El Covid-19 revoluciona la bicicleta eléctrica, así lo confirma este informe de la UE
Una crisis supone cambios. Una crisis tiene sus externalidades negativas pero también sus positivas. Y esta crisis del coronavirus ha sido el espaldarazo definitivo a la bicicleta eléctrica. Así lo detalla la Unión Europea en un informe.
La Covid-19 y la bicicleta eléctrica
Cuando se ha pasado por un momento difícil, es hora de hacer balance. En el ciclismo es algo muy recurrente: tras una etapa mala, tras un error de cálculo, tras un despiste en el pelotón. Todo, a posteriori, sirve para evaluar, para aprender para sacar la cara positiva incluso de las peores experiencias. Con la Covid-19 sucede igual: va siendo hora de analizar qué aspectos han mejorado en los intentos de la sociedad por superar la crisis.
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Y uno de ellos, sin lugar a dudas, es el fomento y extensión que la bicicleta eléctrica ha tenido. Si al principio de la pandemia, durante el primer confinamiento, fueron los rodillos los grandes beneficiados, posteriormente, con la movilidad restringida y los recelos al contagio, el transporte en bicicleta eléctrica se ha disparado. Las ciudades se han adaptado exprés a esta realidad, peatonalizando y haciendo carriles bici a marchas forzadas para acoger esta realidad.
Ahora, ya es oficial, ya hay estudios que confirman que la curva de la gráfica está creciendo de forma exponencial. La Unión Europea ha publicado el suyo propio y estas son las cifras.
El informe de la Unión Europea sobre la bici eléctrica
La industria de la bicicleta eléctrica está de enhorabuena pues. El Atlas Europeo de la Movilidad en 2021, realizado por la propia Unión Europea y publicado hace unas semanas, analiza todos estos datos para comprobar si la tendencia que intuimos es cierta o no.
Y sí, es cierta. La industria ha pasado de facturar 5 mil millones de euros hace 20 años a casi 15 mil millones en 2019. Más dinero y más empleo, acompañado todo de más inversión. En cuanto a empleo, por detallarlo, el sector de la bicicleta eléctrica tiene ahora mismo cabida para 120.000 trabajadores, 60.000 de los cuales son empleos directos; y para casi unas 1000 empresas. Pero este es un dato que no para de crecer. En cuanto a inversión e investigación, se estima una inversión el pasado año de algo más de mil millones de euros.
Los fabricantes están apostando muy fuerte ante esta demanda en Europa. 23 de los 27 países que componen la Unión Europea compran unos 20 millones de bicicletas eléctricas al año en la actualidad.
Unos datos que se explican por un escenario previo. Digamos que el coronavirus no ha hecho sino acelerar su implantación, que ya apuntaba maneras. Algo que también mejora los datos de contaminación.
Hoy por hoy, la venta de bicicletas eléctricas, según este informe, supone ya un 17% de las ventas totales de bicicletas en la Unión Europea. En algunos países esta cifra es espectacular, y ronda el 50%.
Y, por supuesto, esa curva marca una tendencia que el propio informe comunitario recoge: se estima que en menos de una década, para 2030, existan casi 14 millones de unidades de bicicletas eléctricas vendidas anualmente.
Uno de los mejores datos para la economía, sin lugar a dudas, es que más del 60% de las bicicletas eléctricas que se consumen en la Unión Europea, están producidas en la propia Unión Europea. Así es, ese mito de la producción china se empieza a caer, eso sí, focalizando la producción en tres países mayoritariamente: Portugal, Bulgaria y Rumanía.
Unas cifras alentadoras para un sector, este de las bicicletas eléctricas, que ha visto cómo una crisis como la de la Covid-19 ha supuesto el empujón definitivo para imponerse en cuestiones de movilidad urbana e interurbana.