Por qué el otoño es la mejor estación para montar en bici
El final del verano o el cambio al horario de invierno provoca el bajón en muchos ciclistas que no son capaces de ver que el otoño es ideal para montar en bici. Una época del año en la que pedalear se convierte en una alegría para los sentidos y que nos permite disfrutar, sin ningún tipo de estrés, de los réditos del verano.
Las bicicletas son para el otoño
Si hacemos una encuesta entre los ciclistas, preguntándoles sobre cuál es para ellos la mejor época del año para montar en bici, estamos seguro que saldría los meses de verano. Sin embargo cuando luego llegan en realidad estos meses resulta que la mayoría no montan tanto en bici como sucede el resto del año. El calor sofocante, el hartazgo de bici tras la primera mitad del año o las muchas actividades alternativas, incluidas las vacaciones familiares, hacen que finalmente el verano esté lejos de esa época ideal para la bici.
Evidentemente, el invierno no es deseable por ninguno: frio, lluvia, viento y pocas horas de luz hacen difícil mantener la actividad ciclista y nos obliga en muchos casos a recluirnos en nuestra “cueva del dolor”, echando horas de rodillo.
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Nos quedan las dos estaciones de transición, con la primavera como momento álgido de la temporada en aproximación a los principales objetivos que todos, en mayor o menor medida, nos planteamos. Queda a un lado, como el patito feo, el otoño. Estación habitualmente desdeñada y que, sin embargo, cuenta con grandes argumentos para ser las mejores fechas en las que disfrutar de la bici. Estos son algunos de ellos.
Temperaturas agradables
Mientras que hasta bien entrada la primavera, es difícil poder dejar de vestir de largo, en el otoño se mantiene la inercia de las temperaturas durante los llamados veranillos, que en ocasiones se alargan hasta el mes de noviembre. Cierto es que en estas fechas las mañanas ya suelen ser frescas pero eso no impide que, en las horas centrales de la jornada, podamos montar en bici con una equipación corta sin el menor problema, a lo sumo recurriendo a unos manguitos y un chaleco hasta que el sol deja notar su efecto.
También, dependiendo de la región, las lluvias suelen tardar en aparecer y cuando lo hacen, son en forma de episodios tormentosos que no suelen ocupar más que jornadas sueltas, por lo que no es difícil poder encontrar días en los que pedalear.
Terreno en perfectas condiciones
Si bien al ciclista de carretera no le afecta demasiado, quienes practiquen el gravel o la Mountain Bike están deseando que aparezcan las primeras lluvias para suavizar el terreno y gozar de un agarre que permite disfrutar mucho más de la conducción. Un terreno más blando en el que los tacos de las cubiertas pueden cumplir con su función.
Durante el verano, el terreno duro y reseco, que acaba quedándose con una pequeña capa de arena superficial, cuenta con un agarre muy limitado que obliga a ir en constante tensión en cada curva. Además, el agarre depende en estas condiciones casi exclusivamente del compuesto de la cubierta, a menudo más blandos para lograr un comportamiento óptimo, que hace que sean devoradas por el terreno con rapidez.
Colorido del paisaje
Qué vamos a decir de lo bonito que se pone el monte cuando llega el otoño, en especial si la vegetación de nuestra zona es de hoja caduca que va pasando ante nuestros ojos por un millar de tonalidades distintas hasta caer al suelo y cubrir todo con un manto de ocres.
En estas fechas, muchas regiones de nuestro país se convierten en un auténtico espectáculo visual que nos puede servir de perfecta excusa para escaparnos unos días a visitarlos a lomos de nuestra bicicleta.
Sin estrés
Para muchos ciclistas, la primavera es una época de preparar distintos eventos que se han fijado como objetivos, sobre todo el grueso de las marchas cicloturistas que tienen lugar durante los mese de mayo y junio y que nos obliga a llevar una cierta planificación de nuestras salidas en bici.
Sin embargo, en otoño la temporada ya ha tocado a su fin salvo para aquellos que compitan en ciclocross y que desde ya mismo tienen encima la vorágine de carreras, prácticamente cada fin de semana. Para el resto, es una época de recuperación en las que se sale a pedalear sin el dictado de los vatios o las pulsaciones, simplemente por el mero placer de rodar en bici.
Aire limpio
Si bien la mayoría de los eventos se sitúan en la parte final de la primavera, para aquellos que sufren las típicas alergias a los pólenes de esta estación resulta un auténtico reto lograr una forma aceptable en esas fechas en las que el mero hecho de respirar se convierte en un triunfo.
Es ahora en el otoño cuando los alérgicos podemos disfrutar plenamente de dar pedales sin estar pendientes de no apretar en exceso para sufrir los ahogos del asma o pudiendo llevar un ritmo de respiración constante si tener que estar forzando para vencer la constante congestión que nos aqueja durante los peores meses de primavera.