Cómo está influyendo el gravel en las bicis de carretera
Qué lejos quedan esos años en que se calificaba el gravel como un invento para vender bicis que acabaría fracasando. Hoy en día se trata de una disciplina plenamente asentada y de tremendo auge que, incluso, está marcando tendencias que acaba adoptando el ciclismo de carretera a la hora de añadir polivalencia a las bicis.
El gravel deja de ser el patito feo
Parece que sea una disciplina que lleva con nosotros toda la vida pero, sin embargo, el gravel como tal es una modalidad con en torno a una década de existencia. Sin embargo, actualmente ha alcanzado grandes cotas de popularidad y no es extraño ver este tipo de bicis ya sea por los caminos o por las carreteras, incluso reconocida por la UCI con su propio Campeonato del Mundo y el circuito de pruebas por todo el mundo Gravel Series.
Pero en sus inicios pocos fueron los que confiaron en este tipo de bicicletas. Muchos se referían a ellas como el enésimo intento de la industria por hacernos comprar una bici que no necesitábamos y las comparaban de forma despectiva con las efímeras fat bikes. Bicis que no hacía más que reinventar el moutain bike o el ciclocross en un quiero y no puedo que intentaba abarcar todo pero no cumplía adecuadamente en nada.
RECOMENDADO
¿Caducan los cascos de ciclismo?
Qué podemos hacer para intentar mejorar nuestra velocidad en subidas
Cuando Donald Trump se metió en el ciclismo: "El Tour de Trump será pronto tan importante como el Tour de Francia"
Lista completa con los ciclistas mejor pagados de 2024
Motivos para moverte con una eBike por la ciudad
Esta sesión de menos de 1 hora en rodillo te salvará el entrenamiento
Argumentos con poca justificación por parte de muchos que no habían probado lo que el gravel era capaz de ofrecer y que el tiempo ha terminado acallando. El concepto polivalente del gravel ha acabado enamorando a muchos ciclistas con un tipo de bicis capaces de proporcionar satisfacciones en una amplia variedad de situaciones: carretera, pistas de tierra, senderos, rutas de varios días, competición… y prácticamente todo a gran nivel dada la calidad y las soluciones técnicas que han ido adoptando estas bicis.
Unas innovaciones que incluso han trascendido a la disciplina del gravel y han acabado siendo adoptadas en mayor o menor medida por las bicis de carretera. Veamos cuáles han sido las más relevantes.
Las gran fondo evolucionan a allroad
Más o menos en paralelo a la llegada del gravel las bicis de estilo gran fondo se postulaban como la alternativa perfecta para el común de los cicloturistas gracias a sus geometrías más relajadas y sus sistemas para lograr mayor absorción de las irregularidades. Sin embargo, no dejaban de ser bicicletas de carretera pero mejor adaptadas a aquellos sin el físico necesario para sacar pleno partido a las exigentes bicis de competición que aún hoy siguen copando la parte noble de los catálogos.
Las gran fondo como tal prácticamente han quedado arrinconadas a dotar de soluciones a la gama media y de entrada. Sin embargo, otra nueva variedad de bicis de carretera surge ahora a la vera del gravel. Se trata del segmento all road, una evolución de las bicis gran fondo hacia un concepto mucho más aventurero.
Bicis capaces de equipar neumáticos de mucho más balón, incluso con tacos para hacer posible un uso de gravel ligero. Bicis que se dotan de roscas portabultos y sistemas de almacenamiento para ganar versatilidad en las rutas, incluso para afrontar recorridos de bikepacking sobre asfalto.
Cubiertas más anchas
Auque ya comenzaban a atisbarse las ventajas de utilizar neumáticos de mayor balón con los que es posible conseguir una menor resistencia a la rodadura a la par que un mejor agarre al contar con más goma para apoyar en la carretera no ha sido hasta estos últimos años cuando la cosa se ha desmadrado.
De los 23 mm que eran habituales hace una década se ha pasado a los 25 y, actualmente, los 28 se están convirtiendo en la norma en competición, admitiendo las bicis de carretera actuales de forma común hasta 33 mm. Unos anchos de goma que eran impensables en un uso puro de carretera pero que la eficiencia mostrada por las bicicletas de gravel acabó haciendo que se perdiera el miedo a incorporarlos sobre el asfalto.
Por supuesto, no todo es aumentar el balón sino que, para hacer posible que los cuadros dispongan de mayores pasos de rueda había que adoptar soluciones técnicas de forma que la transmisión mantuviera su espacio vital. Diseños como las vainas asimétricas de las bicis de gravel han hecho posible que las bicis puedan albergar estos balones más amplios sin que tener que crear nuevos estándares que aumenten el ancho del pedalier o de las punteras, cifras respetadas como estándar por prácticamente todas las marcas.
Monoplato en carretera
Aunque en las bicis de gravel sigue vivo el debate entre usar uno o dos platos, parece que, al igual que ocurre en las bicis de montaña, la solución 1x es las que más adeptos tiene por la simplicidad que aporta al conjunto. Una configuración que, gracias a la llegada de los 12 piñones a los grupos ha hecho posible reducir los inconvenientes de llevar sólo un plato, logrando un escalado de desarrollos razonable, incluso para carretera además de un rango suficiente para afrontar las múltiples situaciones que encontramos en la carretera.
Incluso, hemos podido ver a ciclistas punteros utilizar monoplato en días claves en los que se jugaban victorias tan importantes como la de Primoz Roglic en el tramo final del Giro de Italia o a Jonas Vingegaard que no ha dudado en usar esta configuración durante las etapas llanas del último Tour de Francia.
Dosis de aerodinámica
La variedad de terrenos que se afrontan en los recorridos de gravel hizo que, entre otros componentes, el que recibió unas adaptaciones más específicas para esta modalidad fuera el tradicional manillar curvo de carretera que sobre la bici de gravel no resultaba todo lo versátil que el gravel requería.
Pronto empezaron a aparecer manillares específicos de gravel que mantenían una postura estrecha del ciclista cuando este se agarraba a las manetas y, a su vez, se ensanchaban en la curva, en una nueva cota denominada flare, a fin de aportar mayor anchura y, por tanto, estabilidad en las bajadas consiguiendo un mayor control de la bici al afrontar terreno complicado.
Las bicicletas de carretera han hecho suya esta cotas de los manillares de gravel aunque con otro objetivo bien diferente. Evidentemente en carretera el flare de los nuevos manillares no es tan radical como el que vemos en las bicis de gravel, sin embargo uno contenido ha sido esencial para que manillares de 38 cm de ancho se conviertan en habituales, haciendo que el ciclista pueda ir colocado en una posición tremendamente aerodinámica. A su vez, una curva más ancha, en torno a 2 cm más que el ancho en la zona de las manetas, hace posible un buen apoyo cuando se trata de balancear la bici con fuerza en sprints o demarrajes a la vez que se mantiene pleno control a la hora de bajar los puertos.
Estas son sólo algunas soluciones que las bicis de carretera han tomado prestadas de los modelos de gravel a la hora de lograr mayor eficiencia, de la misma forma que las bicis de gravel, sobre todo aquellas enfocadas a la competición se han dotado de cuadros con diseño aerodinámico, ruedas de perfil o sistemas de absorción a fin de resultar también más eficientes.