La París-Roubaix volvió a ganarse con una bici aero
Aunque las marcas suelen contar con modelos específicamente creados para una carrera tan especial como la París-Roubaix, lo cierto es que, a la hora de la verdad, los ciclistas optan por las bicis más efectivas, que en muchas ocasiones son la misma que emplean durante todo el año. Un claro ejemplo es la Canyon Aeroad CFR con la que Mathieu van der Poel logró el triunfo, salvo por las cubiertas utilizadas, idéntica a la que utiliza habitualmente.
Mathieu van der Poel no necesitó material específico para triunfar en Roubaix
Cada año, cuando llega la París-Roubaix, se llenan montones de páginas hablando de las bicicletas específicas para esta prueba o de las innovaciones tecnológicas que los equipos aplican a las mismas. En esta edición, el punto de atención se fijó en el sistema de ajuste de presión de los neumáticos que emplearon algunos ciclistas de Team DSM y de Jumbo-Visma.
Curiosamente, un pinchazo en el sector del bosque de Arenberg acabó con las opciones de Christophe Laporte, uno de los ciclistas de Jumbo-Visma que había montado en sus ruedas el sistema Gravaa KASP, dejando a Wout van Aert sin un apoyo vital cuando se entraba en la fase decisiva de la carrera. Posteriormente, otro pinchazo en el decisivo Carrefour de l’Arbre dejaba al propio Van Aert, aunque él no usaba el sistema de ajuste de presión, fuera de la posibilidad de luchar por la victoria.
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Hasta hace unos años, las bicis específicas para la París-Roubaix eran otra de la nota predominante. Máquinas con una geometría más larga entre ejes y una posición de conducción más alta, además de un diseño con zonas de absorción específicas para reducir al máximo el impacto de los adoquines. Todavía algunos son los que utilizan estos modelos específicos como en el caso de algunos ciclistas de Trek-Segafredo que tienen a su disposición el modelo Domane, los equipos que utilizan Specialized: Soudal-QuickStep, Bora-Hansgrohe y TotalEnergies que pueden beneficiarse de la Roubaix y su curioso sistema de suspensión en el tubo de dirección, o la Cervélo Caledonia que emplearon los ciclistas de Jumbo-Visma.
Sin embargo, si nos vamos a los primeros puestos de la clasificación vemos que Mathieu van der Poel utilizó la misma Canyon Aeroad CFR con la que ha competido toda la temporada, un modelo puramente aerodinámico y de geometría 100% deportiva. Una bici que, pese a este concepto, siempre ha presumido de una notable capacidad de absorción, sobre todo en comparación con la otra bici de competición de Canyon, la Ultimate, en la que lograr la máxima rigidez de cara a ser más efectiva en la escalada es el parámetro clave.
Observando detenidamente la bici de Mathieu van der Poel vemos que las cubiertas tubeless elegidas, unas Vittoria Corsa Pro pero en medida de 700x32c frente a los 28 mm que ha estado empleando durante el resto de clásicas del adoquín, son la única modificación que el neerlandés ha hecho en su bici para lidiar con el durísimo pavés de la París-Roubaix. Ni posición especial ni esos trucos que se utilizaban tradicionalmente como colocar doble cinta de manillar para lograr mayor amortiguación.
Es más, Mathieu ni siquiera utilizó guantes durante la carrera, preferencia de muchos clasicómanos para contar con un mejor tacto de manillar y que pone sobre la mesa que más importante que el material es la técnica correcta a hora de rodar sobre el pavés.
Su compañero Philipsen, que ocupó el segundo escalón del podio también utilizó la misma bici con una configuración similar mientras que Wout van Aert, quién se tuvo que conformar con el tercer lugar si empleó, el modelo gran fondo de Cervélo, la Caledonia. Si nos vamos hasta el cuarto lugar, donde encontramos a Mads Pedersen, resulta curioso observar que opta, pese a tener a su disposición la eficiente Domane de Trek, por el modelo aerodinámico Madone, la misma máquina que emplea durante todo el año, al igual que sus rivales con la única modificación de unas cubiertas tubeless de mayor sección, en su caso, Pirelli. También encontramos bicis aero en otros protagonistas de la carrera como John Degenkolb, con su Scott Foil RC o Filippo Ganna que montaba en su habitual Dogma F pese a que en el pasado la firma italiana experimentó con modelo con una pequeña suspensión trasera.
No hay que olvidar que la París-Roubaix es una prueba de 254 kilómetros de los que sólo algo más de 50 son sobre pavés y en la que la velocidad es altísima durante toda la prueba como demuestra el nuevo récord de velocidad que estableció Van der Poel en algo más de 46 km/h de media, velocidades en las que las ganancia aerodinámicas cobran gran importancia a la hora de ahorrar vatios. Es por ello que muchos prefieren sacrificar un cierto grado de comodidad al paso por los tramos de adoquín frente a la ventaja que la bici y las ruedas aerodinámicas les puedan proporcionar a tanta velocidad.