Endorfinas, la verdadera droga del ciclista
Es la hormona de la felicidad. Las endorfinas son las responsables de tu amor al ciclismo.
Porque los gustos, deseos y placeres también son biología: sustancias y química actuando en tu cerebro y que te hacen sentir bien. Y las endorfinas son el oro del placer, un estimulante natural sin externalidades negativas, sin efecto secundario alguno, que provoca estados de ánimo placenteros y eufóricos sobre tu mountain bike.
Qué son las endorfinas
La definición propia de las endorfinas no suena demasiado bien: sustancia narcótica. Así es, es un narcótico natural. Es una especie de morfina que genera el encéfalo y la segrega ante situaciones de excitación, pero también de dolor. Y qué hay más idóneo para describir la sensación de coronar un puerto que la de mezcla de dolor y excitación: las endorfinas están a tope en la cumbre, y la mezcla del esfuerzo de tus músculos contrasta con la emoción del paisaje, del logro, del lugar y el momento.
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Todo eso que estás sintiendo en ese momento, es responsabilidad de las endorfinas, de la bioquímica. Y cuando practicamos ciclismo (y la mayoría de deportes en general) son liberadas, actuando sobre los receptores cerebrales y produciendo analgesia, inhibición del dolor y sensación de placer.
Eso sí, también se produce una generación mayor si practicas ciclismo en la naturaleza y no indoor. Porque la belleza natural también produce una sensación de embriaguez que ayuda a la liberación de las endorfinas. Así que el ciclismo en la naturaleza es doblemente activo a la hora de aportarte bienestar.
Pero además, al tratarse el ciclismo de un deporte de resistencia, las endorfinas también tienen parte de responsabilidad en su papel de antidepresivo, porque el estado de ánimo y la autoestima van de la mano de la bici (o del manillar, en este caso) y hacen que la confianza en ti mismo sea buena.
Por último, y además, las endorfinas previenen y cuidan tu sistema nervioso y hormonal. Es un efecto secundario de prevención de las endorfinas, por si fuera poco.
La levedad de las endorfinas
Eso sí, las endorfinas mueren rápido. Dicho de otro modo, su vida útil y de actividad es muy leve, muy reducida. Las enzimas de tu organismo acaban con ellas con rapidez, por suerte, porque es necesario mantener cierto equilibrio hormonal. De otro modo, imagina que tienes algún dolor importante en un estado constante de euforia: no te enterarías. Tendrías algo grave y las endorfinas estarían haciéndote disfrutar de ese dolor, con las consiguientes consecuencias que podría tener todo esto.
Por eso, que nuestro organismo las sintetice es imprescindible. Eso sí, también es cierto que podemos provocar situaciones en las que las disparemos la generación de endorfinas: haciendo las cosas que nos hacen disfrutar. ¿Disfrutas de la bici? Pues sal a generar endorfinas, es uno de los muchos beneficios que tiene.
El deporte, las caricias, besos, abrazos (no solo en un contexto de pareja), un paseo, el contacto con la naturaleza, la música o el cine, bailar y cantar, los recuerdos (revisa tus fotos) y sobre todo un aspecto: la risa. Imagina el pack: bicicleta, amigos, risas, abrazos, naturaleza, recuerdos y el café y la cerveza de durante y después. Menuda terapia de endorfinas, ¿no?