Consejos para superar el miedo a caerse en bici
El miedo a caerse cuando montamos en bici puede ser sumamente incapacitante, llegándonos a bloquear de tal manera que incluso conocemos casos de ciclistas que llegaron a parar a un coche para pedir si les podían bajar un determinado puerto por ser incapaces de montarse en la bici y hacerlo sobre ella. Unos miedos que podemos superar con trabajo.
Vence tu miedo a caerte para disfrutar plenamente de la bici
El ciclismo es un deporte maravilloso pero tiene un pequeño problema, se realiza sobre una máquina de dos ruedas que se desplaza en un perfecto equilibrio de fuerzas. Cuando este equilibrio falla podemos acabar en el suelo, en la mayoría de las ocasiones sin más daño que nuestro orgullo y raspones diversos pero en otras sufriendo alguna avería grave como roturas de huesos.
Pensar en las consecuencias de irse al suelo hace que muchos ciclistas vayan en constante tensión cuando se suben a la bici lo que no sólo le mina unas fuerzas que resultan esenciales para el pedaleo sino que nos les deja disfrutar plenamente de la experiencia. Algo que suele ser más habitual cuanto más tarde se ha iniciado esa persona en el ciclismo. Quién monta asiduamente desde niño ha pasado esa época en la que no se teme a nada y que le ha servido para ganar un dominio técnico de la bici y una experiencia en lo que son las caídas que suele hacer que no cuenten con ese miedo sino que asuman las caídas como parte del juego de montar en bici.
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Sin embargo, quienes descubrieron la bici con mas edad no han tenido esa formación técnica y no disponen del dominio de la bicicleta. Para aquellos que elijan la carretera preparamos hace tiempo este artículo con varios consejos para bajar mejor que les puede resultar útil para conocer las nociones de cómo afrontar la parte más técnica de esta modalidad. Aquellos que elijan las ruedas gordas podéis encontrar varios consejos, esta vez de la mano del gran Nino Schurter, que oss pueden resultar muy útiles.
Ventajas de superar el miedo a caerte
Obviamente, vencer estos miedos es necesario si queremos disfrutar plenamente del ciclismo más allá del simplemente pedalear, aunque sólo sea por poder ir admirando el entorno que nos rodea en vez de preocupados constantemente por mantenernos sobre nuestra máquina, algo que tiene que ser realmente agotador.
Sin embargo, más allá de esto, pedalear sin miedo también sirve para que en vez de sufrir pasemos a disfrutar de ciertos aspectos del ciclismo que antes eran inabordables. Os aseguramos que hay pocas experiencias tan emocionantes como bajar un puerto enlazando una curva tras otra con fluidez, o elegir a vista cuál es la trazada idónea de una trialera y comenzar a dibujar con la bici la línea que hemos imaginado en la cabeza sintiendo como vamos flotando de piedra en piedra a la vez que amortiguamos las irregularidades con nuestro brazos y piernas. Ya no hablamos de la gozada que es afrontar un singletrack a toda velocidad con nuestra bici de gravel apurando cada curva al exiguo ancho del sendero.
Experiencias que si pedaleas con miedo te estás perdiendo y que son, sin duda, gran parte de la salsa del ciclismo. No todo ha de ser sufrimiento y exprimir las piernas cuesta arriba sino que estas situaciones suelen ser la merecida recompensa tras un duro esfuerzo.
Pero, además de poder descubrir estos aspectos, vedados para quién tiene miedo a caerse, una cosa suele ser cierta: pedalear con miedo a menudo se traduce en un pedaleo menos seguro. Es decir, si vas pensando todo el rato que te vas a caer lo que acaba sucediendo es que al final te acabas cayendo, lo que no hace sino retroalimentar ese miedo. Un círculo vicioso que para algunos supone terminar abandonando la bici.
Consejos para no tener miedo a caerte en bici
El problema es que el miedo es un sentimiento irracional hacia lo que no podemos controlar por lo que no resulta tan sencillo como decir a alguien: “no tengas miedo”. Eso no funciona. En su lugar, el primer paso ha de ser dar herramientas al ciclista para que comprenda como se comporta la bici en diferentes situaciones y cómo afecta lo que hacen en las reacciones de la bici.
Si el ciclista sabe que si hace tal cosa la bici se va a comportar de tal manera que este comenzará a contar herramientas para controlar eso que en su cabeza es incontrolable. Esto pasa por hacer conscientes actos que a menudo se dan como innatos. Por ejemplo, saber que si giramos el manillar hacia la izquierda la bici se inclina hacia la derecha y viceversa; o que si modificamos la posición delante detrás variamos el reparto de pesos en las ruedas y alteramos la capacidad de tracción y de giro de la bici.
Por supuesto, no vale sólo con la teoría. Hay que poner en práctica estas explicaciones y nada mejor que hacerlo expresamente y no tener que aplicar eso que hemos aprendido cuando nos encontremos en medio de un pedregal en el monte. Buscarse un parque o una plaza con escalones o con una amplia superficie donde podamos poner unos conos para practicar el dominio de la bici será de inestimable ayuda para ganar confianza y comenzar a aplicar la teoría en un entorno controlado en el que es difícil hacerse daño si vamos al suelo.
A partir de ahí, poco a poco, iremos aplicando eso que hemos aprendido en rutas de verdad y veremos como poco a poco sale a relucir esa confianza que hemos ido ganando en nuestros entrenamientos de técnica. Unas prácticas en entorno real para lo que nos vendrá bien seguir la rued de alguien que nos vaya guiando y marcando la trazada correcta pudiendo contar con la confianza de saber que si él ha pasado por un sitio nosotros también podemos hacerlo, siempre con una dificultad creciente.
En otras ocasiones el miedo no surge del desconocimiento sino que llega a raíz de haber sufrido una caída con consecuencias duras, sobre todo si hemos sufrido una rotura de algún hueso que nos ha mantenido varios meses de baja laboral. Es inevitable dar vueltas a la cabeza pensando en que no nos podemos volver a caer o que no queremos volver a pasar por ello, lo que nos resta confianza y hace que vayamos atenazados sobre la bici.
Hace ya un tiempo, preguntando por esto mismo a un ciclista profesional de carretera nos explicaba que su truco para no tener miedo tras una caída es que, cuando volvía a la bici tras recibir el alta, se iba a su bajada favorita, esa que se conoce de memoria, y se lanzaba por ella a tope para alejar cualquier fantasma de su cabeza.
Sin ser tan radicales, siempre ayuda volver a pasar por el lugar por donde nos hemos caído y ver que podemos superarlo sin problema, aunque sea parando, analizando y probando varias veces. De hecho, es sumamente importante tras una caída hacer un análisis exhaustivo para buscar la causa de la misma. Pensar en qué hemos hecho mal, en si era algo que podíamos haber evitado o en las posibilidades de que vuelva a ocurrir una circunstancia similar.
Saber si nos hemos ido al suelo por frenar de más en plena curva, porque hemos pisado una piedra, porque entramos demasiado rápido o porque no hemos reaccionado de forma adecuada a un imprevisto nos puede ayudar a no repetir el error cuando surja otra situación similar. Sin embargo si nos caemos y no somos capaces de explicar por qué ha ocurrido, en nuestra cabeza pasará a incorporarse entre esas cosas que no somos capaces de controlar lo que se acaba traduciendo en miedo.
En cualquier caso, no podemos desterrar el miedo por completo ya que, cuando vamos en bici, siempre hay un pequeño porcentaje de situaciones que no podemos controlar. Sin embargo, ese ese pequeño punto de respeto el que nos tiene que servir para no superar nuestros límites y poder adentrarnos en zonas difíciles o en bajadas con al menos el 99% controlado.
Como veis, más allá de las habilidades técnicas en el manejo de la bici, que es necesario practicar continuamente para afianzarlas e interiorizarlas de tal manera que se conviertan en recursos que salen solos en el momento en que los necesitemos, la cabeza es el principal limitante a la hora de superar el miedo a caerse. Convertir eso que parece incontrolable en un acto consciente y saber cómo reacciona la bici a cada uno de nuestros actos serán claves en lograr la confianza necesaria para disipar esos miedos. En todo caso, no olvidemos que las caídas en bici llegan tarde o temprano, pero hemos de tener claro que en la inmensa mayoría de los casos quedan en lo que se conoce como "chapa y pintura". Aparte, si vamos relajados sobre la bici y no atenazados por el miedo es menos probable que nos hagamos daño si acabamos en el suelo.