Qué buscan los fondos de inversión en el ciclismo
Las recientes adquisiciones de distintas firmas de la industria del ciclismo por parte de fondos de inversión denota el auge que disfruta el mundo del ciclismo. Pero, ¿cuáles son las razones de este auge y por qué las marcas de ciclismo han acabado en el punto de mira de los inversores?
El ciclismo se convierte en una apuesta segura para los inversores
Además de dar acogida a las distintas marcas del sector de la bicicleta, la última edición de la feria Eurobike también supuso un punto de encuentro para representantes de distintos fondos de inversión ávidos de introducirse en el mundo del ciclismo. En una entrevista concedida al portal cycling industry news, el organizador de esta área dedicada a la inversión Ralf Kindermann explicaba las razones que han llevado a que el sector de la bici haya suscitado el interés de los inversores.
Por este evento específico, en el que se incluyó un tour guiado para que los posibles inversores pudieran conocer de cerca las propuestas predominantes en el mundo del ciclismo pasaron unas 70 personas que representaban a fondos de inversión por un valor total de más de 10.000 millones de euros, lo que señala la importancia y el soplo de aire fresco que este interés representa para la industria de la bici.
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El interés del capital privado por el ciclismo no es algo nuevo. Aún está en la mente de todos el revuelo que se produjo en el año 2016 cuando el fondo de inversión L Catterton entró como accionista mayoritario de una firma de la solera de Pinarello.
A esta adquisición le han seguido otras más o menos sonadas como la de Cannondale por parte del grupo neerlandes Pon Holdings, Sidi que ha pasado a manos del fondo de inversión Italmobiliare, Wise Equity que ha adquirido Vittoria o la reciente de la firma alemana Canyon de cuyo accionariado ha pasado a formar parte Groupe Bruxelles Lambert.
Las razones para este interés por la industria del ciclismo son varias, una atención que ha crecido tras el boom de la bicicleta que se produjo tras los confinamientos que acompañaron a la pandemia en el año 2020. Sin embargo, son las perspectivas de crecimiento a medio y largo plazo lo que realmente atrae las miradas de estos fondos de inversión.
Un crecimiento futuro del sector que se apoya en la creciente sensibilización por la sostenibilidad, un estilo de vida saludable y las nuevas formas de movilidad en el que la bicicleta es sin duda un actor principal como parte de la solución y no del problema.
Incluso la industria del automóvil está realizando inversiones en el mundo del ciclismo, aprovechando las oportunidades que este ofrece en la actualidad y que les permite diversificar en parte sus inversiones frente a la incierta situación del coche ante el cambio de paradigma que supone la transición hacia una movilidad eléctrica.
La industria de la bicicleta también se ha visto beneficiada por la actual crisis y la situación inflacionista que vivimos que ha provocado, entre otras cosas, el aumento del precio de la gasolina, haciendo si cabe más atractivos los desplazamientos en bicicleta.
Todo esto hace que, ante los ojos de los inversores, el ciclismo se haya convertido en una especie de valor refugio en el que situar su dinero, aunque con algunas salvedades.
Señalaba Ralf Kindermann las tareas pendientes que le quedan a la industria de la bicicleta, por ejemplo, mejorar unas redes de distribución desfasadas y cuya debilidad quedó claramente patente durante la pandemia, con una producción fuertemente localizada en oriente y que generó importantes cuellos de botella que incluso aún hoy siguen presentes en forma de falta de determinados repuestos.
En cualquier caso, la confianza generada por el buen resultado de inversiones previas también han contribuido a crear un efecto bola de nieve que ha convertido a la bicicleta en un valor solvente en el que apostar.