¿Se puede hacer una bebida isotónica con agua, azúcar y sal?
Lo ves cada vez que sales con la grupeta. El más veterano de tus compañeros ve tu Powerade y se echa unas risas a tu costa. Un gasto innecesario, dice. Él se basta con agua, azúcar y sal para elaborar una bebida isotónica casera, igualmente efectiva y mucho más económica que las opciones comerciales.
Pero, ¿es así en realidad?, ¿basta con azúcar, agua y sal para elaborar una bebida isotónica de primera calidad? Ahí va nuestra respuesta a este clásico dilema.
Agua, azúcar y sal para elaborar una bebida isotónica
La respuesta es de esas que no gustan. Porque no es ni sí ni no, es, para ser claros, algo ambigua. ¿Es una mezcla de agua azúcar y sal una bebida isotónica? La respuesta es sí. ¿Es una bebida isotónica recomendable, difícil de mejorar? La respuesta es no, es muy mejorable.
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Sí, es una bebida isotónica, porque de un modo u otro cumple los tres requisitos para serlo: hidrata -a través del agua-, repone minerales -a través del sodio- y proporciona energía -a través de la glucosa-. Entonces, ¿dónde está el problema?
¿Por qué no es la bebida isotónica ideal?
Su primer fallo es el sabor. Cuando el cansancio se acumula y la bebida se calienta es recomendable contar con una mínimamente apetecible que echarse a la boca, cuyo sabor nos resulte agradable. Una opción es rectificar nuestra bebida isotónica casera con algún tipo de zumo de frutas.
El segundo, carece de los aportes minerales de otras. Sí, el aporte del sodio, de lejos el más necesario durante el ejercicio físico, está garantizado con la sal. Pero el potasio o el magnesio, presentes en muchas bebidas comerciales, no están de más.
La gasolina es menos variada. Otro fallo es que el aporte de gasolina es mucho menos variado. Mientras que las bebidas comerciales incluyen -o suelen incluir- fructosa o maltodextrina, otros tips de glucosa. Y la mezcla revierte en una mejor conversión en en glucosa, y por tanto en un rendimiento mayor.
La apuesta por elaborar bebidas isotónicas caseras con agua, sal y azúcar cuenta, por tanto, con un beneficio destacado: el económico. Sin embargo, de poder permitírnoslo -especialmente a nivel competitivo- es recomendable beber productos más profesionales.