Toma las curvas como un profesional
Trazar las curvas de forma óptima es una habilidad clave para cualquiera que busque ir lo más deprisa posible sobre su bici de carretera. Más allá de concedernos unos metros de ventaja que, según las circunstancias, pueden ser decisivos, nos ayuda a ahorrar fuerzas y a ganar en seguridad sobre la bici.
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En varias ocasiones os hemos hablado de de la importancia de la técnica en el ciclismo de carretera y el habitual ninguneo de esta por parte de quienes practican esta disciplina, una desidia que resulta mucho más patente en el ciclista amateur y cicloturistas que incluso llegan a tener un manejo de la bici que se podría considerar como deficiente.
Cuando hablamos de técnica sobre la bici de carretera a menudo únicamente pensamos en las bajadas de los puertos, pero, sin embargo, atravesar tramos urbanos o simplemente sortear rotondas yendo rápido, exige de ciertas habilidades para hacerlo con velocidad y seguridad, unas situaciones que tienen como elemento común la capacidad para trazar curvas de la mejor forma posible.
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Y es que, tomar curvas es una especie de arte cuando vamos en bici, un vehículo en el que, al contrario que en los motorizados, no contamos con un freno motor que nos retenga cuando dejamos de acelera ni, de hecho, un motor que nos permita recuperar fácilmente la velocidad perdida. Por tanto, trazar curvas se convierte en un juego de equilibrio entre perder la mínima velocidad posible que luego nos permita recuperar el ritmo con un mínimo gasto de energía y, a su vez saber cuándo y cuánto tenemos que frenar para evitar pasarnos, algo que puede dar con nuestros huesos en el suelo.
A la hora de tomar curvas, el primer aspecto importante es, cómo no podría ser de otra forma, la trazada. Aquí tenemos que definir en primer lugar lo que es la trazada ideal, es decir, aquella que requiere menos radio de giro y aprovecha al máximo la amplitud de calzada disponible en cada situación, ojo, de forma legal, nada de utilizar el sentido contrario ni otras infracciones. La trazada ideal es esencialmente comenzar en el lazo externo de la calzada, frenar hasta el punto de entrada de la curva y, una vez allí, soltar frenos y cerrarnos progresivamente hasta el vértice donde empezaremos a enderezar la bici y acelerar progresivamente hasta salir por el exterior de la curva.
Sin embargo, la trazada ideal no es siempre la óptima. En muchos casos, puede interesarnos retener más la bici para entrar un poco más tarde en la curva y poder comenzar a acelerar antes. En otras ocasiones, si la curva se enlaza con otra deberemos sacrificar abrirnos a la salida de la curva para mantenernos en el interior y poder tomar correctamente la segunda. Por último tenemos la opción de atacar pronto el vértice de la curva reteniendo lo mínimo la bici, que nos permitirá ser más agresivos. Distintas alternativas que, por desgracia para quienes esperan una respuesta que les diga cuando usar una u otra, sólo podemos decidir cuál usamos en función de lo que dicta nuestra experiencia y la situación concreta. No existe una receta universal.
Lo que no varía es la metodología a la hora de afrontar la curva. Abrirnos, frenar hasta la entrada, de nuevo la experiencia y nuestra habilidad nos dirá cuánto, soltar los frenos e inclinar la bici para dirigirnos al vértice que buscaremos con la mirada ya que, instintivamente, dirigimos la bici hacia donde miramos. La teoría dicta que hay que soltar el freno en cuanto empezamos a inclinar la bici pero, cuando se va ganando en habilidad y se busca apurar más, sí se realiza la frenada fuerte en recto pero se mantiene esta durante la inclinación, liberándola progresivamente según nos acercamos al vértice. En este caso, es importante ser muy consciente del agarre de nuestros neumáticos, un exceso de frenada inclinado, sobre todo en la rueda delantera, significa perder adherencia y, muy probablemente, acabar en el suelo. Precisamente eso es lo que vemos en las carreras cuando se toman riesgos para apurar al máximo y ganar décimas a cada curva.
También es importante señalar que no siempre es necesario frenar en las curvas y uno de los problemas a la hora de ser eficientes de la mayoría de ciclistas es precisamente ese, se frena en exceso, lo que luego supone un gran gasto de fuerzas para recuperar la velocidad perdida. En muchas situaciones una trazada correcta, de nuevo es algo que hay que practicar, nos permite evitar el uso del freno, incluso de dejar de pedalear. El sumum de esta habilidad lo podemos ver en las pruebas de fixies, carreras con bicis de piñón fijo, sin frenos y en las que no se puede dejar de pedalear que en ocasiones se llevan a cabo en revirados circuitos en los que la trazada de curvas resulta vital.
Hablando de la adherencia, también es importante jugar con el peso del cuerpo, que podemos desplazar delante o detrás para dar más agarre a la rueda correspondiente o inclinar hacia el interior o exterior de la curva en función de cómo sea el agarre disponible. Por ejemplo, sobre superficie mojada, inclinaremos más el cuerpo hacia el interior, lo que nos permite mantener la bici más recta evitando que el suelo húmedo nos haga perder el agarre de los neumáticos.
Otro conocimiento necesario a la hora de trazar curvas es el dominio de la inclinación de la bici mediante la técnica de contramanillar. Os recordamos que la bici, a partir de cierta velocidad, se inclina por efecto de la fuerza que ejercemos, a menudo de forma inconsciente, sobre el manillar. Si giramos el manillar hacia la derecha, la bici se inclina a la izquierda y viceversa. Conociendo este efecto, tenemos una herramienta que podemos controlar de forma consciente y que nos permite regular el grado de inclinación de la bici.
Existen muchas formas de mejorar nuestra habilidad para tomar curvas. La más bruta, pero efectiva, es siguiendo a alguien que trace mejor que nosotros. Normalmente, si llevamos la presión correcta en las cubiertas, otro dato esencial para trazar curvas lo más rápido posible y la mayoría sigue usando presiones excesivas, es que si el ciclista que nos precede pasa nosotros también podemos pasar si hacemos exactamente lo mismo. Obviamente, esto es un método un tanto radical que puede llevarnos a sobrepasar nuestras capacidades de dominio de la bici.
Antes de llegar a ese punto nos puede venir bien, tal como se hace en las escuelas de ciclismo, realizar circuitos de conos que nos permitan ganar dominio de la bici. Simplemente, en una plaza o un aparcamiento amplio, colocar unos conos, jugando con separaciones y trazados e ir ganando dominio de la bici.
Practicar ciclismo off road, ya sea gravel o mountain bike también es una excelente ayuda a la hora de ganar seguridad en las curvas y dominio de la bici de carretera ya que son disciplinas en las que la adherencia que ofrece el terreno siempre es menor que la que encontramos en el asfalto, permitiéndonos explorar los límites de las cubiertas y, sobre todo, aprender a sentir las pérdidas de agarre y jugar en esa fina línea en la que nos sostienen pero se deslizan de forma controlada.
Por supuesto, al igual que ocurría en los descensos, el conocimiento del terreno es vital a la hora de trazar rápido y, aunque siempre nos podemos encontrar con sorpresas, al final aprendemos como trazar las rotondas según la salida que vayamos a tomar, o como aprovechar el ancho de la calle en un giro de 90º en ciudad ya que la variedad de situaciones que acabamos encontrando no es tanta como para que no acabemos pudiendo dominarlas.
Por último, está el factor psicológico. Si vamos con miedo constante pensando que nos vamos a ir al suelo en cada curva nunca podremos trazar curvas de forma fluida, incluso acumularemos papeletas para irnos al suelo por bloquearnos en alguna situación.