¿Son las ruedas de aluminio más resistentes que las de carbono?
Pese a la evolución de las ruedas de carbono todavía siguen generando ciertos reparos entre los ciclistas que dudan de su su resistencia, especialmente en aquellos ciclistas que pedalean fuera del asfalto en modalidades como gravel o mountain bike. Sin embargo, el nivel de fabricación alcanzado hoy en día hace que las ruedas fabricadas en carbono se muestren tremendamente eficientes durante muchos miles de kilómetros.
¿Son de fiar las ruedas de carbono?
La presencia de ruedas de carbono parece haberse normalizado en los últimos años, especialmente en modelos de gama alta. Sin embargo, todavía muchos ciclistas son recelosos a su uso lo que lleva a muchos a reservarlas para días especiales o incluso a seguir confiando en modelos de aluminio.
Unos reparos que quizás provengan de las primeras épocas de este tipo de ruedas cuando se trataba de modelos más delicados. También hizo mucho daño a la confianza hacia las ruedas de carbono la llegada de las ruedas de carbono para cubierta sobre las que se dieron numerosos problemas de rotura causados por el sobrecalentamiento de la llanta que provocaban las zapatas de freno, un problema superado desde que los frenos de disco son la norma.
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Por su parte, las llantas de aluminio se llevan utilizando desde hace décadas y se trata de un material que ha demostrado sobrada solvencia a la hora de soportar trato duro, pudiendo aguantar impactos sin romperse. Quizás ahí radique la principal diferencia entre las llantas de aluminio y de carbono. Una llanta de aluminio puede recibir impactos y se deforma, sin embargo la de carbono, si recibe una fuerza superior a la que puede resistir se rompe.
Precisamente la evolución en las ruedas de carbono ha sido crear laminados cada vez más trabajados para ser capaces de resistir fuerzas cada vez más elevadas, incluso superando de forma muy holgada los mínimos que fija la UCI para homologar un modelo de rueda para ser usado en competición.
Como os hemos contado alguna que otra vez, la resistencia de una estructura de carbono como la de un cuadro o una rueda depende en gran medida de la colocación de las fibras en función de los esfuerzos que tiene que soportar. Si las fuerzas se ejercen en la dirección de la trama de carbono la resistencia de este material es enorme, pero baja mucho si estas fuerzas inciden de forma transversal.
En lo que respecta al aluminio, si bien es más complicado que se produzca una rotura total en una llanta elaborada con este tipo de material si cuenta con un punto débil: la fatiga del material. Y es que con el uso se va debilitando hasta que llega un día que que acaba cediento, ya sea en forrma de fisura o directamente rompiendo, algo que no ocurre con el carbono.
Para mejorar la fiabilidad, los fabricantes de ruedas de carbono llevan años trabajando en optimizar los laminados además de aplicar mejores calidades de fibra que van apareciendo y resinas que proporcionan nuevas y mejores propiedades. El objetivo es elevar ese límite de rotura hasta una cifra que sea tremendamente difícil de alcanzar en un uso normal, incluso en caso de sufrir una caída o un impacto, un límite que, obviamente, es mucho mayor que el conseguido con cualquier llanta de aluminio.
La evolución es tal que hoy en día contamos con ruedas pensadas para ser utilizadas en disciplinas off road totalmente fiables y que, en caso de fallar, están diseñadas para que exista redundancia de fibras que haga que no se produzca en ningún caso una rotura total que nos pudiera poner en peligro, por ejemplo si ocurre en un descenso a gran velocidad.