Qué ha pasado en la primera semana La Vuelta 2023

De todo y nada, así podríamos resumir lo que nos dejan las primeras 8 etapas de La Vuelta a España 2023 en la que los favoritos se han limitado a tantearse y todos mantienen intactas sus opciones de cara a la clasificación general a la espera de lo que depare la decisiva contrarreloj de Valladolid, antesala de una segunda semana que tendrá su cenit en las dos monstruosas etapas pirenaicas.

Una Vuelta a España cargada de polémicas llega a la primera jornada de descanso

Con 9 etapas disputadas, La Vuelta a España 2023 alcanza su primer tercio y con ello el primer día de descanso que seguro que agradecerán sus organizadores tanto o más que los propios ciclistas ya que, a lo largo de estos nueve días lo extradeportivo ha dado más que hablar que lo que sucedía en la carretera.

Arrancaba La Vuelta con una etapa contrarreloj en un horario que, buscando la máxima afluencia de público, apuraba las horas de luz en un mes de agosto donde ya se va notando como se acortan las tardes. Sin embargo, no había previsto la organización que saliera una tarde de lluvia y tormentas lo que supuso que gran parte de los equipos tuviera que completar la contrarreloj inicial prácticamente de noche lo que quedaba plasmado en el monumental enfado de Remco Evenepoel “no somos monos de circo”.

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De hecho, la lluvia continuaría acompañando a la carrera lo que hizo que la organización, para tratar de minimizar las críticas cediera a la presión de los ciclistas, realizando la toma de tiempos previa a la subida final a Montjuic lo que nos dejó un ridículo espectáculo con apenas una quincena de ciclistas disputando, sin el menor problema, la etapa mientras que el resto se limitaba a completar los últimos kilómetros a ritmo cicloturista. Imagen que se volvía a repetir en la jornada de ayer, donde el vencedor de la etapa aún no había llegado a meta cuando sus perseguidores levantaban el pie tras superar el punto de cronometraje.

Además, en ambas jornadas, hemos tenido que vivir el esperpento de no poder disponer de las clasificaciones y que estas acabaran en resultados que, como ocurría en la jornada de ayer, poco tenían que ver con lo que se vio en televisión donde se vio que Primoz Roglic lograba varios segundos de ventaja cuando finalmente los jueces decidieron dar el mismo tiempo a todos los integrantes del grupo de favoritos.

Por si fueran pocos los avatares de La Vuelta en estos primeros días, en la tercera etapa, primer contacto con la montaña en Andorra donde Remco Evenepoel se imponía a sus rivales, este sufría una aparatosa caída tras cruzar la meta debido al exiguo espacio entre la línea de llegada y el lugar donde estaban ubicados, periodistas, fotógrafos e invitados. Se saldaba el incidente con un corte en la ceja para Remco y con una rotura de muñeca para la jefa de prensa de Policía de Andorra contra la que acabó frenando el ciclista belga.

Aunque no sea achacable a la organización, al siguiente día, camino de Tarragona amanecimos con la noticia de la detención de varios individuos ligados al movimiento independentista que planeaban verter aceite sobre la calzada al paso de la carrera. Un intento de boicot que se sumaba al de dos días antes cuando varios corredores sufrieron pinchazos por clavos arrojados al paso de la prueba.

A decir verdad, casi ni en el día de descanso se ha librado La Vuelta de incidentes ya que la intensa DANA que afectó al centro del país durante la jornada de ayer supuso que uno de los aviones que trasladaba al circo de La Vuelta hasta Valladolid desde tierras murcianas se vio obligado a desviarse al aeropuerto alternativo, en este caso Madrid, por las condiciones meteorológicas adversas en el aeropuerto castellano, lo que supuso a sus pasajeros tener que sumar más de dos horas extra al trayecto para completar el viaje desde Madrid por carretera.

La Vuelta a España es una de las tres grandes citas del calendario, pero lo vivido la primera semana de esta edición deja un poso de improvisación y de querer contentar a todo el mundo en vez de seguir sus criterios que, sin duda, arroja una imagen poco gratificante de los que ha de ser la organización de una gran vuelta.

A todo esto, hay que sumar el aspecto deportivo donde, pese a contar con varias jornadas a priori interesantes para que ocurrieran cosas, en realidad no hemos visto prácticamente nada, en un guion de carrera que La Vuelta suele preparar para que el desenlace quede para las últimas jornadas aún a riesgo de que ocurra precisamente esto: fuegos de artificio durante el inicio.

Si recapitulamos, vemos que hemos tenido una crono inicial que, como se preveía, no generó grandes diferencias, ni siguiera por el descontrol que provocó la meteorología. Tres etapas montañosas también sin diferencias, con la primera resolviéndose en un sprint de un grupo de 15 unidades. Únicamente la llegada a Javalambre nos permitió disfrutar de un cierto espectáculo pero como consecuencia de la fuga que se descontroló en el inicio más que por una intención clara de haber hecho una jornada dura.

Algo similar ocurría ayer, con mucha lucha propiciada por el viento para, al final, ver un sprint de 200 m entre favoritos y, ni siquiera, por la victoria de etapa, ni siquiera bajo la línea de meta.

Está claro que no es habitual que haya tanta igualdad entre tantos favoritos lo que supone que ninguno de ellos quiera gastar fuerzas antes de tiempo. Estamos hablando de que ahora mismo tenemos a Vingegaard, Roglic, Ayuso y Mas prácticamente igualados, con el añadido de un factor desequilibrante como es un corredor de la calidad de Sepp Kuss y unos Marc Soler y Joao Almeida que son ciclistas de gran calidad que permanecen bien ubicados en la general como para no poder permitirles ningún movimiento.

Es de suponer que la contrarreloj de Valladolid aclare el panorama y desbloquee la carrera, sin embargo, es improbable que veamos algo decisivo hasta las dos jornadas pirenaicas salvo, quizás, que el viento haga su aparición a lo grande camino de Zaragoza. Emoción por la incertidumbre pero que nos deja etapas bloqueadas y que se hacen muy complicadas de vender como espectáculo de cara al aficionado, sobre todo a aquellos seguidores circunstanciales del ciclismo que únicamente siguen este deporte durante la disputa de Tour y Vuelta.