa capacidad física.
Temporada de ensueño
Si nos paramos a analizar la temporada de Tadej Pogacar a día de hoy, bien podría irse ya de vacaciones que lo conseguido cuando aún estamos en el mes de abril es mucho más de lo que la mayoría de profesionales conseguirá a lo largo de toda su carrera.
Repasando, en 18 días de competición atesora 12 victorias, comenzando por la de su debut en la clásica Jaen Paraíso Interior a la que siguió su inapelable triunfo en la Vuelta a Andalucía en la que, además de la general, se llevo tres etapas frente a un voluntarioso Enric Mas que trató de hacerle frente de forma infructuosa. Desde ahí, se dirigiría a la París-Niza, primer enfrentamiento directo contra Jonas Vingegaard que también se descantó en favor del esloveno junto a tres nuevos parciales.
Sin apenas descanso, arrancaba la campaña de clásicas primaverales. Obviaba Pogacar la participación en Strade Bianche, prueba que ya tiene en su colección, para enfocarse más en los adoquines, previo paso por la Milán-San Remo que la que tuvo que conformarse con un 4º lugar frente a ciclistas de mayor potencia bruta que él. Algo similar le ocurría en el maravilloso cara a cara contra Van der Poel y Van Aert en E3 Saxo Clasic donde trató de mil y una formas de desembarazarse de sus rivales para claudicar de nuevo ante sus vatios brutos al esprint.
Aprendía la lección Tadej para evitar las especulaciones en el Tour de Flandes, llevándose uno de los premios gordos de la campaña de las piedras y tachando una más en su lista de tareas pendientes. Tras obviar la París-Roubaix, prueba que se deja para un futuro más o menos cercano tras ver que puede tener a tiro uno de los retos más complicados del ciclismo como es la victoria en los cinco monumentos, se planteaba otro reto no menos exigente como vencer el triptico de las Ardenas en la misma temporada, algo que ningún ciclista logra desde que en 2010 lo hiciera Philippe Gilbert. De momento ya lleva dos: Amstel Gold Race y Flecha Valona. Veremos si es capaz de completar el reto el próximo domingo frente a un rival tan duro como Remco Evenepoel.
Pero ¿Y el Tour?
En nuestro país el aficionado al ciclismo, pese a la evolución de los últimos años en las que han ido descubriendo y valorando las clásicas, sigue aquejado de vueltocentrismo. Un ciclista puede ganar infinidad de carreras, algunas del máximo prestigio, pero si no vence en el Tour de Francia parece que no ha hecho nada.
Por suerte Tadej Pogacar no es de esa filosofía. Ya ha ganado el Tour de Francia y no se obsesiona con lograr récords en esta carrera. Por supuesto que la preparará como un objetivo primario, pero es una carrera más entre todas las que disputa. Carrera a la que acudirá con la misma filosofía con la que afronta cada día en que se pone un dorsal que es la victoria.
Podría pensarse, si tenemos en cuenta la filosofía de hace unos años que todos estos días de competición al máximo nivel estarán generando un desgaste excesivo en Tadej Pogacar que luego pasará factura en la ronda gala. De hecho su máximo rival Jonas Vingegaard apenas ha disputado tres carreras en lo que llevamos de temporada, tres vueltas: O Gran Camiño, París-Niza e Itzulia tras las que no volverá a la competición hasta el Critérium du Dauphiné, la puesta a punto habitual, junto a Vuelta a Suiza, de los aspirantes al Tour de Francia.
Pogacar sin embargo se ciñe a otro tipo de filosofía: la competición son los mejores entrenamientos de calidad, en los que más eres capaz de exigirte. Pruebas que además son una motivación extra y que son perfectamente tolerables por un ciclista de tan sólo 24 años y con las capacidades portentosas del esloveno.
Quizás hace unos años el exceso de competición podría acarrear una factura en forma de fatiga acumlada. Sin embargo, en el ciclismo actual, con el desarrollo experimentado en los últimos años en las metodologías de entrenamiento, capaces de medir cada mínimo parámetro de la fisiología del ciclista y de adaptar las cargas exactamente a lo que puede tolerar su físico sin comprometer la recuperación, es posible planificar una temporada con este nivel de exigencia.
Ahora, tras la disputa el próximo domingo de Lieja-Bastoña-Lieja, Tadej Pogacar pondrá fin a su primera mitad de temporada. Seguramente se tomará una semana de descanso, más que suficiente para un ciclista con sus increibles capacidades físicas, con salidas en bici cortas y suaves, antes de arrancar el bloque de entrenamientos enfocados al Tour de Francia donde, ahora sí, las competiciones desaparecerán de su calendario hasta la puesta a punto previa en el Tour de Eslovenia.
Dos meses, el periodo que los manuales deportivos marcan para una preparación específica, en los que seguramente no sabremos nada del ciclistas de UAE Team Emirates y en los que seguramente incluirá algún bloque de entrenamiento en altitud además de los reconocimientos de los lugares clave en los que se dilucidará el próximo Tour de Francia. Un trabajo oscuro y minucioso que, estamos seguros, presentará en la salida de Bilbao a un Tadej Pogacar en condiciones idóneas para lograr su tercer maillot amarillo, apoyado esta temporada en un equipo reforzado para este fin.