Strava, guardaespaldas y un riesgo para seguridad nacional mundial
La popular red social donde millones de deportistas comparten sus entrenamientos y actividades vuelve a verse envuelta en la polémica sobre los problemas de seguridad que pueden suscitar su uso, en esta ocasión, por parte del personal de seguridad de algunos de los mandatarios más importantes del mundo.
Los problemas para la seguridad que genera el uso de Strava otra vez en el punto de mira
Demoledora información del periódico francés Le Monde que, gracias al uso de la aplicación Strava, logró rastrear las ubicaciones de mandatarios como el presidente francés Emmanuel Macron, el de Estados Unidos Joe Biden o los candidatos a presidir ese país, Kamala Harris y Donald Trump.
Muchos de esos desplazamientos eran públicos y, por tanto, no supusieron problema de seguridad, pero, por ejemplo, el viaje del mandatario francés se trataba de un desplazamiento privado fuera de su agenda oficial. Pero ¿cómo han logrado los periodistas de Le Monde esta información? De forma muy sencilla, simplemente siguiendo las actividades que miembros de los equipos de seguridad de estos mandatarios subían a Strava de forma pública.
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Los servicios secretos tanto de Francia como de Estados Unidos han restado importancia a la información desvelada aunque, estos últimos han abierto una investigación, informando al personal afectado y con la intención de establecer medidas para evitar que este tipo de información sea pública en el futuro.
El problema es que no es la primera vez que esto sucede. Ya hace unos años la polémica saltó con un problema más grave de seguridad. En este caso afectaba a los militares de Estados Unidos desplegados en lugares como Irak o Afganistán, que subían a Strava, de forma totalmente pública, sus entrenamientos. Unos entrenamientos en los que, a menudo, se podía distinguir perfectamente los perímetros de sus bases militares pese a todas las precauciones como hacer que estas ubicaciones no aparezcan en las imágenes de satélite como las que utiliza Google Maps.
En todo caso, volvemos a encontrarnos ante un problema de cultura digital. El problema no está en Strava, una herramienta con la que el deportista puede tener un control de sus entrenamientos u obtener la motivación necesaria para seguir mejorando, sino el uso que se hace de esta herramienta que, tanto en esta ocasión como en el anterior de las bases militares, no parece haber sido óptimo.