Algunas razones para preferir el gravel a la carretera en invierno
El concepto aventurero y polivalente del gravel convierten a esta especialidad en una opción perfecta para desconectar de la carretera durante los meses de invierno. Estas y otras razones hacen que se convierta en una disciplina muy atractiva cuando del frío aprieta frente a las miserias que en muchas ocasiones asociamos a la práctica del ciclismo de carretera invernal.
Las bicicletas, de gravel, son para el invierno
Durante estos meses, muchos hacemos pereza a la hora de salir a montar en bici por las carreteras resulta difícil mantener alta la motivación cuando sabes que te va a tocar lidiar con viento y sabes que vas a pasar frío, máxime teniendo en cuenta que los entrenamientos habituales en estas fechas son rodajes a ritmo mantenido durante mucho tiempo en los que o bien no terminas por entrar en calor o bien te pasas de ropa y acabas asfixiado.
El problema con el frío y el viento con la bici de carretera se debe en gran medida a que sobre el asfalto, quieras o no, la velocidad media es más alta lo que al final incrementa la sensación de frío, haciendo en ocasiones muy sufrido el rodar por el asfalto.
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Podemos evitar gran parte de estas penurias optando por el gravel, una disciplina que ya de entrada implica un concepto más amable, más allá de la idea de “salir a entrenar” que suele implicar la bici de carretera. Aún así, con la gravel, eligiendo bien el terreno, podemos hacer buenas sesiones de entrenamiento que poco diferirán en su efectividad a las de carretera, sobre todo si se trata de acumular kilómetros a ritmo.
Aparte, la bici de gravel añade un extra en estos meses donde la forma dista mucho de ser la ideal: tiene unos desarrollos con mucho más margen que la bici de carrera, especialmente si nuestro enfoque de la bici de carretera es más competitivo y somos de los que utilizamos un 53/39 o similar. Mientras, con la gravel a menudo tenemos unas relaciones sobradamente suaves como para no pasarnos de vueltas aunque nos encontremos con pendientes exigentes lo que facilita mantenernos e los márgenes indicados para esos rodajes de fondo.
Como anécdota a colación de esto mencionar que hace un par de años, tras una lesión que nos tuvo en el dique seco unos meses, estuvimos participando en varias marchas de carretera con la bici de gravel equipada con cubiertas de carretera precisamente por poder contar con desarrollo suficientemente suave para afrontarlas.
Sin embargo, la gravel añade algunas ventajas respecto a la carretera que nos pueden resultar más atractivas durante estos meses donde cuesta más salir a montar en bici. Comenzando precisamente por eso, por el atractivo de pedalear en la naturaleza, alejados del asfalto y de la civilización. En estas fechas la soledad del monte y el silencio del campo, en una época donde la naturaleza casi se detiene, aporta una sensación de paz y relajación inigualable.
Luego tendríamos que pasar al tema de la meteorología. El frío que sufrimos en la bici de carretera es el resultado, en muchas ocasiones, de la sensación térmica que aporta la velocidad. En la gravel nos movemos más despacio por lo que sufrimos menos en este aspecto. Aparte, es habitual pedalear por lugares más protegidos por la vegetación que las carreteras por lo que también conseguimos minimizar los efectos del viento.
El problema lo podemos encontrar cuando las lluvias hacen su aparición, sobre todo si vivimos en zonas de terreno arcilloso donde los caminos se pueden volver impracticables. Sin embargo, a poco que el terreno drene, las cubiertas de sección contenida de las bicis de gravel nos ofrecen pleno agarre sobre el terreno, aparte que si elegimos pistas de tierra compacta suelen mantenerse transitables en todas las condiciones, incluso cuando el hielo o la nieve puedan hacer peligroso el montar por las carreteras.
Durante estos meses, en los que los entrenamientos no son tan específicos: series, intervalos y demás, la bici gravel puede ser una opción perfecta para mejorar en una de las grandes lagunas de muchos ciclistas de carretera como es la técnica. Montar por los caminos con la gravel nos ayuda a explorar reacciones de la bici a las que no estamos acostumbrados o que nos causan miedo en carretera, como que alguna rueda pierda agarre o jugar con el peso del cuerpo para mantener la tracción en las subidas. Casi sin enterarnos, la gravel nos aporta un aprendizaje que luego saldrá a relucir cuando bajemos un puerto o nos movamos dentro de un pelotón.
Y vosotros ¿también preferís el gravel a la carretera durante los meses de invierno? Cuéntanoslo en nuestras redes sociales.