¿Qué y cuáles son los cinco monumentos del ciclismo?
Los 5 monumentos del ciclismo son el culmen de las carreras ciclistas de un día. En ellas el denominador común es una distancia atípica con características propias en cada una de ellas, pero sus ganadores entran directamente al selecto club de los clasicómanos más reconocidos.
Los 5 Monumentos Ciclistas en 2024
- Milán-San Remo: sábado 16 de marzo de 2024
- Tour de Flandes: domingo 31 de marzo de 2024
- París-Roubaix: domingo 7 de abril de 2024
- Lieja-Bastoña-Lieja: domingo 21 de abril de 2024
- Il Lombardia: sabado 12 de octubre de 2024
Lo monumentos del ciclismo, las carreras donde se escribe la leyenda
Cuando hablamos de las mejores carreras del mundo, inmediatamente, al menos en nuestro país, nos viene a a cabeza el Tour de Francia, acompañado de las otras dos grandes, La Vuelta a España y el Tour de Francia. Nada extraño en un país donde el ciclista tipo ha sido históricamente aquél de gran resistencia, menudo y que encontraba en las altas montañas el lugar donde mostrar sus cualidades.
Un terreno habitual en las vueltas por etapas que, sin embargo, pese a grandes actuaciones puntuales fuera de estos lares, se resistió hasta que Federico Martín Bahamontes logró por fin conquistar el Tour de Francia en el año 1959. Más hubo que esperar hasta ver a un español vestir el rosa final del Giro de Italia, concretamente hasta 1992, cuando un maravilloso Miguel Indurain nos regalaba el primero de sus dos dobletes Giro-Tour en lo que para él era una mera preparación para la prueba francesa.
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Sin embargo, más allá de las grandes vueltas, encontramos las pruebas de un día, aquellas que recogen la esencia más pura del ciclismo, de hecho, son las más numerosas del calendario en cualquiera de las categorías de este deporte. Incluso hubo una época en la que prácticamente cada pueblo tenía su carrera ciclista, habitualmente en coincidencia con fiestas patronales u otras celebraciones.
De entre todas estas pruebas de un día, un puñado de pruebas atesoran un largo bagaje a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI, pero hay 5, denominadas como monumentos que, por tradición, historia o características específicas se han alzado como el referente de este tipo de carreras. Pruebas para tipos duros que exigen a los ciclistas esfuerzos sobrehumanos para superar los duros trazados que proponen.
Unas pruebas tan selectas que únicamente tres ciclistas a lo largo de la historia, Rik Van Looy, Roger de Vlaeminck y, por supuesto, el legendario Eddy Merckx han conseguido vencer al menos una vez en cada una de ellas.
Milan-San Remo: La Primavera
A mediados de marzo, justo con el cambio de estación, llega la primera de las grandes clásicas del calendario. El primero de los 5 monumentos es la carrera más veloz y que, a lo largo de los 300 kilómetros que separan Milán de la bella San Remo, en la costa de Liguria en un trazado totalmente llano salvo por la pequeña tachuela que supone el passo del Turchino que permite descender hasta la costa y el final salpicado por varias pequeñas cotas.
Primero las que superan los capos que la costa va trazando y, ya en los últimos kilómetros un par de pequeñas incursiones hacia el interior para ascender a las localidades de Cipressa y Poggio de San Remo destinadas a hacer estallar una carrera que se disputa a una velocidad espeluznante lo que sumando a su largo kilometraje la convierten en una de la más fácil de realizar, pero en la que es más complicado ganar.
La Milan-San Remo, también conocida como la Classicissima, se empezó a disputar en el año 1907 organizada por el diario deportivo La Gazzetta dello Sport en una época donde se proponían trazados inhumanos sin la certeza de si eran realizables para los ciclistas y las bicis de aquellos tiempos. Sin embargo, su trazado, prácticamente llano, fue convirtiéndose en el coto de los hombres rápidos, entre ellos el español Miguel Poblet, el primero de los nuestros que puso su mirada en las clásicas y que logró vencer en San Remo en dos ocasiones.
Precisamente, buscando introducir mayor dureza y abrir el elenco de aspirantes a la victoria, se introdujo en el año 1960 la subida al Poggio y, posteriormente, en 1982, la Cipressa que si bien no han conseguido terminar con algunas llegadas masivas sí que han propiciado sorpresas en algunas ediciones, sin ir más lejos, el fantástico ataque que nos regalaba Vincenzo Nibali en 2018 o inapelable victoria de Paolo Bettini en 2003.
De hecho, si revisamos el palmarés de la prueba, pese a ser una carrera en la que habitualmente se han producido sprints, es habitual ver en los puestos de honor nombres de relumbrón. Leyendas como Gino Bartali, Fausto Coppi o Lousion Bobet lograron vencerla. Por supuesto, Eddy Merckx, nada menos que en 7 ocasiones, el récord de la prueba y, cómo no, siendo una prueba para hombres rápidos, algunos de los grandes velocistas de cada época como Mario Cipollini, Erik Zabel, entre los que hay que incluir a nuestro Óscar Freire que logro la victoria en tres ocasiones.
Tour de Flandes: De Ronde
Según avanza la primavera, el escenario de las clásicas se traslada al norte de Europa, con los adoquines tomando el protagonismo en un mes de puro espectáculo que tiene su desenlace durante la primera semana de abril con la disputa encadenada de dos de los 5 monumentos. En primer lugar del Tour de Flandes y el remate a la temporada de piedras al fin de semana siguiente en la París-Roubaix.
El suroeste de Flandes, una zona de colinas ya cercanas a la frontera francesa es el escenario por el que transcurre una de las clásicas más entrañables del calendario y que cada año paraliza a todo un país con un seguimiento incluso más multitudinario que el que pudiera tener por aquí un partido de fútbol de la máxima rivalidad.
Su trazado ha ido sufriendo variaciones a lo largo de la historia, tanto en el punto de salida como de llegada, habiéndose establecido en los últimos años el centro neurálgico de la prueba en la pequeña ciudad de Oudenaarde, localidad que alberga el Centro Ronde Van Vlandeeren, un museo temático dedicado a la prueba y que os sugerimos visitar si viajáis por la zona. No os defraudará.
En el recorrido una nota ha sido denominador común, la interminable sucesión de subidas cortas y empinadas o también llamados muros, algunos de ellos adoquinados que van seleccionando un carrera que, con un recorrido en torno a los 250 km, también exige un esfuerzo de mayor duración de la que los ciclistas afrontan habitualmente en las carreras, sobre todo hoy en día donde vemos pruebas con distancias auténticamente irrisorias.
Unos muros que, el caso de los tramos cubiertos de adoquín, llegan a alcanzar pendientes de hasta el 20% lo que, además del físico, exigen unas buenas dotes técnicas al ciclista simplemente para mantenerse sobre la bici, sobre todo si aparece una jornada lluviosa. Nombres como Molenberg, Kwaremont o los legendarios Koppenberg y Kapelmuur se han convertido en iconos de este deporte gracias al Tour de Flandes, recibiendo la peregrinación de miles de ciclistas. Como muestra, la prueba cicloturista que se disputa el día anterior a la profesional reúne cada año a una cifra que ronda los 20.000 ciclistas.
El Tour de Flandes comenzó a disputarse en el año 1912, al igual que el resto de carreras de la época, impulsada por un diario deportivo, el Sportwereld, aunque en sus orígenes contaba con un trazado principalmente llano. Es a partir de la tercera edición, disputada tras la primera guerra mundial, cuando se empezaron a introducir los muros que se han convertido en seña de identidad de esta carrera.
Al contrario de lo que ocurría en Milán-San Remo, donde los grandes nombres copan el palmarés, el Tour de Flandes ha sido coto privado durante décadas para los flandriens, duros ciclistas flamencos acostumbrados a pedalear por sus adoquines y en las durísimas condiciones meteorológicas que solían marcar las clásicas del norte en los meses de primavera, antes de que el cambio climático comenzara a hacer de las suyas.
Si hay que destacar varios nombres entre los vencedores de esta carrera, es inevitable citar al León de Flandes Johan Museew, con tres victorias en su haber, el máximo conseguido. Una cifra que igualan otros clasicómanos tan míticos como el también belga Tom Boonen o la locomotora de Berna Fabian Cancellara. En la actualidad, el último rey de Flandes es neerlandes y atesora dos victorias. No es otro que el monstruo Mathieu Van der Poel.
Una carrera que sigue siendo esquiva a los ciclista españoles y por la cual sólo Juan Antonio Flecha apostó plenamente, ocupando puestos cabeceros en varias ocasiones, con el tercer escalón del podio logrado en el año 2008 como resultado más reseñable.
París-Roubaix: El infierno del norte
Ciclistas transitando por auténticos caminos de cabras cubiertos de adoquines colocados de forma irregular, con la cara cubierta de barro y haciendo equilibrios para mantenerse sobre la bici. Sin duda, una de las imágenes más icónicas del ciclismo y que convierten a la París-Roubaix en la única clásica que llega a trascender al mundo del ciclismo, atrayendo incluso a espectadores no habituales de este deporte.
Aunque en sus orígenes, desde su nacimiento en el año 1896, sí arrancaba desde la capital francesa, de donde obtiene su nombre, primero Chantilly y, desde el año 1977 la ciudad de Compiègne, unos 100 kilometros al norte de París fueron reduciendo el inhumano trazado de la carrera hasta los en torno a 260 kilómetros con que cuenta en la actualidad.
Un trazado donde brillan con luz propia los durísimos tramos de pavés, que totalizan en torno a 50 kilómetros y que se hayan puntuado en función de su longitud y dureza en una escala de 1 a 5 estrellas, destacando los pasos por el mítico Bosque d’Arenberg, el durísimo Mons en Pévèle y el que seguramente sea el cruce más famoso de Francia, el Carrefour de l’Arbre, lugares que suelen dictar sentencia en mayor o menor medida en el desenlace de la carrera.
Unos tramos que, cuando la lluvia y el barro hacen su aparición convierte la prueba en un ejercicio de supervivencia donde el vencedor es quien menos averías y caídas sufre, no pudiéndose dar por seguro el resultado hasta que el corredor consigue atravesar la meta ubicada en el velódromo de Roubaix.
Roger de Vlaeminck y Tom Boonen han sido los grandes dominadores de esta carrera, sumando 4 victorias cada uno. Les sigue una amplia nómina de corredores entre los que destacan algunos como Johan Mussew, Fabian Cancellara, Eddy Merckx o Rik Van Loy que lograron imponerse en tres ocasiones. Al igual que en Flandes, el mejor de los nuestros ha sido Juan Antonio Flecha, quien consiguio subir al podio en las ediciones de 2005, 2007 y 2010, concluyendo en puestos cabeceros en todas su participaciones.
Lieja-Bastoña-Lieja: La decana
Tras finalizar la campaña del pavés, las clásicas primaverales dan paso a la semana de las Ardenas, que enlaza la disputa de Amstel Gold Race, Flecha valona y esta Lieja-Bastoña-Lieja que, como su nombre indica, recorre los intrincados valles y bosques del este de Bélgica, en la región de valonia. Un territorio lindante con Alemania y Luxemburgo y que históricamente ha sido escenario de cruentas batallas: primero en ambas guerras mundiales y, en la actualidad, únicamente guerras a lomos de una bicicleta.
Se trata de una clásica que cambia el enfoque de los tres monumentos anteriores. En este caso son el encadenado de cotas, de una longitud que las categorizaría como puertos puntuables en cualquier prueba por etapas, las que ponen la dureza. De hecho, se acumulan más de 4.000 m de desnivel a lo largo de sus más de 250 kilómetros lo que la convierte en un escenario ideal para que brillen ciclistas más escaladores, entre ellos los vueltómanos que suelen incluirla en su camino hacia el Giro de Italia o el Tour de Francia.
Sin embargo, son corredores con dotes escaladoras, punta de velocidad, gran explosividad y capacidad de definición los que han copado los podios de esta carrera. Es inevitable pensar en nuestro Alejandro Valverde, quien consiguió hacer suya esta carrera en 4 ocasiones, más otros tres podios, sólo a una victoria de, quién si no, el canibal Eddy Merckx.
La dureza de la carrera se concentra en la segunda mitad, en el tramo de regreso desde Bastoña hacia la capital de Valonia, cuando se empiezan a suceder las cotas casi sin descanso, destacando lugares como la Cota de Stockeu, corta y empinada y en cuya cima un monumento homenajea a Eddy Merckx. La Redoute, ubicada a unos 30 kilómetros de meta, antaño siempre decisiva y en la actualidad, el lugar donde se produce la primera gran selección salvo que un portento como Renco Evenepoel decida que es el lugar ideal para destrozar la prueba.
En la historia reciente de la carrera, la introducción de la Roche aux faucons ha retrasado el desenlace de una prueba que en los últimos años ha recuperado su final tradicional en el corazón de Lieja tras años finalizando en el suburbio de Ans. Lo que ha propiciado la desaparición del recorrido del que era punto culminante de la carrera como ocurría en la Cota de San Nicolás.
Il Lombardia: La clásica de las hojas muertas
Para la disputa del último de los 5 monumentos debemos esperar hasta el mes de octubre cuando el incipiente otoño anticipa el final de la temporada ciclista con una carrera que tradicionalmente sirve para homenajear al nuevo Campeón del Mundo que suele lucir por primera vez su nuevo maillot arcoíris en esta carrera.
El norte de la región de Lombardía, en la región de los lagos fronteriza con Suiza es el escenario donde se desarrolla la prueba, con las carreteras que circunvalan el Lago Como, en la antesala de los Alpes, sirviendo de inigualable escenario para su disputa.
Si bien el trazado ha ido variando entre ediciones, incluso alternando inicio y final entre las ciudades de Bérgamo y Como, los puntos de referencia son siempre similares.
En su recorrido más icónico, con final en Como, la subida a la Madonna de Ghisallo, santuario que alberga a la reconocida por el Vaticano como patrona de los ciclistas y que alberga un extenso museo de ciclismo, o exigentes paredones como el Muro di Sormano han marcado los principales puntos donde la carrera se selecciona para finalmente encontrar el desenlace en las proximidades de Como con los ascensos a San Fermo di la Batagglia y Civiglio.
El rey de esta carrera no es otro que el campionissimo Fausto Coppi, quien logró imponerse en en ella en 5 ocasiones, seguido a tan sólo una por otro de los mitos del ciclismo italiano como es Alfredo Binda. Por detrás, una larga lista de corredores que han vencido en dos ocasiones, entre los que ha que incluir a Joaquim Purito Rodríguez, único ciclista español que ha logrado inscribir su nombre en el palmarés de esta prueba. En los últimos tiempos el esloveno Tadej Pogacar ha convertiro Il Lombardia en su coto privado habiendo logrado el pleno de vencer en los últimos tres años haciendo pleno de victorias en todas sus participaciones.
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