Las injustas críticas al Mundial de Gravel
Un trazado prácticamente llano o ciclistas usando bicis de carretera han sido algunas de las razones por las que el Mundial de Gravel ha desatado las iras de los aficionados a esta especialidad que, en la mayoría de los casos, no se han sentido identificados con lo que se vio por televisión. Unas críticas magnificadas por el altavoz de las redes y que, pensándolo en frío, no parecen plenamente justificadas.
El primer Mundial de Gravel indigna a los aficionados a esta especialidad
Ha pasado ya una semana desde la disputa del primer Campeonato del Mundo de Gravel con el que la incipiente especialidad se sacudía la etiqueta de moda pasajera, o del penúltimo invento de la industria para vender bicis y alcanzaba el pleno reconocimiento al contar con un campeonato oficial organizado por la UCI.
Un Mundial de Gravel que causó gran expectación al celebrarse cuando la temporada de carretera estaba dando ya sus últimos coletazos, por lo que pudo contar con una importante representación de ciclistas profesionales de carretera.
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Sin embargo, ya antes de la disputa de esta prueba a través de los caminos de la región del Veneto, muchos aventurábamos que no iba a salir del todo bien. Un rápido vistazo al recorrido trazado por la organización, con poco más de 500 m de desnivel acumulado en 190 kilómetros, ya nos hacía suponer que aquello no iba a ser muy selectivo.
A pesar de todo, tanto la carrera masculina como la femenina se resolvieron con ciclistas fugados sin que se pudiera producir un control efectivo, decidiéndose todo por una mera selección natural impuesta por el fortísimo ritmo al que transcurrieron ambas pruebas.
En cualquier caso, las críticas de los aficionados practicantes de esta especialidad no se hicieron esperar, aludiendo además de a la escasa dificultad del recorrido, al kilometraje, a la gran cantidad de tramos de carretera y a la ausencia de dificultades técnicas que propiciaron que muchos de los participantes optaran por bicis de carretera con cubiertas de ciclocross, de hecho, incluso utilizando pedales de carretera. La media de velocidad de la prueba masculina, 37 km/h, no deja lugar a dudas sobre la dificultad.
¿Es o no es gravel lo que se vio en el Mundial?
Daba la casualidad de que, a la misma hora que se disputaba el Mundial de Gravel, los aficionados a este deporte también podían disfrutar de la París-Tours, última clásica importante del calendario que en los últimos años ha pasado a ser en la clásica de los esprinters por excelencia, con permiso de Milán-San Remo, a incluir tramos de tierra en su recorrido buscando seleccionar más la carrera. La comparación de ambas pruebas, en tiempo real, resultaba sangrante para muchos.
El problema de la decepción que en muchos ha causado el Mundial de Gravel hay que buscarlo de origen en las expectativas planteadas, sobre todo, si tenemos en cuenta la referencia de las grandes pruebas del calendario como la Unbound o The Traka.
En estos últimos años la competición del gravel ha ido cobrando cada vez más importancia, aunque fuera del paraguas de la UCI. En el imaginario de estas pruebas, un nexo común: la distancia. Las 200 millas, en torno a unos 320 kilómetros, arriba o abajo, ha sido la referencia de estas grandes pruebas en las que la resistencia y la autogestión son parámetros esenciales.
Por su parte, la UCI implantó este mismo año una Copa del Mundo de Gravel y este primer Mundial de la especialidad. Un vistazo a sus reglamentos nos delata que el máximo organismo establece una distancia máxima para estas carreras de 200 kilómetros. También podemos ver en la normativa técnica que se permite que hasta el 40% del trazado sea sobre asfalto a la vez que especifica que los tramos de sendero únicamente se utilizarán para realizar pequeños enlaces cuando no quede otra opción.
A su vez, no se establece en la regulación de la UCI sobre esta especialidad ninguna limitación acerca de las bicis a utilizar salvo que estas sean eléctricas, señalando únicamente que el manillar deberá ser de una pieza, acabando de un plumazo con la polémica sobre el uso de acoples de triatlón que ha acompañado a algunas de las grandes pruebas del calendario durante esta temporada.
De todos modos, pese a estas ataduras fijadas por la UCI respecto a lo que estamos acostumbrados a ver en las competiciones de la especialidad, lo que vimos en televisión sí que es gravel si nos paramos a analizarlo con un poco de cabeza fría.
Para ello tenemos que empezar por definir lo que es el gravel. Vale, ya sabemos que es una modalidad tan heterogénea y en la que caben tantos puntos de vista que cada uno entendemos el gravel a nuestra manera. Sin embargo, la esencia de la modalidad es poder rodar tanto por asfalto como por pistas con la misma facilidad, huyendo de los extremos que, por un lado nos marca el ciclismo puro de carretera y por otro de las dificultades técnicas que plantea el Mountain Bike de hoy en día en el que incluso las que incluso su modalidad más popular, el XCO/Maratón, ha acabado adoptando el calificativo de Downcountry para hacer referencia al creciente aumento de las dificultades que plantean sus trazados.
Bien, lo que pudimos ver en el Mundial de Gravel era precisamente eso. Cierto es que había mucha carretera, pero también lo es que la mayoría del trazado eran pistas con todo tipo de firmes, desde la típica de gravilla por la que circulan vehículos hasta caminos de roderas con firme pisado e incluso algún tramo de sendero sencillo. Quizás se podía echar de menos alguna zona más pedregosa que obligara a los ciclistas a hilar fino con la conducción a fin de cuidar el material, aunque en la primera parte de carrera, que no se vio en televisión sí que debía de haber algún tramo así según han comentado algunos participantes.
Con este tipo de terreno y la posibilidad de elegir el material estaba claro que se iba a optar por cubiertas más estrechas que favorecieran la velocidad. Si además, gran parte de los ciclistas participantes eran profesionales de carretera y podían permitirse montar esas cubiertas en sus bicis de carretera, sin tener que modificar la posición sobre la bici a la que están tan acostumbrados, lo iban a hacer. De cualquier forma, ellos cuentan con un físico que les permite estar 200 kilómetros a tope pedaleando por caminos con unas cubiertas que apenas ofrecen amortiguación, además de la técnica necesaria para hilar fino y reducir el riesgo de pinchazo con tan poca goma.
Con todo, la zona por la que discurría la prueba era esa, una región situada en plena llanura del río Po. Sin embargo, los que hablan de falta de dificultad poco protestan por el recorrido de una prueba tan mítica como la Unbound apenas tiene 1.900 metros de desnivel acumulado en sus 321 kilómetros de recorrido por las llanuras de Kansas. Con todo ello, según afirman los corredores, el Mundial de Gravel resultó tremendamente exigente, ya no por las dificultades orográficas sino por la tremenda velocidad que acabó en una selección natural en la parte final del recorrido.
Es de prever que en futuras disputas del Mundial de Gravel, se opte por otro tipo de recorridos, al igual que sucede en los Campeonatos del Mundo de carretera que no siempre satisfacen al aficionado, de hecho ya se está hablando, para mal, del que será el trazado que sucederá al de este año de Australia en Glasgow en 2023.
Por su parte, el Mundial de Gravel volverá a tener como sede la región del Veneto, aunque desconocemos si sobre el mismo trazado o la organización buscará mayores exigencias, posibles si nos acercamos hacia las moles alpinas que jalonan la zona.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta otro aspecto. La organización de un Mundial requiere que el evento tenga visibilidad. Muchas críticas vinieron también dadas de la caótica retransmisión del mismo. Hay que tener en cuenta las dificultades de retransmitir una prueba de varias horas de duración y que se desarrolla por caminos, sobre todo para una modalidad relativamente nueva, que no es ni de lejos una París-Roubaix que cuenta con el poderío de ASO tras su organización.
Aunque se aleje del espíritu aventurero del gravel, la solución de hacer un tramo lineal y rematarlo con un circuito al que se den varias vueltas ayuda a acercar la especialidad al gran público a la vez que facilita la retransmisión de la prueba, un pequeño peaje por el que será necesario pasar si queremos, aunque sólo sea una vez al año, disfrutar del gravel en televisión más allá de los típicos reportajes enlatados que suelen quedar para llenar huecos en las parrillas de los canales deportivos.
Las críticas hacia este primer Mundial de Gravel han sido feroces, algunas justificadas, pero la gran mayoría desproporcionadas, sobre todo teniendo en cuenta que estamos ante la primera edición de este evento y con mucho margen para aprender y afinar la propuesta. Veremos que nos depara el año que viene la segunda edición.