Por qué han triturado miles de bicis eléctricas compartidas
Jump ha triturado un gran número de bicicletas y las críticas no han tardado en llegar. Si no conoces Jump, se trata de una compañía de bicicletas de alquiler propiedad de Uber. ¿Por qué las han triturado? Te lo explicamos.
Miles de bicicletas Jump son trituradas en un vídeo
La noticia saltó después de que un usuario twiteara un vídeo en el que se podía ver cómo centenares de bicicletas Jump, compañía de alquiler urbano de bicicletas, eran hechas papillas en un triturador. Unas fotos y varios vídeos de bicicletas Jump trituradas en una chatarra de Carolina del Norte, Estados Unidos, que corrieron como la pólvora.
RECOMENDADO
Francia ofrece 50€ para que sus ciudadanos reparen sus bicis
Este es el plan del gobierno para que la bici se imponga en ciudades y municipios
6 bicicletas perfectas para la ciudad
Convierte tu antigua MTB en una bici urbana
Bugatti presenta una bici urbana de súper lujo que solo pesa 5 kilos
Configura tus manetas al milímetro con esta guía
Las razones no se hicieron esperar: las bicicletas Jump, propiedad de Uber, se destruían después de que la propia Uber vendiese la compañía a la competencia, Lime, y de que tomasen la decisión estratégica de que era mejor destruirlas.
Siguiendo el análisis del vídeo, se pueden contabilizar al menos 30 bicicletas eléctricas que son trituradas mediante un procesado mecánico y desaparecen para siempre.
El coste de destruir las bicicletas Jump y su escasez por el coronavirus
Las críticas, algunas más fundamentadas que otras, se centraron entonces en dos focos principales. El derroche que supone la fabricación de estas bicicletas Jump y su posterior destrucción dentro de su vida útil; y la escasez de bicicletas que hay en Estados Unidos de este tipo de medio de transporte debido a la crisis del coronavirus.
La primera de ellas, el coste, se puede estimar porque recientemente el Bike Share Museum afirmó que alrededor de 20.000 bicicletas eléctricas fueron desechadas y entraron en proceso de triturado. Esta información se filtraba después de los datos que los propios trabajadores de Jump aportaron, y de que Uber saliese al paso de estos rumores confirmando los peores pronósticos: las bicicletas Jump se estaban destruyendo, aunque no concretó qué número exacto de bicicletas eléctricas se habían destruido o se iban a destruir en las próximas semanas.
Con respecto al coronavirus, y la forma en que ha golpeado a los Estados Unidos, hay que contar que una de sus principales consecuencias ha sido que gran parte de los ciudadanos hayan decidido usar la bicicleta eléctrica como medio de transporte seguro, evitando las aglomeraciones en el transporte público. Por ello, se ha producido una escasez de las mismas bicicletas Jump (así como de otras empresas de movilidad urbana). Esto ponía negro sobre blanco la contradicción: se estaban destruyendo bicicletas eléctricas mientras la población notaba su escasez. Cuando muchas ciudades han decidido que sea el medio por excelencia, aparecen noticias como esta.
Las bicicletas Jump van desapareciendo mientras la compañía ya forma parte de Lime. De hecho, Lime se ha querido desmarcar afirmando que las unidades que recibió de Jump las reconvirtieron y están funcionando en ciudades como Denver.
También nació de la mano de esta situación de las bicicletas Jump un movimiento en favor de su donación para las personas más necesitadas. Nada de esto ha fructificado hasta la fecha y, de hecho, ambas compañías ya han apuntado su argumentario: no están pensadas para uso privado e incluso hablan de riesgos por errores de carga. La guía más completa sobre las bicis eléctricas la elaboramos aquí en Brújula Bike.
Sea como sea, lo que está claro es que esta masiva destrucción de bicicletas Jump obedece a una estrategia comercial de competitividad. Y esa es sin duda la imagen perturbadora que el público ciclista se lleva: bicicletas totalmente útiles, siendo destrozadas por cuestiones de economía privada. Las contradicciones de este sistema llevadas al extremo y con bicicletas de por medio.