Qué es el efecto Shimmy y por qué algunas bicis se vuelven incontrolables
Pocas cosas dan más miedo sobre la bici que, cuando vamos bajando un puerto a toda velocidad, de repente, sin previo aviso, la bici se ponga a vibrar y sacudirse de forma violenta. Es lo que se conoce como Efecto Shimmy. Te explicamos cómo se produce y qué hacer si aparece en uno de tus descensos.
Efecto Shimmy, lo más aterrador que te puede ocurrir sobre la bici
Bajar puertos con la bici es uno de los aspectos de este deporte más emocionante y divertido. Sin embargo, para muchos ciclistas supone una tremenda situación de estrés y ansiedad fruto del miedo que les generan las bajadas. Un miedo a caernos que puede dejar bloqueado completamente al ciclista, si no, que se lo digan a Enric Mas durante el Tour de Francia 2022.
Por suerte, durante los descensos, bajar rapido y seguro depende mayormente de aspectos que podemos controlar conociendo y aplicando determinadas técnicas. Y decimos mayormente ya que hay algunas cosas que se escapan a nuestro control y nos pueden colocar en una situación de auténtico peligro. Quizás, el más temido de estos factores incontrolables sea el Efecto Shimmy.
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Muchos os preguntaréis, ¿qué demonios es el Efecto Shimmy? Seguramente lo habréis sufrido en alguna ocasión sin saber que tenía ese nombre. Se trata de una vibración incontrolable y violenta que comienza en la dirección y se traslada a toda la bici poniéndonos muy difícil mantenernos sobre ella. Lo peor de todo es que suele aparecer a velocidades elevadas con lo que el riesgo de hacernos daño si no sabemos como reaccionar de forma rápida e instintiva es muy elevado.
El Efecto Shimmy está relacionado con lo que en física se conoce como resonancia, un efecto que se produce cuando la frecuencia de las ondas que afectan a un sistema coinciden con la frecuencia natural de ese sistema. Cuando esto sucede se produce una especie de acoplamiento que incrementa de forma notable la amplitud de esas ondas, es decir, se amplifican. De hecho, ese fenómeno se utiliza en los amplificadores de los equipos de sonido.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, los efectos de la resonancia no son deseables. Seguro que muchos habréis visto vídeos en la red de puentes tambaleándose y oscilando hasta su derrumbe al coincidir la frecuencia inducida por el viento con la del propio puente.
En lo que respecta a la bici, el Efecto Shimmy se produce cuando la mezcla de todas las frecuencias que afectan a la bici: las vibraciones que suben del suelo, las inducidas por el viento, por la posición del ciclista, por las ruedas que es imposible que estén centradas a la perfección o por la flexión del material se alinean para coincidir con la frecuencia natural del sistema amplificando esa vibración en el tren delantero lo que se traduce en fuertes sacudidas en la dirección.
Por suerte, las modernas bicis de carbono, cada vez más y más rígidas pero, a su vez con laminados estudiados para disipar las vibraciones que provienen de la carretera, o contar con cubiertas más anchas que filtran mucho más las irregularidades han hecho que el Efecto Shimmy vaya quedando casi en el olvido. Sin embargo, pese a todo esto, siempre existe la posibilidad de que todo se alinee para que el Efecto Shimmy acabe apareciendo. Aparte, las geometrías de las bicis actuales, más largas, con unas direcciones no tan verticales y mayor trail que tiende a autoalinear la rueda delantera han reducido enormemente la posibilidad de que apareza el Efecto Shimmy.
Esto es así ya que hay varios factores que favorecen la aparición del Efecto Shimmy como pueden ser unas ruedas descentradas, unos rodamientos de las mismas con holgura o también que tengamos juego en la dirección, lo que sera, al fin y al cabo, una fuente de vibraciones, por lo que conviene estar preparado y saber qué podemos hacer si aparece el Efecto Shimmy.
Como curiosidad, el Efecto Shimmy también es un dolor de cabeza para los moteros, tanto que las motos deportivas suelen montar lo que se conoce como amortiguadores de dirección. Un amortiguador hidráulico que une el manillar y el bastidor y cuya función es precisamente apaciguar las vibraciones descontroladas que produce el Efecto Shimmy que, a las velocidades que pueden rodar este tipo de motos, aparece de forma muy habitual.
Cómo arreglar el efecto Shimmy en tu bicicleta
De entrada, como ya habréis podido intuir, tener nuestra bici en perfecto estado de funcionamiento, con todas sus partes perfectamente ajustadas, será esencial para prevenir la aparición del Efecto Shimmy. Y es que, cuando aparece, suele hacerlo de forma tan violenta que contamos con muchas papeletas para acabar con nuestros huesos en el suelo.
Revisar el centrado de las ruedas, en especial la delantera, y el correcto ajuste de la dirección, sin que tenga holgura y, a su vez, que tampoco quede dura. Por supuesto, el estado de los rodamientos, tanto de la dirección como de las ruedas también pueden ser un desencadenante del Efecto Shimmy. Un rodamiento con un pequeño punto duro hará que se genere una vibración que tendrá como frecuencia la marcada por la velocidad a la que gire este.
Pero, ¿y si pese a todas las precauciones acaba apareciendo el Efecto Shimmy? “Ante todo mucha calma y capear el temporal” como decían los Siniestro Total. Si entramos en pánico probablemente la cosa termine mal.
El Efecto Shimmy no sólo puede ocurrir en las bajadas. En muchas ocasiones se produce, a velocidades más reducidas, cuando nos soltamos de manos. En ese caso, es sencillo de solucionar, basta volver a poner las manos en el manillar para que las vibraciones cesen. Eso es así porque al hacerlo, no sólo añadimos rigidez al conjunto de la dirección sino que en ese momento nuestro cuerpo se integra en el sistema variando la frecuencia de resonancia del conjunto que ya no coincide con la de las vibraciones que han causado el Efecto Shimmy.
Mucho más peligroso es cuando ocurre en un descenso ya que, como os comentábamos, lo normal es que suceda a alta velocidad. Obviamente, al disminuir la velocidad cambiarán las frecuencias de las vibraciones que producen el Efecto Shimmy y la bici dejará de sacudirse. Sin embargo, si nos dejamos llevar por el miedo e, instintivamente, buscamos los frenos lo más probable es que las cubiertas superen su capacidad de agarre a causa de las sacudidas con una caída como resultado.
Tampoco sujetar con fuerza el manillar es una solución ya que las sacudidas que causa el Efecto Shimmy pueden ser muy violentes y es probable que nos desestabilicen. Por eso es importante tratar de relajar los brazos de forma que absorbamos estas sacudidas como si fueran los baches, todo esto mientras dejamos que la velocidad vaya disminuyendo.
Sin embargo, lo más efectivo que podemos hacer, al igual que en el caso de las manos en el manillar, es cambiar la frecuencia de resonancia del sistema para que deje de estar en resonancia con las vibraciones que afectan a la bici. Algo que podemos conseguir apretando nuestras rodillas contra el tubo horizontal de la bici.
Aparte, para favorecer la pérdida de velocidad sin tocar el freno, nos aprovecharemos de la aerodinámica, levantando el cuerpo lo máximo posible para que sea el propio aire el que nos haga frenar y cese el Efecto Shimmy cuanto antes.
Esperamos que con estos consejos podáis saber cómo reaccionar si se produce en vuestra bici esta situación tan peligrosa.