Qué diferencia una bici de carretera profesional de la tuya
Los mejores ciclistas necesitan las mejores bicicletas. Los equipos y los patrocinadores que suminstran las piezas viven en una carrera constante por exprimir el reglamento y mejorar así el desempeño de sus corredores. Las marcas ponen a disposición de los aficionados modelos casi idénticos a estos, pero ¿dónde están las diferencias entre unos y otros?
Bicicletas de profesionales y de aficionados: parecidas pero no iguales
Los aficionados tenemos un abanico enorme de bicicletas a nuestra disposición, aunque el dinero se suele interponer entre el sueño de tener una bici como la de los profesionales y la realidad. Aun así, siempre hay quien tiene bolsillo para comprarse una de estas perlas de la tecnología y pedalear con la misma arma con la que los mejores ciclistas compiten para ganar las carreras más prestigiosas o por vestir los maillots más codiciados.
Sin embargo, pese a que guardan un parecido evidente, existen algunas diferencias.
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En primer lugar, las medidas del manillar y de la potencia hacen que el ciclista profesional adopte una posición que pocos aficionados podrían aguantar. Las bicis de los profesionales son, por tanto, más estrechas y bajas. En concreto, los manillares suelen rondar los 350-360 milímetros; es decir, el mínimo permitido por la UCI, que contrasta con los 400-440 milímetros de la mayoría de bicis de carretera que encontramos en las tiendas.
A esto hay que sumar una potencia enorme; hablamos de entre un 30%-50% más larga, ya que oscilan entre los 130-150 milímetros, frente a los 100 milímetros de gran parte de las de serie.
Las potencias largas responden al hecho de que muchos ciclistas montan en bicis relativamente pequeñas para ellos. El resultado es una posición eficiente en términos de aerodinámica y rendimiento, pero que exige al ciclista acostumbrarse a competir en una postura más incómoda.
En segundo lugar, las bicis están mucho más cuidadas y limpias. Aunque llevemos los mantenimientos al día y las mimemos como nadie, es tarea imposible igualar el nivel de los equipos, que cuentan con profesionales de primer nivel que la evalúan de manera sistemática y ajustan, cambian o reparan cualquier desperfecto.
Algo lógico, ya que los equipos vuelcan todos sus esfuerzos en ganar y alcanzar sus objetivos. Del mismo modo que intentan armar a la mejor plantilla posible, los trabajos de antes y después de la carrera son igualmente importantes.
En tercer lugar, la élite del ciclismo es un laboratorio de pruebas para las marcas, que ensayan sus productos con probadores que llevarán al límite todos los componentes. Nadie mejor que los propios ciclistas para exprimir durante largas jornadas y a unos vatios salvajes cada una de las piezas de la bicicleta. Así que también son ellos los primeros en degustar los avances que luego acaban llegando a las bicis para aficionados.
Aun así, no todo son desventajas para el aficionado. Algunas diferencias pueden ser un plus incluso al compararnos con los profesionales. En primer lugar, el peso. Aunque las tendencias actuales -como los frenos de disco o el cableado interno- suman gramos a nuestras monturas, las bicis tope de gama marcan un peso en la báscula similar al de sus hermanas de competición, incluso a veces hasta más bajo.
Los equipos priman cada vez más la aerodinámica y deciden montar cuadros que penetren mejor el aire aunque sean algo más pesados, salvo en etapas escaladoras. Por eso, a veces se quedan 'lejos' de la norma de los 6,8 kilos que decreta la UCI como peso mínimo y afrontan algunas etapas con bicicletas que rondan los 7,5-8 kilos.
Pese a esto, es cierto que las formaciones en muchas ocasiones se ven obligadas a poner peso extra a sus bicis para cumplir con la norma, por lo que es normal pensar que si la UCI finalmente rebaja este límite, las bicis harán lo mismo.
Finalmente, los aficionados 'solo' estamos restringidos por el presupuesto. Lo cierto es que podemos elegir las ruedas, el cuadro, los neumáticos o la ropa que queramos para afinar nuestra bici hasta hacerla a nuestro gusto, eligiendo aquello que prefiramos y rechazando las opciones que no nos complazcan del todo.
Esto es imposible para los profesionales, que aunque cuenten con componentes y bicis de primer nivel, no pueden montar productos de la competencia, sino adaptarse a lo que les da el equipo