Consejos para entrar a un velódromo por primera vez
Aunque en nuestro país no hay muchos donde elegir, tener un velódromo cerca es un tesoro que nos permitirá mejorar como ciclistas. Velocidad, técnica y la posibilidad de realizar entrenamientos de mucha calidad sin necesidad de sufrir el frío o la lluvia hacen del a pista una opción muy atractiva para disfrutar de la bici.
Rodar en velódromo. Bienvenidos al reino de la velocidad
Pese al gran número de triunfos que ha dado al ciclismo de nuestro país, el ciclismo en pista no es una disciplina que históricamente haya calado entre el gran público. Ya no en el seguimiento de las competiciones sino en lo que respecta a su práctica. De todos modos, la disputa estos días de los Mundiales de Ciclismo en Pista puede ser el acicate para que alguno se anime a probar la pista, una auténtica experiencia que os aseguramos que no os defraudará.
La necesidad evidente de disponer de un velódromo no hace fácil poder practicar una especialidad que, sin embargo, en países como Gran Bretaña goza de enorme popularidad. No es de extrañar por tanto los resultados que atesoran en competición.
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En la mayoría de los casos los velódromos que encontramos en estas tierras son al aire libre y con superficie de cemento. También hay algunos cubiertos, toda una rareza, con la superficie de cemento como los de Anoeta en San Sebastián o Galapagar en la Comunidad de Madrid por citar algunos de los más conocidos. Luego está la joya de la corona, el Palma Arena de Mallorca, sin duda la cuna de esta disciplina en España gracias a grandes campeones como el mítico Guillermo Timoner o el no menos grande Joan Llaneras.
Cómo es un velódromo
La mayoría tendréis claro cual es la fisionomía de un velódromo. Una instalación compuesta por una pista ovalada y peraltada con una superficie lisa de madera o cemento de una longitud que suele ser de 250 m. Existen también velódromos de otras longitudes como 200 o 500 m como las más habituales.
En el centro del velódromo se encuentra la denominada pelouse, que en el día a día suele ser empleada en otras actividades, por ejemplo, pista de atletismo. Sin embargo, durante las competiciones es el lugar que acoge a los distintos equipos para descansar, calentar o que los mecánicos preparen las bicis.
Entre la pelouse y el borde de la pista encontramos una zona plana o zona de seguridad que se utiliza para adquirir velocidad cuando deseemos acceder a la pista o para detenernos cuando decidamos parar ya que, no debemos olvidar, que las bicis de pista carecen de frenos.
Entrando en lo que es la pista propiamente dicha, encontramos en su borde una banda pintada de azul que, técnicamente no pertenece a la pista sino que se trata de un área de transición. De hecho, durante las competiciones se suelen colocar pequeños bloques que gomaespuma para evitar que los ciclistas rueden por esta zona.
Ya metidos en la pista propiamente dicha, lo que llama la atención al no iniciado son las líneas dibujadas en su su superficie. Primero están las líneas transversales como la línea de salida y llegada situada en el final de una de las rectas. Aparte, en mitad de ambas rectas existen otro par de líneas que son las utilizadas como inicio y final en las pruebas de persecución.
Luego están las líneas que encontramos pintadas a lo largo de todo el contorno de la pista, habitualmente tres. La más importante es la de color negro que es la que define la cuerda o longitud de la pista. Sobre ella encontramos una línea roja denominada línea de sprinter. Su utilidad es fijar la separación lateral entre los ciclistas en el desenlace de las pruebas de sprint. Por último, arriba, en la mitad del peralte suele aparecer otra línea denominada de stayers. Es la utilizada para marcar la separación lateral en las pruebas tras moto.
Las bicis
Parte de la belleza de las competiciones en pista se encuentra en la sencillez de las bicicletas utilizadas: un plato y un piñón fijo, sin frenos ni otros elementos innecesarios. De hecho, está prohibida la utilización de ciclocomputadores en las competiciones de pista, debiendo los ciclistas confiar en sus propias sensaciones.
Aunque la bici de pista en esencia es lo más básica posible, en la alta competición la aerodinámica ha cobrado tremenda importancia, dada la gran velocidad a la que se rueda siempre en el velódromo por lo que, al máximo nivel, encontramos diseños auténticamente espectaculares. Sin embargo, para iniciarnos en la pista, bastará con una sencilla máquina, de las denominadas fixies.
A la hora de rodar en el velódromo será útil contar con varios platos y piñones para elegir lo más adecuado a lo que vayamos a hacer: no es lo mismo rodar de forma constante durante 30 o 40 minutos que dedicarse a hacer series de 1 km.
En cualquier caso, para tener nuestro primer contacto con la pista, hay velódromos que permiten el acceso con nuestra bicicleta de carretera lo que nos permitirá disfrutar las primeras sensaciones de velocidad, los peraltes… que nos proporciona la pista. En ese caso es muy importante olvidarse de los frenos ya que accionarlos es echar papeletas a sufrir una caída.
Bautismo de fuego
Cuando llegamos por primera vez a la pista la primera sensación es de desasosiego. Caminar cerca de los peraltes de las curva nos hace tener una percepción real de la verdadera inclinación de los mismos y nos parece imposible poder pedalear por ahí.
Dar las primeras pedaladas en la pista requiere un pequeño acto de fe para dejar de lado nuestros miedos. Unos temores que para lo único que sirven es para que acabemos dando con nuestros huesos en el suelo. Hay que confiar en que todo es mucho más sencillo, se trata únicamente de pedalear en línea recta. Los peraltes están ahí para que no tengamos hacer nada más que mantener nuestra trayectoria.
Otra cosa que aprendemos cuando pedaleamos por primera vez en el velódromo es que la velocidad es nuestra aliada. Yendo deprisa la bici entra de forma natural en el peralte con una ligera compresión que percibimos en la transición entre la recta y la curva. Sin embargo, pedalear despacio por las curvas nos obliga a mantener una posición más vertical de la bici en la que, si no tenemos cuidado, podríamos golpear con el pedal exterior en el peralte, aunque las bicis de pista tengan el pedalier más alto precisamente para minimizar esta posibilidad.
Nuestras primeras pedaladas las daremos por la parte inferior de la pista, tratando de seguir la línea negra y cogiendo confianza con la bici y la superficie. Una confianza que va llegando sola con el paso de las vueltas y no tardaremos en aventurarnos en la parte alta de los peraltes, un dominio necesario ya que, en los horarios que está abierto al público, no es raro encontrar un buen número de ciclistas pedaleando a la vez por el velódromo.
Otros de los miedos del novato que prueba la pista son el no llevar frenos en la bici y el piñón fijo que nos impide dejar de pedalear. Ambos aspectos causan una sensación de inseguridad a quién pedalea por primera vez en este tipo de bici, sin embargo, son precisamente estos aspectos los que consiguen que las caídas en la pista sean casi anecdóticas ya que hacen que los ritmos sean más constantes y predecibles, sin los frenazos y látigos que sufrimos cuando rodamos en un pelotón de carretera.
Los beneficios del velódromo
Tener un velódromo, máxime si es cubierto, cerca de casa es todo un tesoro. De entrada nos olvidamos del rodillo, del frío y de la lluvia en las jornadas invernales.
El tiempo también es otra de las ventajas que podemos disfrutar si vamos a pedalear a la pista. La intensidad de una hora en el velódromo pocas veces la alcanzaremos en la carretera. Además, estamos en un entorno controlado donde resulta tremendamente sencillo hacer todo tipo de series e intervalos. Unos entrenamientos de calidad en los que, al igual que en el rodillo, se aprovecha cada minuto.
Más allá de los entrenamientos específicos que podamos afrontar en la pista, tenemos que contar con que los ritmos que se llevan en esta superficie son mucho mayores de los que podemos llevar en carretera. Rodar a 35-40 km/h no es extraño a poco que nos esforcemos. Acostumbrar al cuerpo a pedalear a estos ritmos luego tiene su redundancia en la carretera y nos ayuda a mantener velocidades de crucer más elevadas.
El aspecto técnico también es realmente importante. Pedalear sobre una bici de piñón fijo nos obliga a un dominio superior de cada parte del ciclo de la pedalada, si a esto le sumamos que la única forma que tenemos de variar la velocidad es acelerar la cadencia o reducirla, el resultado es una mayor eficiencia de pedalada, sobre todo si tenemos que evitar desperdiciar vatios para impulsar más rápido la bici cuando ya vamos a una cadencia tremenda sin poder dejar de pedalear.
También mejoramos el control de la bici. Como antes indicábamos, habitualmente tendremos que compartir la pista con otros ciclistas que, durante los entrenamientos, van a pedalear a ritmos diversos. Esquivar bicis, adelantar subiéndonos por el peralte, buscar el hueco son pequeñas cosas que aumentaran nuestro dominio de la bici y que, cuando rodemos en pelotón en carretera nos permitirán movernos con mucha más fluidez y seguridad dentro de esta jauría.
Si tenéis la ocasión de probar esta disciplina tan apasionante, no la dejéis pasar. Aunque parezca que dar vueltas alrededor de un óvalo es algo aburrido, estamos seguros que pronto saldréis de vuestro error. Pocas formas tan intensas y tan emocionantes hay de disfrutar de la bici.