¿Se puede entrenar con dolor? Aprende a diferenciarlos
El dolor puede aparecer con relativa frecuencia al entrenar. El ejercicio físico puede derivar en algún tipo de molestia, pero conviene discriminar entre las que aparecen como consecuencia de una lesión y las que responden a un dolor muscular inofensivo. Saber escuchar a nuestro cuerpo y conocer las propiedades de cada una de ellas nos ayudará a diferenciarlas.
La delgada línea que separa los distintos tipos de dolor: una guía para intentar diferenciarlos
El entrenamiento es un pilar fundamental en la salud física y mental de cualquier persona. Los beneficios del ejercicio son ampliamente conocidos, aunque en ocasiones este nos muestra una cara menos amable, que se traduce en lesiones o dolores que limitan nuestra rutina diaria. Las molestias aparecen sin avisar como si fueran invitadas inesperadas dispuestas a hacernos torcer el gesto.
El dolor es un mecanismo que utiliza el cuerpo para avisarnos. La clave está en saber qué nos está intentando decir. Existen tres grandes posibilidades: nos deberemos preocupar si se trata de una lesión, deberemos prestar atención si es un dolor agudo o podremos estar más tranquilos si se trata de un dolor muscular inducido por el ejercicio o de agujetas.
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El dolor muscular tardío -las clásicas agujetas- es uno de los tipos de molestia más comunes. Muchos de quienes realizan ejercicio lo habrán experimentado alguna vez y se pueden diferenciar porque afloran días después del entreno.
La ciencia estudia todavía el origen de las agujetas, aunque en los últimos tiempos ha habido avances y se ha desmentido la teoría que apuntaba a un exceso de ácido láctico.
El dolor agudo aparece mientras se ejercita el músculo -causa fatiga muscular- y desaparece cuando se deja de ejercitar. Este tipo de dolor es más confuso, ya que también nos puede indicar que hay una lesión.
El dolor muscular inducido por el ejercicio es normal. Se define como sordo e intenso y se produce con más frecuencia al estirar los músculos tras el entreno, como ocurre, por ejemplo, cuando nos molestan los cuádriceps al sentarnos.
Las agujetas son relativamente fáciles de detectar. Si el dolor aparece entre uno y tres días después del entrenamiento, por norma general, podremos respirar aliviados y asumir que son agujetas. Estas aparecen incluso aunque no hayamos notado dolor en las 12 horas o 24 horas después del ejercicio.
Al mismo tiempo, si son agujetas también remitirán al cabo de pocos días, mientras que si se trata de dolor agudo lo hará en apenas una hora después del entrenamiento. Si el dolor se prolonga pasados unos días, será momento de acudir a un especialista, ya que podremos estar ante una lesión.
Otra de las señales clave es analizar cuándo notamos el dolor. Podría tratarse de una lesión si notamos dolor en reposo, mientras que puede considerarse un cuadro normal si este aparece cuando estiramos los músculos tras el entreno; como por ejemplo, si nos molestan los gemelos al subir bordillos.
Los remedios para superar el dolor post entreno
Es importante tener una buena recuperación. A día de hoy no existe una fórmula mágica que nos solucione la papeleta cuando nos visitan las agujetas, así que nos tenemos que conformar con consejos generales que nos ayudarán: alimentación e hidratación adecuadas, calidad del sueño, estar activo o masajear la zona afectada, aunque para esto último hay opiniones para todos los gustos.
Hay que prestar más atención si somos principiantes o llevamos tiempo inactivos. En estos casos es más aconsejable que nunca tratar la recuperación con más diligencia, como ejercitar la movilidad, estirar o pasear, entre otros.
Si estamos seguros -lo mejor será siempre tener el diagnóstico de un profesional cualificado- de que no se trata de una lesión y el dolor no nos limita, podremos entrenar.
Sin embargo, cuando el dolor es limitante nos exponemos a sufrir varias consecuencias. En línea con la experta en fisioterapia Megan Steel, estas pueden ser, entre otras, deficiencia en la funcionalidad neuromuscular, la amplitud de movimiento de las articulaciones, la fuerza, la potencia y el control motor.
De esta menera, es mejor no entrenar cuando el dolor nos impide hacer completamente algún movimiento, ya que puede forzar una lesión.
Cada persona percibe el dolor de manera diferente. El mejor consejo siempre es buscar un médico especializado que analice nuestro caso particular y diagnostique nuestro dolor con la precisión y seguridad que corresponde.