Pegatinas vs GPS en el Tour de Francia
Algo que siempre llama la atención en las bicis de los profesionales en competiciones como el Tour de Francia es que muchos llevan una pequeña pegatina sobre la potencia o el manillar con información de la etapa del día: kilómetros, puertos y, sobre todo, donde comer y beber. Algo curioso cuando actualmente, los modernos ciclocomputadores son capaces de aportarnos esta información.
No olvides comer y beber
Ya os hemos hablado en muchas ocasiones de la importancia de la nutrición y la hidratación en la bici en general y ya, si hablamos de una competición como el Tour de Francia, se convierte en un aspecto totalmente esencial. Algo que los equipos miden hasta la última caloría para asegurarse de que el corredor dispone siempre de energía en el deposito pero sin llegar a ingerir un exceso de comida que pueda llevarle a aumentar el peso.
De hecho, a menudo se comenta, sobre todo entre quienes llevan muchos años viendo ciclismo, que hoy en día es difícil ver esas pájaras que producían auténticas debacles en las carreras. Situaciones como la sufrida por Tadej Pogacar el año pasado en el ascenso al Granon, en el ciclismo actual son extremadamente raras.
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Los ciclistas modernos, desde categorías inferiores, están educados a comer y beber de forma regular tanto en carrera como en entrenamiento y los preparadores de la mano de los nutricionistas planifican cuando y qué consumir, entre todos los productos de nutrición a su disposición además de opciones caseras como los tradicionales pastelitos de arroz que todavía resisten en las bolsas de avituallamiento.
Sin embargo, resulta curioso cómo esa planificación se pone a disposición del corredor en forma de un pequeño adhesivo que se coloca sobre el manillar en vez de utilizar las capacidades que ofrecen los ciclocomputadores actuales.
En dispositivos como Garmin o Wahoo es posible programar alertas que nos indiquen que hemos de comer y beber cada cierto tiempo o bien, utilizando alguna de las pequeñas apps disponibles, definir de forma manual qué y cuándo ha de ingerir bebida o alimento el ciclista. Sin embargo, hacer esto aún resulta una tarea bastante engorrosa para los auxiliares, sobre todo, si tenemos en cuenta que es un proceso que hay que multiplicar por los 8 corredores del equipo.
El adhesivo en el manillar cuenta, aparte, con la ventaja de la inmediatez. De un rápido vistazo el ciclista puede ver el perfil de la etapa, los kilómetros donde se encuentran los puntos clave y qué nutrientes tomar en cada punto del recorrido, cuando toca una barrita o cuando un gel o un bidón con carbohidratos. No es lo mismo ingerir comida en pleno ascenso un puerto que cuando por delante tenemos un largo tramo llano. Ni el líquido está igual de accesible en una larga bajada revirada que en una zona de carreteras anchas y rectas.
Observar esta información con antelación en un ciclocomputador obliga al ciclista a distraerse de la carretera navegando entre las distintas pantallas del dispositivo, algo poco recomendable cuando se rueda a 50 km/h en el seno de un pelotón desbocado donde cualquier mínimo movimiento o frenazo puede acabar en una montonera.
Aparte, cada equipo personaliza sus pegatinas con la información que piensan que es más relevante para el ciclista frente a las alertas genéricas que ofrecen los ciclocomputadores o la simple visión general del perfil de la carrera que podamos ver en la pantalla. Una capacidad de personalización y, sobre todo, de inmediatez que aún queda fuera de las capacidades de los ciclocomputadores pese a que estos evolucionan temporada tras temporada añadiendo nuevas funciones. Por cierto, la creación y colocación de las pegatinas en cada una de las bicis es otras de esas decenas de tareas que llevan a cabo cada mañana los auxiliares de los equipos en un duro y habitualmente poco reconocido trabajo.