7 frases que tu mecánico no quiere oír
Es valiente la ignorancia, desde el respeto. A menudo es esta y a otras veces la desinhibición las que hacen que nos plantemos en nuestro taller y le soltemos lo primero que se nos pasa por la cabeza a nuestro mecánico. Su mirada, una mezcla de sorpresa e incredulidad, ya nos indica que no, no deberíamos haberle dicho aquello.
El papel del mecánico en la vida de un ciclista
Son seres humanos. Sienten y padecen. De hecho, es recurrente que se enfaden y que te regañen, porque sabe, y a las pruebas se remite, que algo no has hecho correctamente y que sabías que no era correcto. No hay nada que moleste más a un mecánico que eso: que le vayas con un problema que has ocasionado por imprudente, a que te lo arregle porque tú ya no sabes qué hacer.
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Un buen mecánico cumple ese refrán italiano que dice “chi trova un amico trova un tesoro”. Pues quien encuentra un buen mecánico, encuentra un tesoro también, de eso no hay dudas.
Los mejores los tienen los grandes equipos, y le pagan lo que pida porque son unos profesionales impresionantes. Ya saben eso: no se les paga por apretar un tornillo, sino por saber qué tornillo hay que apretar. Son conocimiento puro y saben cada detalle, cada pieza, cada ajuste, mitad por conocimientos mitad por experiencia.
Pero, como decimos, si no quieres recibir una buena regañina cuando acudas a tu taller con un problema cualquiera, intenta evitar esto.
7 cosas que jamás deberías decirle a tu mecánico
Si eres mecánico y estás leyendo esto: nuestras disculpas. Porque no están todas las razones y porque seguro que nos quedamos cortos. Pero vamos a intentar haceros un poco de justicia.
¿Me la puedes tener lista para mañana?
No hay nada más molesto que, mientras trabajas, alguien esté echándote el aliento detrás, metiéndote prisa incluso. Puedes tolerar que esperen cuando tú se lo indicas, porque es algo sencillo. Pero si te va a llevar tiempo y análisis y le has invitado a que vuelva más tarde u otro día, ¿por qué no se marcha? ¿Y por qué muchos de los que deciden marcharse hacen la pregunta que te acaba matando? Esta pregunta no es otra que esa temida “¿Me la puedes tener lista para mañana?”. Es ahí cuando un mecánico exhala toda la adrenalina y da gracias si mantiene la calma. ¿Mañana? Si me la acabas de traer ahora, que es viernes y son las 8 de la tarde. En resumen: no vayas con prisas, respeta los tiempos, y si quieres salir el sábado, no lleves tu bici a reparar el viernes a la hora de bajar las persianas. Por muy amigo que seas del mecánico, eso es de malos amigos.
Es muy caro, lo he visto más barato en Internet
Sin duda, esta puede que sea la frase más demoledora que puede soltarle a un mecánico. Te lo acabas de cargar. Y prepárate para las represalias. Porque si le insinúas que es caro o barato, bueno va, es una percepción subjetiva porque sólo valoras el precio final, no el servicio ni el trato persona a persona, no el sostenimiento del comercio local. Pero si le sacas tu Smartphone de 1000 euros para enseñarle que en Internet vale 5 euros menos, mereces directamente que ese mecánico agarre unos alicates y te arranque algo a ti. Ni se te ocurra decir eso. Paga por el servicio, da las gracias, y si te ha parecido malo o caro, no vuelvas. Punto.
Pero si era apretar un tornillo
Ya lo adelantábamos. No se trata de apretar un tornillo, sino de saber qué tornillo. Un mecánico no es instalación, herramientas, recursos o tiempo. Es conocimiento, experiencia, precisión, profesionalidad. Eso no se mide, eso no se ve, eso es bagaje. Así que no, no es apretar un tornillo. Bueno, quizá sí, pero el tornillo que falta en tu cabeza. Estudia tú.
Dime cómo lo hago por WhatsApp
¿En serio? Si WhatsApp descontextualiza, si es difícil siquiera explicar una dirección por ahí, imaginad explicar cómo reparar una avería. Por muy hábil que sea dialécticamente un mecánico, cómo decirle a un ciclista cómo proceder, cómo imaginar cuál es el problema sin verlo o con dos fotos mal enfocadas. En fin, déjate de teléfonos, acércate al taller y lo veis con calma. El teletrabajo aún no existe en este oficio.
Hazme un descuento, ¿no?
Buah, es el otro argumento económico. Este da algo menos de rabia que el anterior, y es incluso navegable por parte del mecánico. Pero este, sin duda, habla mal de ti. Cuando vas a una gran superficie, cuando pagas por una prenda de ropa 50 euros que cuesta fabricar 1 euro, no se te ocurre pararte en cajas y decirle que te bajen algo. ¿Por qué lo haces con tu mecánico, con ese pequeño taller lleno de profesionalidad, con ese salario para vivir, con ese trato personal? Es de desalmados e inconscientes. No lo hagas, por favor.
Préstame esa llave, te la traigo enseguida
En la vida, en la ciclista también, hay que ser solidario. Pero también, hay que comprender que hay cosas difíciles de compartir. No es el caso de una herramienta, que puedes compartir sin problema, es un objeto. Pero la herramienta de un mecánico es diferente: forma parte de su taller, de su valor añadido. Nunca sabe cuándo la puede necesitar, si te la llevas, igual estás dejándolo tirado ante otro cliente. Es más: esas herramientas tienen su lugar en el taller y es imprescindible tenerlas localizadas. Es como si trabajas en una oficina y te dice alguien “¿me prestas ese ratón de ordenador un momento?”; o si trabajas en la industria y un tipo te pregunta “¿te importa que me lleve esa manivela un momento y ahora te la devuelvo?”. No. Sencillamente, no.
No sé, salí a dar una vuelta y noté el ruido
Esta frase es sin duda la que despierta más sonrisas y complicidad entre tu mecánico y tú. Porque él sabe que es mentira, tú sabes que es mentira, y una sonrisa cierra el debate. A pesar de ello, no te engañes, no le engañes, cuéntale la verdad, no es un juez, es tu mecánico. Si le das toda la información, será más sencillo su trabajo y la reparación. Así que déjate de tonterías, cuenta la verdad.