Edo Maas, de ciclista a artista tras su terrible accidente
En octubre 2019, el pelotón leía con consternación una de las noticias más duras que pueden leerse. Un prometedor chaval de 19 años había quedado parapléjico tras un grave accidente con un coche en Il Piccolo Lombardia, la versión amateur de la clásica italiana. Hoy, tres años más tarde, aquel chico ha reconducido su vida de una manera que le permite canalizar su dolor por vías creativas. Edo Maas ha pasado de ciclista a artista, y parece que sus creaciones ya empiezan a dar que hablar (y a generar cierta polémica) en su Holanda natal.
Una esperanza para Edo en el arte
Aquel fatídico día 6 de octubre, Maas afrontaba el descenso de Madonna del Ghisallo (una de las cimas míticas del Lombardia) cuando un coche se introdujo de repente en el trazado de la prueba. El joven no pudo evitarlo, y sufrió una escalofriante caída que hizo temer por su vida. Ingresado en Milán, los médicos consiguieron salvarle, pero las lesiones en la médula espinal hicieron que pronto se confirmase la terrible noticia: nunca podría volver a caminar ni a montar en bici.
Maas pasó los siguientes cuatro meses en la clínica de rehabilitación de Hoogstraat, en Róterdam, apoyado por su familia y por su novia, la también ciclista Mischa Bredewold, a la que había conocido (caprichos del destino) precisamente en aquel lugar, después de que ella se rompiera la pelvis, 3 vértebras y 6 costillas en otra caída el año anterior. Al salir, aquella joven promesa del Sunweb que había pensado que su futuro estaba encima de una bici tuvo que replantearse qué hacer ahora.
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Y se decidió por algo que le había apasionado desde pequeño, pero que nunca había tenido tiempo de explorar de verdad: el arte. Hoy, con 21 años, estudia en la Academia Willem de Kooning de su ciudad (una de las instituciones artísticas más prestigiosas de Holanda) y ya ha creado obras de contenido muy político y estilo bastante directo que han generado controversia a nivel local. Por ejemplo, la escultura con la que posa en la imagen que ves unos párrafos más arriba, y que representa al actual rey de los Países Bajos, Guillermo Alejandro, desnudo y a cuatro patas.
Según los medios holandeses que han recogido su historia en los últimos días, Edo encuentra en su taller, una nave a las afueras de Róterdam, una parte de esa libertad perdida en aquel accidente que lo ató a una silla de ruedas. Allí crea también cuadros en los que vuelca sus experiencias, como el de arriba.
Y, además diseña prendas y complementos bajo su nombre artístico, Eddie Mosa (que no sabemos si será un homenaje al gran Eddy del ciclismo, Merckx); desde sudaderas hasta una bolsa para bici solidaria, realizada en edición limitada para la marca holandesa The Pack Cycling Company, y que puedes ver aquí abajo. Los beneficios generados iban destinados a la clínica de Hoogstraat.
Una vida aún ligada en parte al ciclismo
Todo esto le está ayudando a canalizar de manera creativa la rabia y la frustración que siente por su accidente, aunque en ocasiones también la ha volcado hacia la denuncia pública de organismos como la Unión Ciclista Internacional por su papel poco activo, a su juicio, en la protección de los deportistas.
Tras repetirse en 2020 un atropello en pleno recorrido del Lombardia, con Max Schachmann como víctima, el joven escribió en Twitter: "Déjà vu, déjà vu... poneos las pilas, organización y/o UCI. No hay excusas para esta clase de 'accidentes'". Con todo, no se ha alejado por completo del ciclismo, pues aún sigue las carreras por televisión y hace rutas junto a su novia, con una bici adaptada que se pedalea con las manos.
Eso sí, a pesar de que ella ha competido el último año en carreras de élite, como el Tour de Flandes (ganado por Annemiek Van Vleuten) o la París-Roubaix, él prefiere no acompañarla por el momento en sus viajes, pues todavía se le hace demasiado duro ver en directo aquello a lo que estaba predestinado.
La cruel realidad es que Edo Maas ya nunca podrá volver a dar pedales con las piernas. Pero, en el mundo del arte, le quedan muchas metas por alcanzar y diversos Tourmalets metafóricos por afrontar. El primero, el de hacerse un nombre en el mundillo, parece que está ya a punto de coronarlo con éxito.