La revolución ciclista está en la nutrición, pero ¿siempre más es mejor?
Cada año en las carreras ciclistas vemos velocidades medias espeluznantes o cómo caen récords de ascensión a distintos puertos que databan de la etapa negra en la que la EPO campaba a sus anchas por el pelotón. En la nutrición del ciclista hay que buscar esta tremenda evolución que está haciendo posible que vivamos en una auténtica época dorada de este deporte.
Cómo la nutrición ha hecho a los ciclista llegar más lejos y más rápido
Muchas son las cosas que han evolucionado en el ciclismo en las últimas décadas, la mayoría de ellas fruto de la investigación y los estudios científicos y que han redundado en lograr rendimientos inimaginables hace años.
Una investigaciones en materia de entrenamiento, biomecánica, nutrición que han logrado comprender mejor cómo funciona el organismo del ciclista en pleno esfuerzo para así exprimir al límite las capacidades del deportista al máximo.
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De todos estos parámetros, a nivel élite cada vez se le concede más importancia a la nutrición como elemento limitador del rendimiento. La razón de esta consideración es sencilla: ningún motor va a tener rendimiento, por muy preparado que esté, si no se le proporciona el combustible necesario para que ejerza su función.
En el caso del ciclista este combustible son los hidratos de carbono que el cuerpo almacena en el hígado y los músculos en forma de glucógeno y que supone el aporte principal de energía cuando se realizan esfuerzos de alta intensidad. Sin embargo, este tipo de esfuerzo habitualmente está reñido con el tiempo que se pueden sostener.
Los entrenamiento del ciclista van dirigidos a que su organismo prefiera utilizar grasas en vez del preciado glucógeno a mayores intensidades de esfuerzo. También a que la capacidad de almacenamiento de glucógeno de sus músculos sea mucho mayor. Hasta ahí estamos en el campo de la fisiología y el entrenamiento. Para poder seguir contando con energía en forma de glucógeno durante la disputa de las competiciones es necesario poder llenar los depósitos lo más rápido posible tanto tras el esfuerzo como durante la propia competición. Ahí es donde entra la nutrición.
En los últimos años se ha logrado, a base de entrenar al cuerpo de los ciclistas, de adecuadas estrategias de nutrición y de la formulación de los productos de nutrición de última generación que el ciclista sea capaz de ingerir y asimilar más de 100 gramos de carbohidratos por hora, cifras impensables hasta hace unos pocos años sin que el deportista estuviera irremediablemente condenado a pagar un peaje en forma de molestias estomacales.
Hoy en día no es extraño ver en una carrera como los ciclistas comen y beben continuamente, en la mayoría de ocasiones productos como geles, barritas y bebidas energéticas e isotónicas, productos a los que el ciclista ha entrenado a su organismo para poderlos tolerar y asimilar sin ningún tipo de problema.
Sin embargo, el límite de ingesta de carbohidratos podría haberse alcanzado en esas cifras ya que estudios recientes, en los que se valoró el rendimiento consumiendo desde 80 gramos de carbohidratos por hora hasta 100 g/h indicaban que no se encontraban mejoras significativas entre los distintos consumos, tomando como referencia una contrarreloj a la que se sometía a los individuos tras un esfuerzo de 3 h en los que se le había proporcionado esos distintos aportes de carbohidratos.
Entonces, ¿queda aún margen de mejora desde el punto de vista de la nutrición o está ya todo inventado? Algunas propuestas hablan de utilizar grasas, recordemos que se trata de un sustrato capaz de aportar mucha mayor densidad de energía que el glucógeno, pero un tipo de grasa que puedan movilizarse para obtener su energía de forma tan rápida y eficiente como se haría con la glucosa.
Ahí entraría la investigación en productos de nutrición de las marcas que estarían buscando nuevas opciones como las cápsulas LiFT desarrolladas por la firma de nutrición 4Gold que precisamente promete un aporte de grasas de muy fácil utilización como fuente de energía para así retrasar el uso de las reservas de glucógeno y, por tanto, no tener que estar rellenando estos depósitos al límite de la capacidad de absorción del cuerpo.
Nuevas tendencias que apuntan a que la ciencia seguirá conociendo mejor la fisiología del ser humano y, seguramente, encontrando nuevas soluciones para ser capaces de elevar los límites del rendimiento hasta cifras que hoy no podemos concebir.