Manillares estrechos: ya está aquí la próxima moda del pelotón
Ahora que los frenos de disco son la norma incontestable (hasta Ineos y Chris Froome, sus últimos detractores, sucumbieron el pasado otoño), que nos hemos cansado de hablar del alto de los dichosos calcetines y que lo del 'cool down' ya está tan aceptado que lo hace hasta Rafa Nadal, empieza a asomar la próxima moda dentro del pelotón: los manillares estrechos. Cierto que de ellos se lleva hablando en sordina unos cuantos años, y que hay varios profesionales adictos. Pero este 2022 parece que será el año en que por fin se hagan 'mainstream'. Y llegan con polémica y con una decisión de la UCI pendiente. Faltaría más.
Ewan y Ayuso, los pioneros del manillar ultraestrecho
El tema de la anchura de los manillares en carretera ha dado muchas vueltas en la larga historia de este deporte. En los albores del ciclismo, eran muy anchos (46-48 cm centro a centro), pero, según la tecnología avanzaba, se fueron reduciendo hasta los 38 cm. Sin embargo, volvieron a 'estirarse' hasta los 42 cm cuando las cubiertas se volvieron más finas, allá por los años 70, lo que hacía las bicis menos manejables. Y ahí quedó la cosa durante los siguientes 50 años más o menos. A día de hoy, el estándar para los profesionales sigue en 40-42 cm.
Dicho esto, es un hecho bastante obvio que un manillar más estrecho mejora la aerodinámica. Algunos expertos calculan que 2 cm menos pueden reducir la resistencia al aire en un 5%, y eso, en este ciclismo de 'ganancias marginales' que inauguró el Team Sky, es mucho. Así que, entrados los años 2010, algunos corredores visionarios empezaron a experimentar. Ya en 2013, Adam Hansen (un gran rodador de 1,86) llevaba un modelo de 38 cm. Igual que hizo Tom Boonen en su última Roubaix, en 2017.
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Rozando los extremos, en 2018 algunos medios recogían la noticia de que Jan-Willem Van Schip, un holandés poco conocido que corre en un equipo de categoría Continental, había montado en su bici un manillar japonés de solo 32 cm. Y, el año pasado, Dan Bingham se presentó en una carrera danesa con un prototipo creado por él mismo de 27 cm (o 33 cm si contamos las barras de caída, que sobresalen bastante). Quizá te suene su nombre porque este ciclista y, a la vez, experto en aerodinámica, fichó en noviembre por Ineos... como ingeniero. Su caso, por cierto, está en manos de la UCI, porque, de tan estrecho, empieza a parecerse a cosas prohibidas, como los famosos acoples de los años 90.
Pero, según cuentan al medio italiano Bici.pro desde la empresa Deda Elementi (uno de los grandes productores de este tipo de componentes del mercado), lo que antes era una anécdota va camino de convertirse en tendencia en los últimos meses. Y los culpables han sido los sprinters. En particular, el australiano Caleb Ewan. El 'cohete de bolsillo', como lo llaman, pidió en 2020 a la marca de bicicletas Ridley y a la propia Deda desarrollarle un manillar especial, de 36 cm, que por ahora no se vende (en la foto superior o en esta de abajo puedes ver la diferencia con los de sus contrincantes, que se percibe fácilmente a ojo).
Pronto, todos los demás velocistas querían algo parecido, para introducirse mejor por los huecos imposibles por los que a veces se pasa en los sprints y, también, porque ellos son seguramente los que más sufren el viento de cara, y los que más pueden ganar al reducir su impacto. Ahora, además, la nueva moda ha saltado a otro tipo de ciclistas.
De hecho, los clientes de Deda en el pelotón son Lotto-Soudal y el UAE Emirates de Tadej Pogacar. Y, en los últimos meses, dos ciclistas de este último equipo han estado probando un manillar Superzero especial de 38 cm: el velocista Pascal Ackermann y el todoterreno Juan Ayuso, la gran promesa española. Al parecer, ambos están encantados con la innovación, por lo que ahora han recibido un encargo de 12 unidades del modelo Alanera (más 'aero' que el Superzero) de 38 cm. Es decir, para la mitad de la escuadra. Eso sí, no sabemos si Pogacar será uno de los que lo llevará.
Davide Guntri, técnico de Deda, opina que el hecho de que la UCI prohibiera el año pasado la posición aerodinámica con los codos en el manillar ha influido "mucho no, muchísimo" en esta tendencia. "Como los corredores ya no se pueden estirar hacia adelante, tratan de encoger la posición al máximo", explica. Aunque, por ahora, no ve que esto se traslade a los aficionados: "Es demasiado específico para profesionales. Solo ellos están preparados para sacarle rendimiento. Ackermann y Ayuso han dicho que respiran con normalidad y que no notan diferencia en el manejo de la bici".
Desventajas a tener en cuenta
Y es que esta moda no llega sin cierta polémica que tiene que ver con la seguridad y con la comodidad. En cuanto a la última, se dice que esta posición hace que la caja torácica esté más comprimida, por lo que quizá la respiración se resienta algo (especialmente en ciclistas altos y anchos de hombros, categoría en la que claramente no entra Ewan, con sus 1,65 de altura... pero sí Ayuso y Ackermann, ambos por encima de 1,80). También es más complicado colocar las manos en el centro del manillar, porque simplemente hay menos espacio.
La otra desventaja es más seria, pues está claro que un manillar más estrecho hace que la bici resulte algo menos ágil y reactiva en los giros y curvas. Hay que ejercer más fuerza para girar el manubrio y también se pierde algo de precisión en los giros. Por lo que quizá no sea la mejor idea a la hora de afrontar recorridos de alta montaña, con puertos largos y descensos revirados. Aunque sí podría ser una buena opción para etapas llanas y con viento. Habrá que seguir atento a esta nueva moda que, además, llega aparejada a la de las manetas giradas hacia dentro.