Llagas y rozaduras provocadas por el sillín ¿qué hacer?
Las llagas y las rozaduras formadas por el uso del sillín son un punto crítico que pueden amargar la experiencia a cualquiera que salga a pedalear. La prevención y saber actuar para combartirlas cuando ya han aparecido son claves para que nuestras salidas no se conviertan en una tortura.
Cómo debemos cuidarnos para evitar que el sillín nos provoque llagas y rozaduras
Todos conocemos de sobras los beneficios que el ciclismo tiene para nuestra salud física y mental. Lo cierto es que como cualquier deporte también tiene una cara menos amable, pero igualmente importante. Saber a qué efectos negativos nos exponemos es fundamental para entender a qué debemos prestar atención y cómo tenemos que protegernos.
Las llagas y las rozaduras provocadas por el sillín son un clásico en muchos traseros ciclistas. Aunque no llegan al nivel de los forúnculos -habituales hace décadas y que pueden aparecer en jornadas largas sobre la bici con altas temperaturas-, estos dos males pueden ser molestos, estropear nuestra salida o directamente hacernos imposible seguir pedaleando.
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Lo primero es la prevención. Evitar que llagas y rozaduras aparezcan es el primer paso -como en casi cualquier tratamiento- que hay que tener en cuenta. Y si empezamos por el principio, debemos atender en primer lugar a lo más básico: comprobar que la bici y el sillín estén bien ajustados y contar con un culotte que nos vaya bien.
Un punto extra en cuanto a la prevención es quitarse el culotte cuando lleguemos a nuestro destino -en especial cuando el calor aprieta- y limpiar la zona cuanto antes.
Además, cambiar la postura y ponernos de pie de vez en cuando también podría ayudarnos.
La mayoría de estas dolencias se curarán solas si son leves o han salido hace poco. Lo imporante es mantener nuestra piel limpia y seca. Para ello es recomendable usar jabón suave para limpiar la zona, aunque según el caso también sería apropiado un ungüento antibacteriano. Además, hay que dejar que respire todo lo que podamos, por lo que siempre que la circunstancia nos lo permita usaremos prendas que nos mantengan la zona aireada.
Los consejos los firma Molly Hurford en su libro 'Saddle, Sore: Ride Comfortable, Ride Happy'. La autora hace hincapié en el aceite de árbol de te, que si bien reconoce su eficacia en algunas personas, afirma que es mejor probar cómo reacciona nuestra piel en otra zona del cuerpo, ya que a un porcentaje significativo de gente le puede provocar quemaduras químicas.
A todo esto hay que añadirle una máxima: si tienes una llaga, mejor dejar aparcada la bici. El cuerpo está dolorido y la zona tiene una sensibilidad especial, por lo que debemos actuar como haríamos con cualquier otra lesión; es decir, haciendo reposo. En ocasiones bastará solo con un día. Si el problema se alarga o presenta otros síntomas como fiebre, calor o dolor hay que acudir al médico.
Por otra parte, la experta añade que las cremas para badana son una gran idea para evitar rozaduras, aunque cree que si el ciclista las considera necesarias en salidas cortas podría haber en realidad un problema con el sillín o el culotte. Mención aparte para las mujeres con menopausia, que la autora explica que sí tienen justificado su uso hasta en este tipo de salidas.