Sagan se exhibe para ganar su primera Paris-Roubaix
Llegó el día. Peter Sagan y la París-Roubaix estaban destinados a entenderse. Considerado el mejor ciclista del planeta, la clásica de los adoquines es una de sus carreras fetiche, pero a sus 28 años, pese a haberlo intentado en múltipes ocasiones, nunca había logrado entrar en primera posición en el velódromo de Roubaix. En la edición de 2018, por fin, lo hizo. A su manera, exhibiéndose desde más de 50 kilómetros a meta y dejando una actuación para el recuerdo.
La victoria de Peter Sagan
El triple campeón del mundo de ciclismo en ruta ha agigantado su leyenda. El eslovaco se impuso tras 257 durísimos kilómetros que le coronaron como rey del adoquín. La clásica de las clásicas se rindió ante el vendaval de un Sagan valiente que ganó por aplastamiento, confirmando lo atinado de su favoritismo previo.
Poco antes de 50 kilómetros antes de llegar al mitico velódromo de Roubaix, Sagan saltó del grupo con la intención de iniciar una aventura en solitario que le permitiese librarse del marcaje al que le someten sus rivales en estas carreras. Sorprendentemente, éstos no reaccionaron y permitieron que el ciclista cogiese una ventaja que logró mantener hasta el final de la carrera.
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Silvan Dillier, el invitado inesperado
Soldado a su rueda estuvo el sorprendente campeón suizo Silvan Dillier. Integrante de la fuga inicial, consiguió sostener el terrible ritmo de Peter Sagan, incluso colaborar con él para mantener la ventaja sobre sus perseguidores. En el sprint final sucumbió ante la petencia del ganador final, pero demostró unas cualidades y un estado de forma excepcional.
Por detrás, el más voluntarioso de los outsideres -Wout van Aert, que lo intentó hasta el final- sufrió una avería y quedó fuera de juego. Terpstra, ganador en Flandes, cerró el podio de la carrera.
Así transcurrió un día que todos esperaban desde que Peter Sagan compitió por primera vez en la París-Roubaix. El que, por fin, coronó al eslovaco como rey del adoquín.