Algunas razones para salir a rodar cuando llueve
La lluvia es uno de los fenómenos meterológicos que más salidas en bici ha frustrado. Este poco honorable mérito la ha convertido en una temida enemiga para muchos ciclistas. Y aunque a veces no queda otra que quedarse en casa, hay otras en las que sí hay razones para pedalear cuando llueve.
Motivos para rodar bajo la lluvia
A menudo, parece que la meteorología trata de conspirar contra el inocente ciclista que solo prentende salir a despejar su mente y hacer ejercicio durante un rato. La lluvia es enemiga habitual de quien monta en bici, experta en estropear salidas.
Los radiantes días soleados son escasos en algunas épocas del año. Sin el equipamiento adecuado, la lluvia puede convertir una salida en bici en una experiencia desagradable, incómoda y más insegura de lo que nos gustaría.
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Pero pese a todo, hay ocasiones en las que sí: la lluvia puede convertirse en un aliciente más e incluso aportamos algún beneficio. Aquí van algunos motivos para ello.
En primer lugar, mejora las habilidades sobre la bici. Pedalear se vuelve más inseguro bajo la lluvia. Son jornadas que exigen mayor concentración y precaución porque las condiciones son más delicadas. En este artículo te explicamos algunos consejos para rodar en estas condiciones.
El agua hará, claro está, que la superfície y los obstáculos del camino sean más resbaladizos. Un efecto que se notará incluso más en la carretera ante la pintura o cualquier cosa de metal.
Como tardaremos más en frenar y será más fácil deslizarse, habrá que frenar con más antelación y de forma más suave, en especial en las bajadas. Y como los neumáticos pierden adherencia en las curvas, hay que trazarlas con el cuerpo más erguido y contar con unas cubiertas específicas para lluvia si es posible.
Todos estos inconvenientes nos harán más duchos encima de la bici. Una habilidad que aumentará con la experiencia. Aunque nunca hay que sobrepasar los límites: conviene pecar de prudente; rodar despacio, con precaución, sin moviminetos bruscos, en línea recta e incluso desmontar si es necesario.
Que la lluvia no agüe tu salida
Gracias a la lluvia, descubriremos si nuestro material impermeable es realmente apropiado. Chubasqueros, chaquetas, guardabarros y demás estarán bajo examen y deberemos esforzarnos por cuidar de ellos. Además, nos será más fácil tomar la complicada decisión de cuántas capas de ropa nos debemos poner, que podremos aplicar también para cuando no llueva.
La constancia será otro aspecto que saldrá reforzado. La lluvia es bastante habitual es algunas zonas, así que conseguir que el agua no sea un impedimiento para salir hará que pasemos más tiempo en los pedales. Como seremos más constantes, también mejoraremos nuestro rendimiento.
Con la lluvia muchos ciclistas optan por no salir, así que habrá menos gente por los caminos. Una falta de compañía que agradecerán quienes suelan rodar por senderos muy frecuentados.
Además, los olores y los colores de la naturaleza se intensifican, lo que puede ser bastante gratificante en nuestra experiencia.
Y finalmente, como no podía ser de otra manera, apreciaremos más la comodidad de los días sin lluvia. Cuando llegue el anticiclón, las salidas se convertirán en plácidas jornadas en las que podremos disfrutar aún más de montar en bici.
Dicho esto, siempre hay que aplicar el sentido común y quedarse en casa cuando las circunstancias lo requieran. Así que nos tocará aceptar que a veces habrá que entregarse al rodillo.