La importancia de tener un buen rival en el ciclismo
El hombre del saco. Frankestein. Drácula. Barbarroja. Goliat. Alien. La bruja. El lobo. Cuanto mejor es el malo, mejor es la película.
Rivalidades ciclistas históricas
Así rezaba una famosa campaña publicitaria y lo cierto es que tenía toda la razón. Sin entrar en el desierto debate sobre buenos y malos, todos tenemos nuestro némesis. Y también en el ciclismo se han dado tremendas rivalidades que han quedado para siempre en la retina y en el sentir del aficionado y que han supuesto duelos que han mejorado a ambos contrincantes.
Van der Poel contra Van Aert no es sino el último eslabón de esta larga lista que no terminaríamos nunca. Es cierto que estos dos tremendos ciclistas llevan batiéndose desde niños, y que lo han hecho en ciclocross y carretera.
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Pero los más amantes de lo clásico recordarán el duelo entre dos italianos como Bartali y Coppi y esa famosa fotografía pasándose un bidón, no se sabe quién a quién, que demuestra la grandeza en la lucha.
El corazón se nos sigue partiendo al ver a Ocaña irse al suelo en esa curva a izquierdas y con él el único ciclista que plantó cara a Merckx. Todos nos compadecemos de Rominger, que fue el mejor segundo de Miguel Induráin, una sombra larguísima.
O las disputas durante y a posteriori entre Contador y Amstrong cuando compartieron equipo y el bueno de Alberto Contador decidió no ser un simple gregario.
Son imágenes icónicas, pero ¿cómo mejora un buen rival a un ciclista?
Un buen rival, te hará un mejor ciclista
Hay ciclistas que mejoran bajo la presión y la competitividad, y otros se vienen abajo. Pocas veces ocurre que ante un duelo, se mantenga, eso sí, una constante. A menudo, un ciclista está en tendencia ascendente mientras otro atraviesa una crisis.
La rivalidad, siempre entendida desde la competitividad, es sana. Se trata de historias de esfuerzo personal en un ámbito, como el ciclismo, que no es ajeno a la vida. La rivalidad está por doquier. La rivalidad física supone exprimirse al máximo, saber que hay alguien llamando a la puerta y que cualquier error supone la derrota. Eso supone un fortalecimiento mental y moral que hace que los grandes campeones tengan un carácter infranqueable.
Sin embargo, la rivalidad puede suponer también el hundimiento. Muchos psicólogos deportivos así lo afirman: si no controlas tus rivalidades, tus rivalidades acaban por controlarte a ti sobre la bici. Y toda obsesión, también en ciclismo, acaba en trauma. Por eso, incluso entre dos personas idénticas, dos gemelos, será su mentalidad la que marque su rendimiento.
Y todos coinciden: un buen rival, bien gestionado, supone mucho más. Confianza, capacidad de superarse a uno mismo, mejora en la maduración de emociones y pensamientos, mejora en la toma de decisiones, y mucho más.
Muchos son los ciclistas que han agradecido a su adversario el haber estado ahí, poniéndolo al límite, haciéndolo mejor. El mejor ejemplo es el de Cavendish, que afirmó que Kittel le había hecho dejar de sentirse invencible y empezar a averiguar cómo batirle, algo que lo hizo mejor ciclista. Le dio las gracias por esto, literalmente.
Las rivalidades existieron, existen y existirán. Bien llevadas, sólo aportan espectáculo y grandes experiencias ciclistas. Bendito sea el malo de la película.