Frenos de disco mecánicos vs hidráulicos: pros y contras de cada uno
Nadie duda a estas alturas que los frenos de disco son más eficientes, pero ¿qué hay de la forma de accionarlos? Mecánicos o hidraúlicos, cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes que nos harán decantarnos por uno u otro sistema.
Frenos de disco mecánicos o hidráulicos ¿cuáles son mejores?
Los frenos de disco son ya la norma en todas las disciplinas del ciclismo, incluso en las bicicletas de carretera donde su implantación no estuvo exenta de polémicas, en gran medida, a causa del clasismo que impera en esta modalidad y cuyos practicantes son, a menudo, reacios a los grandes cambios.
Dentro de los frenos de disco encontramos dos formas de transmitir la fuerza que ejercemos sobre la maneta hasta la pinza donde se encuentran las pastillas que, generando fricción sobre el disco de freno, consiguen detener la bici.
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Por un lado los frenos de accionamiento mecánico, que utilizan un cable de acero guiado a través de una funda, el mismo sistema que durante décadas se ha mostrado efectivo y fiable para actuar sobre los frenos convencionales. La alternativa es utilizar líquido hidráulico, ya sea aceite mineral o líquido específico de frenos, que transmite de forma instantánea la fuerza que se aplica en un extremo del circuito hasta el opuesto sin elementos móviles.
Si echamos un vistazo a los distintos catálogos de las marcas de bicis y componentes, vemos que el uso de sistemas hidráulicos es mayoritario quedando la utilización de frenos mecánicos reservadas a modelos de bici de entrada o sistemas de frenos aftermarket.
Transmisión de la fuerza
La principal razón para elegir un sistema hidráulico es la capacidad para trasmitir la fuerza ejercida sobre la maneta de freno a la pinza de forma instantánea gracias al principio de Pascal que, si recordáis las clases de física del colegio decía que: “la presión ejercida sobre un fluido incompresible y en equilibrio dentro de un recipiente de paredes indeformables se transmite con igual intensidad en todas las direcciones y en todos los puntos del fluido”.
Este comportamiento hace que el comportamiento del sistema además de muy directo, sea también lineal por lo que podemos ajustar de forma muy precisa la fuerza que ejercemos sobre los frenos por lo que es más difícil pasarse hasta el punto donde las ruedas se bloquean y pierden adherencia.
Por su parte, los frenos mecánicos utilizan un cable de acero que, en mayor o menor medida sufre una pequeña elongación, ya sea por el propio estiramiento del cable como por la compresión de la funda que lo aloja, según vamos aplicando cada vez mas fuerza. Esto supone que la relación entre la fuerza que ejercemos en la maneta y la que las que recibe la rueda no sean lineales por lo que la modulación de la frenada resulta más complicada.
Mantenimiento
Si bien, los frenos hidráulicos se muestran más efectivos que los mecánicos, no ocurre lo mismo cuando hablamos del mantenimiento que requieren.
Para funcionar perfectamente, los frenos hidráulicos requieren de un fluido que no se comprima con las fuerzas ejercidas. Pese a estar contenido dentro de un circuito teóricamente cerrado y estanco, la realidad es que tarde o temprano acaban llegando burbujas de aire al interior del circuito.
Al contrario que el líquido hidráulico, el aire, al ser un gas, sí se comprime con lo que el sistema pierde efectividad que se refleja en un tacto chicloso de la maneta y un mayor recorrido de la misma.
Un problema del que no adolecen los cables y fundas de freno que, si bien cuentan con una pequeña deformación, esta se mantiene muy constante en el tiempo. Es normal que los cables se vayan estirando ligeramente con el tiempo y que las fundas acaben cediendo por el uso e incluso generando más fricción.
Sin embargo, corregir el estiramiento de los cables de freno es tan sencillo como actuar sobre el tensor que acompaña a cualquier sistema de cables y funda, aparte que la sustitución de estos elementos es habitualmente bastante sencilla, al menos lo era hasta la normalización de los cableados internos en prácticamente todas las bicis, que ha dificultado el trabajo de los mecánicos.
Por su parte, en los frenos hidráulicos no es tan sencilla la cosa. Si bien los latiguillos de freno tienen una duración muy amplia, por lo que sustituirlos no es algo que se suela plantear, una ventaja si tenemos que lidiar con cableados internos, eliminar las burbujas de aire del circuito puede ser un autentico dolor de cabeza.
Al proceso de extraer el aire presente en el interior del circuito hidráulico se le denomina purgado y consiste, esencialmente en introducir líquido por un extremo para que estas burbujas vayan saliendo por el opuesto. Hasta ahí parece fácil, pero de entrada ya nos obliga a contar con un kit específico de purgado que las marcas comercializan para cada modelo.
Aparte, los circuitos hidráulicos no son un simple tubo que va de A a B sino que pinzas y manetas a veces cuentan con recovecos que hace difícil extraer las burbujas de aire, teniendo que coger el truco a cada modelo de freno y teniendo que repetir el proceso en ocasiones hasta lograr el resultado deseado. Por suerte, no es la norma y, la mayoría de las veces, es un proceso rápido pero que no deja de ser laborioso y poco intuitivo para aquellos menos duchos con los temas de mecánica.
Limpieza
El uso y la manipulación de líquido de frenos o aceite mineral nos obliga a tener cierta precauciones cuando realizamos cualquier tarea sobre los frenos. Una simple gota de estos fluidos que caiga en las pastillas de freno supone arruinarlas totalmente y tener que sustituirlas ya que la contaminación provoca que prácticamente nos quedemos sin frenada.
Aparte, en el caso particular del líquido específico de freno, tenemos que extremar el cuidado con que no caiga en ninguna superficie por su carácter corrosivo y en caso de hacerlo sobre alguna superficie de la bici, limpiarlo inmediatamente con alcohol para evitar daños.
Evidentemente, con los cables y fundas de los frenos mecánicos no tenemos opción de sufrir estos problemas.
Funcionamiento
A pesar de los peros con que cuentan los frenos hidráulicos, su mayor efectividad hace que sean los más extendidos dentro del parque ciclista por aspectos como la potencia de frenada que ofrecen y la ya mencionada capacidad de modulación.
Sin embargo, existen modelos mecánicos capaces de similar capacidad de frenada aunque, claro está limitados en el aspecto de la modulación por las características inherentes del cable y las fundas.
En los frenos hidráulicos hay otro factor a tener en cuenta que es el ajuste. Las pastillas mantienen una separación ínfima con los discos en posición de reposo por lo que cualquier flexión, desviación en el ajuste o, la más habitual, que un pistón empuje un poco más que el otro puede provocar molestos roces con el disco que, a veces, resultan complicados de resolver.
En los frenos mecánicos las pastillas cuenta con mucho mayor rango de movimiento por lo que es difícil que sufran este problema si realizamos un ajuste inicial correcto. Sin embargo, al contrario que ocurre con los frenos hidráulicos, donde la distancia entre las pastillas y el disco se mantiene según se van desgastando estas, en los frenos mecánicos debemos ir corrigiendo este desgaste de forma manual para mantener el tacto deseado.
La opción mixta
Marcas como TRP disponen de un sistema de frenos de accionamiento mixto. En ellos, la pinza contiene un sistema hidráulico completo que es el que actúa sobre las pinzas. Sin embargo, a la pinza llega un cable convencional que es el que actúa sobre el hidráulico de la pinza.
Cuentan con un funcionamiento curioso, a medio camino entre el tacto de ambos sistemas. Pueden ser una buena opción para aquellos que cambian de bici desde una con frenos convencionales y únicamente sustituyen el cuadro, deseando mantener los componentes anteriores en la medida de lo posible. Algo que, por otra parte, también es posible utilizando frenos completamente mecánicos.