¿Por qué necesitas un estudio biomecánico ciclista?
Se tiene la imagen del ciclismo como como un deporte duro que exige al máximo al ciclista para el que pasar 4, 5 o 6 horas sobre la bici es ya de por sí un reto que te deja el cuerpo dolorido. Pero no tendría que ser así. Con algo tan simple como un estudio biomecánico ciclista podemos acabar de un plumazo con todas esas molestias que todos asociamos como inherentes a este deporte.
¿Qué es un estudio biomecánico ciclista?
Ajustar la bici correctamente al ciclista siempre ha sido una preocupación. Tradicionalmente sólo para los profesionales que pasaban largas horas sobre sus máquinas y tarde o temprano acababan sufriendo problemas como forunculos, dolor de rodilla o alguno de esos problemas que nos resultan tan familiares que podían dar al traste con sus posibilidades en carrera. Entonces la ciencia acerca de cual era la forma correcta de ir sobre la bici era muy escasa y los ajustes se realizaban en base a fórmulas matemáticas que trataban de asociar medidas corporales a medidas de la bici. Sin embargo, al final era la experiencia del propio ciclista la que determinaba la colocación final sobre su máquina.
Por suerte la ciencia de la biomecánica ha ido avanzando y la tecnología ha venido al rescate con sistemas de captación del movimiento en tres dimensiones que han permitido determinar todos los parámetros del ciclista sobre la bici con los que valorar si el ciclista va o no correctamente montado en su máquina.
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Es decir, un estudio biomecánico ciclista por tanto es ese proceso en el que se analiza nuestras medidas corporales, el material que utilizamos (bici, sillín, pedales, zapatillas…) y nuestra forma de pedalear sobre la bicicleta para determinar el origen de los problemas que suframos sobre la bici y ajustar la misma para adaptarla al ciclista de forma que la posición resultante sea sostenible en el tiempo a la par que efectiva.
Cuando llegamos a la consulta del biomecánico para realizarnos un estudio biomecánico ciclista en primer lugar tendremos que pasar por una pequeña entrevista en la que se nos preguntará por nuestro nivel de actividad, no es lo mismo un ciclista de fin de semana que un competidor o un ciclista de montaña que un triatleta; si sufrimos problemas sobre la bici o simplemente acudimos porque queremos cambiar de bici y no queremos errar en la elección; si sufrimos algún tipo de lesión, etc.
También es habitual que el biomecánico tome nuestras medidas corporales, no para trasladarlas a la bici directamente como se hacía tradicionalmente pero sí como punto de partida de los ajustes. Además también se suele hacer una valoración de nuestra flexibilidad y movilidad para determinar hasta donde se puede llegar con los ajustes. Evidentemente una persona con una capacidad limitada de flexión de cadera no podrá aspirar a ser colocado en una posición superaerodinámica. Tras eso es también habitual que el biomecánico revise las calas y su colocación ya que la variación en su posición puede cambiar totalmente el patrón de pedalada.
Y, tras esto, pasamos al estudio biomecánico ciclista en sí. Nos colocarán unos puntos de referencia con unos captadores de movimiento en las distintas articulaciones implicadas en la posición de la bici: trocanter, rodilla, tobillo, hombros, codos y muñecas y pasaremos a pedalear ya sea en un rodillo sobre nuestra bici o en un potro ajustable que el biomecánico puede ajustar para reproducir las medidas de cualquier bicicleta. De hecho, los más modernos son motorizados y desde el ordenador, gracias a una gran base de datos que contiene prácticamente todas las bicis comercializadas, permiten simular cualquiera de esas bicis en segundos.
Mientras pedaleamos, un sistema de captación de movimiento 3D determina cómo pedaleamos y lo traduce en una serie de ángulos y rangos de movimiento de los distintos segmentos del cuerpo. Esta es la información que usa el biomecánico para comprobar si pedaleamos o no correctamente. Lo que hace que un estudio biomecánico ciclista sea bueno es la capacidad de cada biomecánico para interpretar esas cifras y aplicar las correcciones adecuadas.
Razones por las que deberías hacerte un estudio biomecánico ciclistaa
Sin embargo, aún hoy en día, son pocos los ciclistas que optan por pasar por el biomecánico para ajustar las medidas de su bici y cuando lo hacen es a causas de sufrir molestias o lesiones que prácticamente les hacen imposible montar en bici, o al menos pedalear durante más de un determinado tiempo.
Los estudios biomecánicos ciclistas tienen dos objetivos principales. En primer lugar pedalear sin molestias ni dolores y, ya en un segundo nivel, lograr una mayor eficiencia de nuestra pedalada y lograr ser más aerodinámicos sobre la bici. Muchos son los que piensan que el estudio biomecánico ciclista es sólo para profesionales o, al menos, gente que compite. Sin embargo, estos ciclistas a menudo son los que menos lo necesitan ya que tienen su posiciones tremendamente interiorizadas tras años de entrenamientos y competición. Es el cicloturista quién más ventajas puede obtener de un estudio biomecánico ciclista, logrando acaba con todas esas molestias que, a menudo, asociamos como inherentes a pasar horas sobre el sillín cuando en realidad no tendríamos por qué sufrirlas.
Entre estas molestias seguro que os resultan familiares algunas de las más habituales como es el dolor en la zona de la entrepierna por el apoyo en el sillín, dolor en la rodilla al pedalear, dolor en espalda o cuello, manos que se duermen, sensación de ardor en las plantas de los pies, etc. A menudo son sólo molestias que remiten al parar pero pueden convertir una salida en bici o esa marcha cicloturista que hemos preparado tantos meses en un auténtico infierno.
Obviamente, si os sentís identificados con estas molestias, un estudio biomecánico ciclista será seguramente la luz al final del túnel. Sin embargo, también hay otras buenas razones para pasar por uno.
Cuando queremos cambiar de bici a menudo únicamente nos fijamos en el modelo de nuestros sueños sin plantearnos si es una bici adecuada a nosotros o qué talla elegir. En ese caso, el estudio biomecánico ciclista puede simular esa bici en diferentes tallas y ajustes de potencia, anchos de manillar, etc. para que sepamos a ciencia cierta si podemos lograr una posición correcta sobre ella, en qué talla y con qué dimensiones de componentes para que compremos directamente a tiro hecho. Es habitual que, tras la adquisición de la bici tengamos que volver al biomecánico para que este la deje perfectamente ajustada a las medidas calculadas previamente.
Por último, está el aspecto del rendimiento si somos ciclistas competitivos. Aquí es donde el biomecánico trata de arañar segundos al viento buscando la posición más aerodinámica que podamos tolerar o analiza la pedalada al milímetro no sólo para lograr una posición no lesiva sino para ir un paso más allá y lograr un paso por los puntos muertos más suave, un correcto recobro de la pierna que asciende de forma que no reste fuerza a la que propulsa, etc. a fin de que cada vatio que generamos se convierta en movimiento eficiente en vez de desperdiciarse.
Como veis, un estudio biomecánico cicliclista, más que un gasto, es una auténtica inversión en salud y, sobre todo, en disfrute sobre la bici.